Besos de azúcar
Estrenada en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia ya se encuentra en las salas para su exhibición comercial la más reciente película de Carlos Cuarón, Besos de azúcar. Con un guión escrito por el propio Cuarón en colaboración con Luis Usabiaga, el ...
Estrenada en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia ya se encuentra en las salas para su exhibición comercial la más reciente película de Carlos Cuarón, Besos de azúcar.
Con un guión escrito por el propio Cuarón en colaboración con Luis Usabiaga, el director de Rudo y cursi, de 2008 regresa al frente de un largometraje. Buen contador de historias, en su filmografía como escritor se encuentran ¿Quién diablos es Juliette?, El misterio del Trinidad y la propia Rudo y cursi; en colaboración con su hermano Alfonso Cuarón escribieron Sólo con tu pareja, además de Y tu mamá también. En los lapsos entre estas producciones Carlos ha producido, dirigido o escrito numerosos cortometrajes.
Besos de azúcar se ubica en Tepito, entre puestos de frutas y verduras, ropa, fayuca y piratería. Sigue básicamente a dos personajes que cuentan una historia de amor: Nacho y Mayra, interpretados por los debutantes César Kancino y Daniela Arce. Ambos transitan la frontera entre la niñez y la adolescencia, ese momento pletórico de sensaciones nuevas, de descubrimientos, de sudor en las manos, mariposas en el estómago y enamoramientos fulminantes. Pero Nacho y Mayra viven todo esto en un contexto de rechazo, discriminación y violencia.
Él vive con su familia o algo semejante: su mamá, una hostil agente de tránsito con la mano siempre dispuesta a recibir mordidas en los cruceros; la nueva pareja de ella, muy bien Eduardo Arreola que agrede constantemente a Nacho y tiene un puesto de películas pirata; la mamá de éste que escucha la radio todo el día y odia al muchacho también, y dos hermanastros soplones que le hacen la vida imposible a Nacho.
Este ambiente adverso Nacho lo sobrelleva por la amistad con Cacayo, el personaje que brinda las dosis de humor, muy bien interpretado por Héctor Jiménez, que se dedica a quemar los discos para piratear películas, y su naciente enamoramiento con Mayra, la hija de la feroz lideresa de los puesteros, que considera que Nacho no es digno de aspirar a su princesa. Mayra vive también en un medio violento, con un hermano que la acosa sexualmente y una mamá involucrada con funcionarios corruptos y que no se tienta el corazón para sacar la pistola.
En eso encuentro un logro interesante en la película de Carlos Cuarón: la recreación de un microcosmos lleno de contrastes, brillos y sombras. Tepito es el contexto en el que se dan los mismos vicios de nuestra sociedad desde el punto de vista más generalizado. Un país abiertamente racista y en el que se practica la discriminación hasta dentro de una familia que tiene hijos “bonitos”, los güeritos, y también “feítos”, los morenos, se ve bien reflejado en esta muestra de enorme riqueza antropológica y social que es el barrio bravo de Tepito.
No creo que Cuarón y Usabiaga hayan pretendido descubrir el hilo negro contando una historia tipo Romeo y Julieta, como se ha dicho; tampoco creo que quieran hacer una película de denuncia. No hay que inspirarse en Shakespeare para entender los obstáculos que estos dos adolescentes tienen para vivir su enamoramiento, en las escasas cuadras que separan sus domicilios.
Al pretender la mamá de Mayra insertar a su hija en un entorno social superior o de “gente bien”, ha provocado que ella no se sienta a gusto en la escuela de Polanco, en donde es marginada por las compañeras, pero tampoco puede ya sentirse cómoda en el entorno donde nació, y en el que su madre ha ido escalando por la corrupción y su complicidad con funcionarios deshonestos.
El personaje de Nacho está bien logrado y permite la identificación. Otros caracteres secundarios pierden peso en las subtramas como la mamá de Mayra y Cacayo que tenían elementos para profundizar en ellos.
La banda sonora es espléndida, bajo la supervisión de Lynn Fainchtein y Camilo Lara. Lejos de ser una película dulzona como podría pensarse por el título tiene sus momentos intensos y la mayor parte de las secuencias clave suceden con la música de Sonatas de Beethoven como fondo.
Con su lenguaje fuerte, propio del barrio de Tepito, Besos de azúcar es una película recomendable.
