Niña bien

Los versos de la canción contienen, en su fraseo elemental, un discurso político coherente, con frases sencillas, pero demoledoras, que se quedan grabadas al compás del mismo sonsonete.
 

¿Cómo habrá estado hasta ahora la precampaña y la postprecampaña, que las notas más pegajosas –literalmente hablando– no tienen que ver con los candidatos, sino con canciones?

Primero fue la tonadilla del spot de Movimiento Ciudadano protagonizado por el niño Yuawi, que se convirtió en el soundtrack que animó un poco un periodo más bien marcado por el aburrimiento, vacío en lo esencial y en el que las campañas negras parecieron ir perdiendo su eficacia como factor de disrupción.

Éste último, en cambio, lo ha demostrado otra tonada que, a diferencia de Movimiento Naranja, sí contiene una letra con un mensaje político explícito: la del video de La Niña Bien, que desde hace una semana proclama su voto por “ya saben quién”.

Estamos ante la provocación más llamativa de la temporada. Y ojo por la palabra que empleo: provocación. Desde todas las ópticas que se le vean, este corto musical ha tenido el efecto de una bola de boliche que ha tumbado varios pinos, que abarcan desde los gustos musicales hasta la nulidad de los actuales modelos de mercadotecnia política.

El primer elemento provocador es la extraña opacidad en torno a su origen. Al menos, hasta el momento de escribir estas líneas, nadie había reivindicado públicamente su autoría. Comenzó a volverse viral a partir de su publicación en el canal de YouTube del usuario Juan Manuel Jarquín, donde lleva más de medio millón de reproducciones. Se han publicado notas sobre la supuesta identidad de su protagonista y las locaciones que se utilizaron, así como desmentido que se tratara de un trabajo escolar. Y todos los partidos se deslindaron de su realización (lo cual no hacía falta, porque ninguno llega a tener tanta imaginación).

Con independencia de que se resuelvan estas interrogantes, el video por sí mismo da mucho de qué hablar, empezando porque está cantado a ritmo de reguetón, un género musical que no goza de buena fama entre los colegas y amigos de mi generación, pero que es indiscutiblemente el más bailado en fiestas y antros. Está claro que el video no está pensado para quienes reaccionan con gesto de asco cuando escuchan el también llamado “género urbano”, al que han tenido que entrarle estrellas pop como Shakira para mantener su vigencia.

Un comentario recurrente en redes y conversaciones es que se trata de una “producción profesional” que debió requerir una fuerte inversión. En realidad, La Niña Bien no es muy distinto de los videos de youtubers como Werevertumorro, que parodian canciones de Maluma y Camila Cabello y, que técnicamente, pueden ser elaborados con la cámara y el software que provee un iPhone. Componer un reguetón tampoco es mucha ciencia si nos atenemos al tutorial de un video cómico del canal español Antena 3, en el que un anciano muestra lo fácil que es armar la letra y ponerle el tono con un sintetizador.

La Niña Bien provoca también a dos tipos opuestos de buenas conciencias: a las religiosas, por supuesto, al mostrar cómo se baila en el interior de una iglesia un ritmo considerado por muchos como procaz. Y justo esa procacidad —el baile conocido como perreo por parte de una chica con minifalda— es la que también enciende a las corrientes del feminismo que rechazan cualquier cosa que suene a “cosificar” a las mujeres.

Si se tratara sólo de estos ingredientes, concluiríamos

fácilmente que se trata de un nuevo género de guerra sucia para culpar a “ya saben quién” de profanar símbolos

religiosos o para acusarlo de recurrir a un lenguaje machis-ta o misógino (adjetivos con los que también se identi-

fica al reguetón).

Pero la gran sorpresa es que los versos de la canción contienen, en su fraseo elemental, un discurso político coherente, con frases sencillas, pero demoledoras, que se quedan grabadas al compás del mismo sonsonete: “Aunque sea una niña bien, voy a votar por ya sabes quién”, “…pero lo de hoy es sacar al PRI”, “escúchenme please, cambiemos el destino de nuestro país”, “…sé que mi gente es panista, y me tacha de populista”, “el voto es como la virginidad, no se lo des a quien defiende la impunidad”.

Intriga el que no se sepa el origen del mensaje, así como su calculada ambigüedad. Pero lo que sí es indiscutible es que La Niña Bien da en el clavo al llegar al corazón de una inconformidad social que exige a gritos un cambio y cuyo objetivo es conquistar a la población más joven, que uno supondría despolitizada. De su impacto debieran tomar nota los políticos tradicionales, empeñados siempre en entonar las mismas cantaletas.

DM

La Semana Mayor abre una pausa a candidatos y partidos, que debiera servirles para meditar un necesario cambio de discurso para cuando en abril arranquen de lleno las campañas. Ojalá entiendan que los ciudadanos estamos hartos de guerras sucias, ocurrencias, fake news y pleitos estériles. Queremos madurez, discusión de soluciones, propuestas coherentes. Este Mensaje Directo volverá el domingo 8 de abril, con la esperanza de que para entonces estemos hablando de una contienda diferente.

                @Fabiguarneros

Temas: