Vigencia de Tantadel; René Aviles Fabila

La novela publicada en 1975, y que representó un notable esfuerzo "por crear una estructura diferente", goza de cabal salud literaria

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CIUDAD DE MÉXICO.

A 41 años de aparecida la primera edición, este 2016 se reeditó Tantadel (Lectorum, 2016), novela de René Avilés Fabila. Esta obra no sólo es la dualidad amor y desamor, sino que también es una arquitectura estilística quebrantada por la sintaxis y la puntuación, la alternancia de voces narrativas, la combinación entre pasado y presente, además de tener pasajes fantásticos creados por un narrador oscuro, incluso, en muchos momentos, siniestro y mordaz.

Tantadel fue esfuerzo por crear una estructura diferente. La escribí en dos tramos. Uno inicial en París, el otro en  México. Durante la escritura de este libro busqué no sólo una sintaxis y puntuación distinta a la que yo o mi generación habíamos trabajado hasta ese momento, también la escribí como una novela amorosa.

A partir de La lluvia no mata las flores (1970), un libro de cuentos sobre el tema de la pareja, descubrí que me interesaba mucho indagar más sobre el amor, los celos y los amantes. Poco a poco entendí que el amor es más complicado en países como el nuestro, con sociedades más atrasadas. De estas indagaciones fue que decidí escribir esta novela”, asegura el escritor.

El personaje central de esta obra es, por supuesto, Tantadel. Una mujer la cual se ve atormentada por la indecisión, por las novedades intelectuales de la época, como el sicoanálisis, y devastada por una relación con un aspirante a escritor, narrador de esta obra.

“Tantadel fue creciendo como personaje, y cada vez que avanzaba en la escritura la vi más importante, además, más oscuro al narrador. Finalmente decidí pasar de una novela la cual imaginé realista a una fantástica. Incluso, cuando el narrador comienza a torturarla y a darle celos, y no tiene con quién darlos, se inventa una esposa y escribe cartas, pero que no tiene a quién enviárselas.

“A Tantadel siempre la imaginé en la Facultad de Ciencias Políticas, donde yo estudié. En ese entonces, allí había un grupo de snobs y trotskistas.
Recuerdo que yo, para ellos, era el gran santón. Claro que hay esa intención por criticar esta ideología trotskista, pero traté de conservar cierto respeto a la figura de Trotski”, asegura Avilés Fabila.

En cuanto a las influencias que hay en la novela, el también periodista aclara que las recibió de autores sudamericanos. “Para Tantadel recibí la influencia de autores como Sabato o Quiroga, a quien recordamos como un escritor de textos atroces, pero tiene un par de novelas amorosas en donde los celos están presentes”.

En Tantadel  hay una clara lucha de opuestos: la mitología y el sicoanálisis. “Para mí, incluso en ese  momento, el sicoanálisis era una suma de lugares comunes. Decidí apoyarme en citas mordaces del sicoanálisis. También siempre he sido un gran lector de la mitología clásica. Sabía que en algún momento tenía que usar ambos temas. Tantadel fue el sitio adecuado”, asegura.

Los nuevos proyectos

Al cuestionar al escritor acerca de sus nuevos proyectos literarios, comentó que trabaja en otra novela amorosa, así como otro texto relacionado con su padre. “En una cena estuve platicando con Fernando Vallejo, quien tuvo una cercana relación con mi padre, cosa que yo no tuve, y me comentó ‘oye, tu padre es una figura interesante,  pero las diferencias, los desencuentros entre tú y él son una historia extraordinaria’. Y en efecto, es una historia complicada, una relación difícil. Mi padre fue un escritor importante. Fue uno de los creadores, junto con Martín Luis Guzmán, del libro de texto gratuito. Eso hizo que yo lo admirara, que tuviera con él una relación amor-odio. Lo he expresado en distintos libros; de hecho, cuando muere, en el diario unomásuno publiqué un artículo donde decía que no se puede llorar a alguien cuando sólo se tuvo desamor. Pero al final me he dado cuenta de que hablo insistentemente de él. Entonces Vallejo tuvo razón. Me dijo: ‘escríbelo en primera persona y no omitas nada’.

“Además, está a punto de aparecer un libro de microrrelatos en España, lo que nosotros conocemos como minificciones. Éste es el género que he escrito desde niño, que era el resultado de las lecturas de las fábulas. De pronto me descubro precursor del texto breve. Para colmo, mi maestro fue Arreola, en vivo y directo, no la influencia que ejerció con sus libros. Él me dio clases”, concluyó.

"Entendí que el amor es más complicado en países como el nuestro, con sociedades más atrasadas.”