Valerian y la ciudad de los mil planetas

Por Adrián Ruiz

Con un prefacio bastante prometedor, sobre todo los 30 minutos iniciales que connotan un arca de Noé intergaláctica, Luc Besson regresa a las aventuras espaciales, después de la mítica cinta de El quinto elemento, con una premisa que toma como base las historietas de ciencia ficción que datan de 1967.

Con la técnica de cámaras utilizada por James Cameron, en Avatar, el cineasta aborda la vida de Valerian y Laureline, dos agentes terrícolas, quienes, a través de una máquina del tiempo, son capaces de salvar un sistema de mil mundos. La misión primordial es hallar si una especie de alienígenas representa un tipo de riesgo para todo el universo. El resultado de su expedición los guía a una sociedad que los llevará a confrontarse a ellos mismos y al lado al que pertenecen.

Como buena cinta de ciencia ficción, y como se ha hecho en el género, lleva un trasfondo social y político, el mensaje es claro: ser tolerantes y respetuosos con las diferencias y la diversidad, sobre todo para aquellos que estén en búsqueda de su sitio en alguna parte del cosmos.

En un cameo Rihanna da chispa y vivacidad como Bubbles, personaje capaz de tornarse en la fantasía de cualquier caballero, incluso alude en una de sus transformaciones a la mítica Sally Bowles de Cabaret, la escena es divertida.

Visualmente poderoso, alucinante y trascendente, el filme no cumple con las expectativas que se habían forjado, aún más por ser el filme francés más costoso de todos los tiempos; el esplendor visual se diluye puesto que divaga un poco en su premisa. A ratos, pareciera que quiere ser un filme para niños, denota un poco de pobreza en su arco dramático, hecho que adolece aún más con el desenlace de un villano anticlimático. En definitiva, no todo el planeta la alabará, se queda tibia con lo que se prometía.

DIRIGE

Luc Besson.

Actúan

Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Ethan Hawke, Rihanna.