Carmen o la libertad de prensa

Hace unos días, los directivos de MVS Radio dieron por terminada su relación laboral con Carmen Aristegui, conductora del noticiero matutino de aquella empresa desde hace más de cinco años. Aunque se ha dicho y publicado mucho sobre el asunto, considero importante ...

Hace unos días, los directivos de MVS Radio dieron por terminada su relación laboral con Carmen Aristegui, conductora del noticiero matutino de aquella empresa desde hace más de cinco años. Aunque se ha dicho y publicado mucho sobre el asunto, considero importante discutir algunas cuestiones en torno al mismo.

Hay quien asegura, categóricamente, que el gobierno federal tuvo algo que ver con el cese de Aristegui, toda vez que se trata de una de las periodistas más críticas y con mayor audiencia en la radio: se trata de censura, un golpe autoritario, un ataque directo a la libertad de expresión. ¿Será?

Hay quienes minimizan el asunto como un simple conflicto entre particulares. A los periodistas que creen esto valdría la pena preguntarles cuál ha sido su reportaje más incómodo para el gobierno federal. A los defensores a ultranza de la libertad de contrato valdría la pena preguntarles cuántos despidos de periodistas son necesarios para comprometer la libertad de prensa.

Por otro lado, a quienes consideran que el cese de labores de un periodista es un asunto de interés público inmediato porque las radiodifusoras son concesiones públicas valdría la pena preguntarles si toca o no al gobierno vigilar el despido de cualquier periodista —¿quiénes sí y quiénes no?— o, yendo a un extremo, determinar si una concesión es usada para transmitir música tropical, programas de espectáculos o noticieros.

Y cuando una locutora y/o quienes la contratan deciden ventilar al aire una negociación laboral como si ésta fuera un asunto de interés público valdría la pena exigirles, antes que nada, que hicieran público el contrato privado que firmaron en un principio. De lo contrario, lo que presenciamos es sólo un espectáculo. En resumen, el asunto es complicado.

Para algunos, el asunto no tiene la mayor importancia porque simplemente no escuchan su noticiero, ya sea por su postura ideológica o por su estilo de hacer periodismo; para otros, es demasiado liberal; y otros afirman que es demasiada retórica o demasiado sesgada, etc. Pero todo esto es irrelevante: la libertad de expresión y la libertad de prensa protegen todas las ideas, no sólo las que nos gustan más.

Para otros más, independientemente de si les gusta o no su estilo, su presencia es fundamental en los medios. No son pocos los temas o escándalos —el de la Casa Blanca es sólo el más reciente y prominente de ellos— que quizá no hubieran salido a la luz pública si no fuera por su tenacidad y la de su equipo. Su tono o estilo puede ser debatible, pero, por desgracia, del otro lado lo que abunda es un periodismo palero dedicado a reportar declaraciones simplonas o a hacer entrevistas complacientes, sin tomarse la molestia de investigar o incomodar a los poderosos.

Periodistas serios y críticos sí los hay. Lo que escasea son espacios para muchos de ellos. Tan sólo por esto, considero que Aristegui merece mantener un espacio en la radio. Tampoco es la primera vez que sale del aire para volver poco después con mayor audiencia. Ahora bien, si ninguna empresa está interesada en su rating, entonces algo anda muy mal con los medios y no sólo con el gobierno.

Todo lo anterior puede tener efectos que van más allá de un caso en particular. ¿Este despido incentiva un periodismo más crítico o menos? He ahí el verdadero interés público del asunto. Aunque estén relacionados, la libertad de expresión no es lo mismo que la libertad de prensa. De un tiempo a esta parte hemos tenido grandes avances en la primera, pero no tantos en la segunda.

Para vigilar al gobierno y consolidar nuestra democracia hacen falta prensa y medios más libres e independientes. Pero la relación medios-gobierno está doblemente viciada: por un lado está el dispendio en publicidad gubernamental. Por el otro, la concentración de la industria hace que muchas empresas de medios tengan vínculos con el gobierno que van más allá de medios y contenidos.

Twitter: @javieraparicio

Temas: