Las elecciones estadunidenses, esperar lo inesperado

Quienes son vistos como apuestas seguras en los primeros días de un año electoral acaban por ser totalmente lo opuesto.

Las elecciones presidenciales estadunidenses parecen predecibles, pero la verdad es que los expertos se han equivocado más veces de lo que quisieran recordar... o aceptar.

Lo que algunos llaman la “sabiduría convencional” ha quedado frecuentemente corta y en ridículo de muy diversas formas, y así lo recuerda el politólogo Larry Sabato al relatar algunas de las situaciones en que eso ha ocurrido.

La aparente predictibilidad de las elecciones estadunidenses hace que las equivocaciones sean tanto más estrepitosas y en especial dolorosas para quienes se consideraban como aspirantes imbatibles.

Lo cierto es que quienes son vistos como apuestas seguras en los primeros días de un año electoral acaban por ser totalmente lo opuesto en los comicios de noviembre, si es que llegan.

Quién podría, por ejemplo, olvidar que en enero de 1960 se creía que si los demócratas nominaban al joven católico John F. Kennedy, perderían la elección. JFK ganó...

Y por supuesto que en 1968 Lyndon B. Johnson sería reelecto sin problemas. La realidad es que su impopularidad lo obligó a retirarse.

Años mas tarde, en 1972, se esperaba que Richard Nixon, abrumado por la guerra de Vietnam, perdiera la reelección. No fue así, aunque sólo fue el prefacio del escándalo de Watergate y su renuncia en desgracia.

Y una de las grandes equivocaciones de los expertos. Al inicio de 1976 se preguntaban “¿Jimmy quién?”, pero al final de ese año el demócrata Jimmy Carter era electo.

Cuatro año después Carter era considerado como “seguro” frente a Ronald Reagan, pero fue al revés y el republicano pasó ocho años en la Presidencia.

En 1988 se afirmaba que el vicepresidente George H. W. Bush perdería, sin duda, la candidatura o la elección, pero cuatro años después, cuando era visto como seguro tras la victoriosa liberación de Kuwait, era derrotado por Bill Clinton.

Claro que, también, se esperaba que Clinton, asolado por escándalos de faldas, perdiera la reelección en 1996.

A principios de 2008, la entonces senadora Hillary Rodham-Clinton era considerada como “la candidata inevitable” para los demócratas. Pero llegó un senador novicio llamado Barack Obama...

En 2012 los expertos afirmaban que la economía estaba débil y que el presidente Barack Obama era vulnerable. Pero no.

Y en 2016, otra vez, Hillary Rodham-Clinton parece segura por los demócratas, mientras la nominación republicana está entre Donald Trump y Ted Cruz.

La lista puede ser alargada sin problema e incluiría nombres como Howard Dean y Al Gore por los demócratas y John McCain y Bob Dole por los republicanos.

Y sí, ahora se sabe que sus candidaturas estaban profundamente comprometidas, pero a principios del año electoral la impresión era la contraria.

Por eso los augurios no funcionan en política.

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