Un nuevo curso de desarrollo
El último gran golpe a la economía familiar ha sido el alza en el precio del gas LP, donde un tanque de 20 kilogramos pasó de 292 a 370 pesos, rebasando 20 por ciento de incremento y dando al traste con el aumento del salario mínimo.
La realidad está demostrando que, a pesar de las porras que entre ellos se echan, responsables de las políticas económicas y sociales, éstas no han sido tan brillantes y exitosas en las últimas décadas como pretenden hacernos creer y el país se les está yendo de las manos.
Varios ejemplos lo demuestran y es necesario hablar sobre ellos, ya que, al parecer, piensan que México puede continuar de la misma forma, sin tomar en cuenta que nos estamos acercando a una grave crisis social.
Esto no sólo lo decimos algunos de los comentaristas mexicanos, también ha permeado al extranjero, y el mismo día en que renunció a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público el hoy precandidato del PRI, el periódico estadunidense The Wall Street Journal señaló que la economía mexicana estaba ingresando en una zona de recesión que se manifestaría plenamente en el próximo mes de febrero, en un peligroso déficit en balanza de pagos y cuenta corriente. Así de claras y directas son las opiniones sobre el manejo de la política económica de los servidores públicos con grandes doctorados en el extranjero.
Se ha escrito mucho sobre el incremento al salario mínimo que este mes se empieza a pagar. Sin embargo, para más de 40 por ciento de la población el ingreso que perciben no es suficiente para comprar la canasta básica indicada por el Coneval, es decir, simple y sencillamente pasan hambre todos los días.
El mes pasado, el director el IMSS declaró que el salario promedio de cotización era de nueve mil 972 pesos por persona, monto que permite afirmar que sólo los trabajadores muy bien pagados pueden tener la capacidad de formar un patrimonio. Por eso es que la convocatoria de las afores a incrementar el ahorro es como las llamadas a misa, pues no es que no quieran ahorrar, sino que no pueden, con lo cual se está creando otra bomba de tiempo con pensiones insuficientes para la mayoría de los mexicanos.
El último gran golpe a la economía familiar ha sido el alza en el precio del gas LP, donde un tanque de 20 kilogramos, el más socorrido, pasó de 292 a 370 pesos, rebasando 20 por ciento de incremento y dando al traste con el aumento del salario mínimo. En los últimos diez meses ha aumentado su precio en 35 por ciento y hay que tomar en cuenta que, según la información disponible, dos de cada tres hogares lo utilizan para sus necesidades vitales, como calentar la comida y bañarse. Lo peor es que, según las autoridades, seguirá subiendo durante la etapa invernal.
Éste es un buen ejemplo de que las famosas reformas estructurales de la actual administración están fallando. Se abrió el mercado para permitir que empresas privadas pudieran importar el gas, eliminando el monopolio de Pemex bajo el supuesto de que esto iba a ser en favor de la población, ya que la competencia haría que bajaran los precios, o sea, pura teoría económica de libros que han demostrado hasta la saciedad su fracaso. La liberación del precio a principios de este año lo está confirmando y se pasó de un monopolio público a un oligopolio privado, en donde ocho empresas controlan 85 por ciento de las importaciones.
La verdad es que el país está entrando en una etapa peligrosa de desaceleración, con el resultado para este año de un menor crecimiento económico y una inflación que al paso que vamos probablemente llegará a siete por ciento. Y aquí el Banco de México también ha demostrado su ineficiencia en su principal objetivo que es controlar la inflación.
El panorama es muy negro, no sólo para las personas que se encuentran en pobreza, sino también para la clase media. Por ello es que decimos que el actual modelo económico que defienden día tras día no está dando los resultados.
Es necesario, como dicen varios investigadores, dar un viraje sustancial en el diseño y ejecución de las políticas implantadas hasta ahora y que se ponga en el centro de la discusión cómo acabar con la desigualdad y tomar en cuenta a las mayorías sociales. Esto no es un salto al vacío, sino simplemente reconocer el fracaso que se ha tenido y que urge un nuevo curso de desarrollo.
