Evitar la espiral inflacionaria

Las decisiones gubernamentales de 
los últimos días dejan mucho que desear 
y dan la impresión de que los liderazgos 
del país no pueden con el paquete.
 

En las actuales circunstancias de nuestro país, es conveniente separar la situación interna de la que deriva del señor Trump y sus declaraciones, que parecen realizadas por alguien que tiene problemas mentales. Sin duda, la respuesta frente a las amenazas debe ser contundente y los mexicanos debemos apoyar las posiciones de defensa de la soberanía. Aquí sí es fundamental la unidad.

Ahora bien, al tratarse del ámbito interno es otra cosa, porque las decisiones gubernamentales de los últimos días dejan mucho que desear y, como comenté en la colaboración pasada, da la impresión de que no pueden con el paquete.

El último ejemplo que ya podríamos considerar como fallido es el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar. Si, como comentaron varias columnas, fue realizado al vapor, sin consulta previa y pidiéndole a los firmantes que lo revisaran dos horas antes, tenemos otra demostración de que no están conscientes de lo que hoy es nuestro país, que por cierto no es ese que “se encuentra en paz, tranquilo y echado para adelante”, tal como se comentó esta semana en la reunión anual de embajadores.

El golpe al acuerdo antes referido fue dado por el organismo privado que si bien no es de los grandes, sí tiene una representación nacional tradicional y conservadora. Me refiero a la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Recientemente, ha asumido algunas posiciones que nunca antes habían tenido, como la de pedir un incremento al salario mínimo y, ahora, la negativa a firmar el acuerdo, aduciendo que era “improvisado, incompleto e insuficiente y no es real ni de compromisos concretos, en beneficio de todos los mexicanos”. De la misma manera, aunque no ha recibido tanta difusión, tampoco lo firmó la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), misma que agrupa a sindicatos muy importantes, tales como Telmex y el STUNAM.

Independientemente de las justificaciones del gobierno —avaladas esta semana por el secretario supranacional de este país, José Ángel Gurría, quien como siempre que viene defiende de palabra todo lo que hace el gobierno y después entrega sus informes en los que critica varias de las políticas que se están implementando—, el acuerdo contiene una serie de frases y palabras que son buenos deseos, como la de que el sector empresarial va evitar “repercusiones injustificadas o fenómenos de especulación, particularmente en el caso de los productos que forman parte de la canasta básica”, o la de que el sector gubernamental se compromete a “impulsar acciones que permitan mantener la estabilidad de los precios de la canasta básica” y “modernizar el transporte público”.

Varias son las preguntas: ¿Quién va a determinar lo justificado o no de las alzas de precios que ya estamos viendo? Y si esto ocurre, ¿qué va a pasar con quien lo haga? ¿Cuáles son las acciones concretas para mantener la estabilidad de precios y qué dependencia se hará cargo de su vigilancia? ¿Cuál es el transporte público que va a modernizar el gobierno federal? Porque, por ejemplo, en la Ciudad de México urgiría modernizarlo, pero la autoridad local ya ha dicho que no hay recursos. ¿Se los va a otorgar el gobierno federal?

Las preguntas anteriores, y muchas más, demuestran que, efectivamente, el acuerdo fue mal hecho y al vapor y, a la vez, demuestra la poca capacidad de negociación que tienen las autoridades frente al sector privado, al no haber podido convencer a la Coparmex de firmarlo.

Apenas estamos al inicio de la escalada de precios. El mes que viene, ante los aumentos y la liberalización de los precios de las gasolinas y la supuesta competencia entre grupos monopólicos, que tardarán muy poco en ponerse de acuerdo, este gobierno no tiene herramientas que le permitan controlar los precios.

La unidad nacional en este tema sólo podrá darse si el gobierno efectivamente se pone al lado de la mayoría, pobres y clase media, y evita la espiral inflacionaria. Pero tiene que actuar como Ejecutivo, no sólo con frases y propaganda inefectiva que lo único que provoca es mayor enojo.

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