La rosa de Guadalupe

Voy a confesar algo. En  cuatro años ocho meses (ya casi cinco en febrero) nunca había visto un capítulo completo de La rosa de Guadalupe. Preguntaría cualquiera: ¿Razón, motivo o circunstancia? Simplemente no se me antojaba. En alguna ocasión, hace mucho, vi un capítulo, pero estaba tan violento, que se me hizo demasiado ofensivo, para el horario, hacia mi persona y decidí cambiarle; y ni por casualidad volví a caer en ese programa. Finalmente la semana pasada, sin querer queriendo, me ligue después de mi telenovela favorita, Corona de Lágrimas, a La Rosa... el tema era Sextorsión… La verdad, después de la experiencia no tenía muchas ganas de estacionarme en él, pero el tema se me hizo bastante interesante y me quedé: “A ver cómo tratan el tema”, porque es difícil, ya que está de moda y se ha escuchado tanto sobre eso, por lo que hay tocarlo finamente y explicarlo súper bien. Mis respetos para todo el equipo de producción, comandado por un gran productor, que tengo el gusto de conocer hace muchos años, es más, fue mi primer jefe en Televisa, don Miguel Ángel Herros, siempre le estaré agradecido por sus consejos y su amabilidad. Pero volviendo al tema de Sextorsión lo trataron de una manera tan amable que más que ofender o atacar, dejó muy en claro a lo que se están exponiendo los jóvenes y padres por andar haciendo cosas que parecerían inocentes en el mundo cibernético, pero que después se pueden convertir en una verdadera pesadilla o simplemente grabarse para posteriormente ser extorsionados.

Ya ha pasado esto y no sólo a jóvenes, sino a infinidad de artistas. El planteamiento que le dieron al tema dentro de este programa me dejó sorprendido, satisfecho por la forma de tratar el caso, así como la manera en que nos dieron las respuestas de qué hacer, a dónde acudir y cómo salir del problema, que siempre deja marca, pero en realidad la mayoría de nosotros desconocemos qué hay que hacer. ¡Bien señores de La rosa de Guadalupe! ya me hicieron fanático de ustedes, los casos están muy buenos. El lunes me eché el de Desesperación, en el que abusando del dolor de la familia de perder a su padre, llega el viejillo rabo verde a querer abusar de la hija de la viuda, pero qué buen final. Mis respetos a todo el equipo, creo que le han cambiado mucho a este programa, porque está más amable que antes.

Dicen que cuando las cosas son buenas se van rapidito y así lo sentí con la producción de Tina Galindo, Claudio Carrera y Ocesa, con la puesta en escena: Amor, Dolor y lo que traía puesto, pues hoy cumplen 100 representaciones y sé que van por más y no es para menos con esos productores y el elenco que está de rechupete: doña Silvia Pinal, cómo trabaja esta señora; otra grande Diana Bracho, ¡wow!; Susana Zabaleta, ¡quien está sensacional!; Gabriela de la Garza, Mariana Treviño y Alejandra Barros, quienes también son sensacionales. En el teatro todos son importantes y cada una le da un toque especial. Hoy están de gran gala y espero verla pronto, porque todo ha sido de oídas; nada más que por cuestiones de salud no he podido, pero ya estaré en primera fila.

Éstas son mujeres y no pedazos y así me gustan: fuertes, con agallas, luchonas. Lo mejor que alguien puede hacer después de una gran decepción, es dedicarse a trabajar y eso hizo mi querida Jenni Rivera, quien desde el lunes empezó a sonar en la radio, tanto en México como en Estados Unidos, su más reciente sencillo: La misma gran señora. ¡Ajúa! Eso es todo y por si no la ha escuchado, le voy a poner un poquito de la letra: “Yo sin ti seguiré siendo la misma gran señora… tú sin mí nada vales en el mundo, desde ahora vete ya y me cierras esa puerta por afuera; y no pienses que por ti yo moriría, si yo fui la que te dio categoría, cómo crees que por tu amor voy a sufrir…” ¡Ay nomás para que sepa cómo viene el próximo disco de Jenni Rivera y su concierto el 2 de noviembre en el Auditorio Nacional.

Nos leemos el próximo viernes… ¡Que tenga un feliz miércoles!