Mediación y atención

En la Ciudad de México ya estamos viendo las primeras protestas por la falta de cumplimiento de los compromisos que se han publicado después de los sismos.

La problemática que está resultando de las afectaciones de los huracanes y los sismos recientes se va a agudizar y, lo peor, sin contar con las terribles pérdidas de vidas humanas, está por venir. El primer cálculo que ha hecho el gobierno, de cerca de 40 mil millones de pesos, parece muy por debajo de los daños sufridos por la sociedad y que aumentan día a día, según vemos en los medios de comunicación.

Estamos en la danza de las cifras, pues para el gobierno hay 150 mil viviendas dañadas o con pérdida total y el gobierno de la Ciudad de México dice que hay entre 800 y mil inmuebles con daño estructural que deberán ser demolidos y mil 193 susceptibles del mismo destino. Seguramente con el paso de los días estas cifras volverán a crecer.

El gobierno federal, en palabras del secretario de Hacienda y Crédito Público, dice que cuenta con la arquitectura financiera para enfrentar las contingencias y que el presupuesto no se verá afectado para atender las consecuencias del sismo del mes pasado, aunque aclaró que se está evaluando si se activa el llamado “bono catastrófico”, lo cual parece indicar que el gobierno tiene recursos suficientes.

En la Ciudad de México ya estamos viendo las primeras protestas por la falta de cumplimiento de los compromisos que se han publicado y, lo que es peor, para muchos de nuestros conciudadanos la contingencia ya está pasando y se olvida que hay miles de personas en diferentes partes del territorio viviendo en la calle y que necesitan de la ayuda no sólo del gobierno, sino de la ciudadanía, a la cual hay que seguir insistiendo en que se requiere de su apoyo en alimentos y otros materiales.

Por ello, creo que debemos continuar con el acopio y envío a las zonas afectadas por un tiempo más largo, pues de lo contrario las protestas crecerán y se desbordarán en todos lados.

También hay que tener cuidado y mesura con los ofrecimientos de apoyo, como el de créditos que no cobrarán el capital, sólo intereses y que al final sí lo estarán pagando.

Por otro lado, varias naciones enviaron personal de rescate y ya están regresando a sus países y el gobierno les está agradeciendo como es debido su participación. Entre estas naciones se encuentra España.

Hablando de dicho país, resulta algo raro que nuestra Secretaría de Relaciones Exteriores, que ahora es tan dinámica en política internacional, participando en la solución del problema venezolano y expulsando al embajador de la República de Corea del Norte, no se haya expresado sobre la salvaje agresión que sufrió el pueblo de Cataluña el pasado fin de semana.

El informe preliminar emitido por los observadores internacionales ha expresado que “fue una operación de estilo militar orquestada de forma centralizada y cuidadosamente planificada. Nos dejó anonadados que mandos policiales armados y enmascarados entrasen en los colegios electorales con el objetivo de impedir un proceso democrático pacífico”, agregando que hubo “una participación sustancial a pesar de los enormes obstáculos y temores. Este proceso debe ser respetado”.

El barbón Borbón tuvo una oportunidad de oro para demostrar su figura como soberano para conducir al pueblo español y desperdició el momento. Hay que decir que en el curso de la historia, con poquísimas excepciones, los Borbones no han demostrado mucha inteligencia.

Como le dijo el presidente de la Generalitat de Cataluña, el señor Puigdemont: “Así no”.

Es un momento delicado para España, y el gobierno del señor Rajoy, uno de los más corruptos en la historia de ese país, no ha estado a la altura de las circunstancias.

Sin duda, el momento requiere de políticas de verdad. La mediación y el diálogo es la única forma de salir adelante y no con agresión policial, que ha dejado más de 800 heridos. Ojalá y el gobierno español recapacite porque, de lo contrario, las consecuencias serán desastrosas no sólo para Cataluña, sino para toda España.

En nuestra vuelta a la normalidad también debemos aplicar la mediación y la atención rápida a los damnificados.

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