El papel de los migrantes en la milicia estadunidense en la novela ‘Querubines en el infierno’
Los migrantes mexicanos que se enlistaron en el ejército estadunidense para combatir en la Se-gunda Guerra Mundial fueron carne de cañón, explica F.G. Haghenbeck, quien recrea parte de esa

CIUDAD DE MÉXICO, 1 de septiembre.- Carne de cañón. Eso fueron los migrantes mexicanos que se enlistaron en el ejército estadunidense para combatir en la Segunda Guerra Mundial, con la promesa de obtener la ciudadanía o el reconocimiento de un país que los había adoptado con reticencia, explica F.G. Haghenbeck (Ciudad de México, 1965), quien recrea parte de esa historia en Querubines en el infierno, su más reciente libro.
Aquellos mexicoamericanos, que dieron origen al movimiento contracultural del pachuquismo, pagaron con sangre la cuota de vivir en un país donde nunca dejaron de ser frijoleros, morenos y leches con café, advierte el autor que no aspiró a construir una novela histórica.
Este libro es más bien una novela de ficción con raíces históricas, advierte Haghenbeck, en la que se recupera la narración de un fracaso y de un olvido, a partir del origen del movimiento pachuco, del zoot suit y de las mujeres que trabajaron en las fábricas para construir aviones.
Y para reflejar el ángulo crítico al que aspira esta narración, el autor plantea desde el primer escalón de su libro un epígrafe con dedicatoria para todos sus lectores. Se trata de una frase escrita por Franklin D. Roosevelt, donde se lee: “Recuerden, recuerden siempre, que todos nosotros, tú y yo especialmente, somos descendientes de inmigrantes y revolucionarios”.
A mí me parece que se trata de una frase demoledora, porque fue escrita por un ícono de la política de Estados Unidos, la cual no se sigue al pie de la letra, pese a que los fundadores de ese país fueron migrantes”, asegura.
Por desgracia, acepta el también autor de Hierba santa y El código nazi, la historia de esos mexicanos que se fueron a Estados Unidos está totalmente olvidada: son personas que han perdido su identidad, pues cuando se marchan de México son olvidados y vistos como traidores, mientras en EU se convierten en inmigrantes.
Así que esas personas han sido un elemento importante para México y han generado movimientos contraculturales que han pasado a la historia, como el de los pachucos, que a México sólo llegó a través de Germán Valdés Tin Tan”.
Pero ese pachuco de televisión ya estaba muy deslactosado, asegura, porque de inicio los pachucos eran jovencitos de entre 15 y 20 años, mientras que Tin Tan, de 35 años, estaba muy light y procesado para los chilangos.
Uno de los elementos más destacados de Querubines en el infierno es la recuperación del lenguaje pachuco que captó el propio F.G. Haghenbeck, aunque reconoce que cuando los editores leyeron una de las versiones le dijeron que era inentendible, por lo que debía colocar subtítulos o adaptar el habla a un lenguaje más coloquial.
“Traté de ser realista en la forma como hablaban los pachucos, pero nadie lo entendería, así que me pidieron bajar un poco el tono, aunque mantuve muchas palabras que están en desuso y difícilmente serían comprendidas”.
Entre esas palabras están swata, que significa pendejo; hyna, que habla de las chicas jóvenes y guapas o ‘las chicas patas’, que refieren a la novia de alguien, pero éstos son apenas un ejemplo, dice.
“Otro detalle que la historia ha olvidado es el origen de la primera feminista. Me refiero a Rosie la Remachadora, una pachuca de raíces mexicanas que se convirtió en ícono de las luchas feministas, aunado al hecho de que fueron las mujeres pachucas quienes rompieron el tabú de usar pantalón”, apunta.
Lo más curioso es que el tema de los pachucos ha sido muy poco abordado por la literatura mexicana, salvo el caso de Carlos Fuentes y Octavio Paz, quienes lo hicieron pero desde el ensayo.
“Pero en el terreno de la novela hasta ahora nadie lo había abordado”, asegura, por lo que era interesante contar esa historia de los pachucos y de la importancia de los mexicanos que fueron a la guerra.
Sin embargo, este olvido por la historia tiene una razón, dice el autor, y es que la historia ha sido escrita por el gobierno, ese ente que ha querido olvidar a los mexicoamericanos porque no sólo fueron usados como carne de cañón, sino que hoy los miran como sinónimo de su fracaso.
“Porque, desde entonces, las guerras que pelea Estados Unidos están llenas de mexicoamericanos, y esto me hace pensar en la necesidad de los migrantes por ser aceptados; no olvidemos que los mexicanoamericanos fueron la minoría que más medallas obtuvo durante la Segunda Guerra Mundial”.
De ahí la explicación del título, apunta, porque los mexicoamericanos son esos ciudadanos de segunda, quienes hasta ahora no han alcanzado el grado de ángeles (por la ciudad de Los Ángeles), sino sólo de querubines, es decir, angelitos de segunda categoría, concluye.

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