“Para investigar el conflicto de interés, un funcionario con interés en cuidar al investigado…”

Nos atrevemos a vaticinar que si la intención es recuperar la credibilidad y la confianza ciudadana, la estrategia anunciada ayer por el presidente Enrique Peña para combatir la corrupción y evitar los conflictos de interés va a terminar en un fracaso. Suena muy bonito ...

Nos atrevemos a vaticinar que si la intención es recuperar la credibilidad y la confianza ciudadana, la estrategia anunciada ayer por el presidente Enrique Peña para combatir la corrupción y evitar los conflictos de interés va a terminar en un fracaso.

Suena muy bonito y de avanzada que el Presidente pida que investiguen a su esposa, Angélica Rivera; a su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y a él mismo, para determinar si hay conflicto de interés en la adquisición de la Casa Blanca, la de Malinalco y la de Ixtapan de la Sal, con financiamiento de contratistas que se han beneficiado de millonarias obras.

Pero donde ya no está padre, dirían mis hijos, es en el nombramiento de Virgilio Andrade, uno de sus subordinados, como el titular de la hasta ahora inútil Secretaría de la Función Pública, a la que encargó realizar la investigación.

No es necesario tener bola de cristal para adelantar desde ahora las conclusiones de Andrade: no hay conflicto de interés.

¿Alguien quiere apostar?

  • A Virgilio Andrade lo conocí cuando era consejero del IFE. Lo traté en diversas ocasiones. Me pareció un hombre discreto, preparado, serio, inteligente, accesible, cero conflictivo, a pesar de que trabajaba en un ambiente de absoluta hostilidad.

Lo perdí de vista cuando dejó el instituto. Sabía que trabajaba en el Poder Ejecutivo, pero no su cargo de titular de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer).

Pepe Cárdenas le preguntó ayer en Radio Fórmula cómo va a librar el tema de investigar a su jefe, sin ser parcial. “Antes que subordinado del Presidente, soy un funcionario sujeto a la ley”, le respondió.

No me convenció. Ni a mí ni a muchos otros.

Jesús Silva Herzog, uno de los analistas más sesudos y menos condicionados por su postura política e ideológica, resumió así el nombramiento de Virgilio: “Y para investigar el conflicto de interés… un funcionario con interés en cuidar al investigado”.

El senador Javier Lozano, el de los avisos parroquiales, fue más coloquial: “Que mi mano izquierda investigue lo que hizo mi mano derecha”.

En la Cámara de Diputados y en los partidos se elevaron voces para que se forme una Comisión Especial Autónoma en el Congreso para que las ocho medidas anunciadas puedan ser creíbles. No faltó quien propusiera el nombramiento de un fiscal externo para asegurar independencia.

Si Peña Nieto realmente quiere combatir la opacidad no tendría dificultad en “persuadir” a los senadores de su partido de aprobar la minuta para hacer realidad la Fiscalía Anticorrupción; o utilizar el derecho de iniciativa preferente para obligar al Congreso a legislar sobre el Sistema Nacional Anticorrupción.

  • El debate sobre el Informe de la Comisión que investiga la Línea 12 del Metro se inflamó súbitamente con la intervención del diputado Ricardo Mejía, del MC.

No sólo desde tribuna denunciaba el tratamiento “partidista y faccioso” que los priistas le dieron al documento que responsabiliza a Marcelo Ebrard del desastre que tiene parada desde hace casi un año esa frecuentada línea, sino que acusaba a Aurelio Nuño de haber dado instrucciones desde Los Pinos para linchar políticamente al exjefe de Gobierno.

Ya encarrerado, Mejía le dio una repasada al gobierno de Miguel Ángel Mancera. “¿Por qué no dicen que siete de los 30 trenes de esa línea fueron recibidos por la actual administración? Lo único que quieren es golpear políticamente a Marcelo”.

El tono subió. El legislador del MC habló de la “enorme corrupción del Presidente, empezando por su esposa”. Dijo que tanto Peña como Angélica Rivera y Videgaray deberían ir a San Lázaro para aclarar cómo se hicieron de las propiedades.

El Bronx del PRI ya estaba caliente. Particularmente los diputados del Estado de México, a los que calificó de porros. “¡Línea Doce! ¡Línea Doce!”, gritaban a coro. Y Mejía reviraba: “Y ustedes quieren su línea trece: Los Pinos-Bucareli-San Lázaro”.

Marcelo estaba en el recinto legislativo. Se había refugiado en las oficinas de los diputados del MC. El exjefe de Gobierno del DF escribió en su cuenta de Twitter: “No aceptaron escuchar mis argumentos los diputados del PRI. La consigna es desprestigiar a como dé lugar”.

La calma volvió al salón de sesiones, después de la intervención de Mejía.

  • ¿Quién dio la instrucción de cerrarle el micrófono a Marcelo el pasado domingo durante la sesión de la Comisión que Investiga el Uso de Recursos Federales en la L12? ¿Fue el diputado Marco Calzada, presidente de la comisión? ¿Fue su jefe Manlio? ¿Fue Aurelio Nuño, como algunos sostienen?

Le preguntamos a Manlio si había dado “línea”. “Yo no pedí ni que se le cerrara ni que se le abriera el micrófono. Pero en las sesiones de la comisión sólo pueden hablar sus integrantes o los invitados de esa comisión”, repuso.

Le parece lamentable que la izquierda focalice el debate en la defensa del derecho de audiencia de un político (Ebrard) y no en el problema de fondo: ¿Qué pasa con el medio millón de personas afectadas y con los 45 mil millones de pesos “tirados” en una línea que no sirve?, se preguntaba.

“Si esto hubiese pasado en Londres, Nueva York o Brasil, estarían enfocándose no en discutir el derecho de audiencia, sino demandando que se ponga en el banquillo de los acusados a los responsables de ese desastre. No se trata de linchar políticamente a nadie.

“¿Quién fue el que se equivocó? Encuentren al responsable. Ojalá defendieran a los habitantes afectados y no a sus políticos…”, remató.

Manlio pidió públicamente que se escuchara la versión de Marcelo. Fue citado en San Lázaro el próximo viernes, a las cinco de la tarde.

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