Confrontación y condecoración
En un gesto que muchos interpretaron como señal de su implícito deseo de ignorar el público malestar existente, el gobierno otorgó la Orden Mexicana del Águila Azteca al nuncio apostólico Christophe Pierre.
En medio de la más enconada confrontación sostenida con la Iglesia, a consecuencia de su inexplicable, inexplicada decisión de impulsar cambios legislativos a nivel federal que, en opinión de los más, atenta contra la familia y la niñez, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, en un gesto que muchos interpretaron como señal de su implícito deseo de ignorar el público (y creciente) malestar existente, otorgó el máximo reconocimiento susceptible de ser recibido por un extranjero, la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca, al (aún hoy) representante del papa Francisco en México, el nuncio apostólico y decano del cuerpo diplomático acreditado Christophe Pierre.
Al igual que todos sus predecesores en la posición, desde la normalización de las relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1992, con excepción del argentino Leonardo Sandri de brevísima estadía aquí, el nominado embajador de la Santa Sede en Washington acudió el pasado lunes, arropado por embajadores, miembros de la jerarquía católica y amigos a la Cancillería en la que, de manos de su titular, Claudia Ruiz Massieu, recibió la presea y pronunció el que, con toda seguridad, será su último mensaje de carácter político-político.
Un mensaje éste que, si bien pronunciado en (lenguaje) diplomático no dejó de ponderar las bondades del diálogo sobre la imposición de los propios o grupales intereses ni, igual, dejó de puntualizar que “es de suyo imposible imaginar un futuro válido para el mundo y para la nación y sociedad, si se ignora la cultura del encuentro, si se huye al diálogo, prefiriendo, en cambio, dar vía libre al relativismo que paso a paso tiende a mermar la libertad, transformándola en proyecto al servicio del mero gusto subjetivo que lleva al hombre a convertirse en esclavo de sus propios caprichos”.
Dijo más; advirtió sobre “ese relativismo que pretende hacer que el respeto y la tolerancia se conviertan en sinónimos de indiferencia ante el error” para, igualmente, destacar la necesidad de avanzar en el respeto de la persona humana si, en verdad, el objetivo no es otro que abonar a la convivencia en la paz.
“No se puede, en efecto, pretender tener paz ni crecer como pueblo y nación, si en la sociedad no se reconoce la dignidad de la persona a todos. Absolutamente a todos. No puede haber paz si la vida y dignidad del otro, también (la) del inocente, no es respetada. No se puede tener paz oscureciendo la noción de bien y de mal intrínseca en la conciencia de todo ser humano. No se puede tener paz cuando la prioridad del grupo, grande o pequeño, esté en exigir derechos, ignorando los deberes y excluyendo el espíritu de solidaridad. No se puede tener paz cuando a unos sí y a otros no se respeta su dignidad”.
Duros conceptos éstos y significativos, sin duda, en el entorno en que se encuentra la relación Estado-Iglesia pero, digámoslo claro, no por ello despreciables para aquellos a quienes fueron dedicados…
ASTERISCOS
*Ahora es cuando en Chiapas habrá que comprobar si el gobernador Manuel Velasco es capaz no sólo de lucir, sino también de aplicar la ley a los vándalos, (supuestos) maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que, de manera abusiva, violaron los más elementales derechos de profesionales que, en su contra, no tenían más culpa que tratar de cumplir con su obligación ¡para devengar el salario que por ello reciben!...
*Alentado por la convicción de que “el deporte en las universidades no debe ser un distractor, sino un generador de identidad”, el titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), Alfredo Castillo, puso en marcha, en coordinación con la Secretaría de Educación Pública, de Aurelio Nuño, y la de Desarrollo Social, de José Antonio Meade, un programa orientado a promover y apoyar el desarrollo de programas en aquéllas.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
