'Dirigía todo de memoria': Luis Herrera de la Fuente (1916-2014)

Herrera de la Fuente “es uno de los hombres más importantes de la cultura de México, no sólo como músico sino como constructor de instituciones”, dijo ayer el violonchelista Carlos Prieto acerca de la muerte del director de orquesta, a quien en enero se le rendirá un póstumo homenaje musical en Bellas Artes

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CIUDAD DE MÉXICO, 6 de diciembre.- La música, escribió Luis Herrera de la Fuente, “sirve para mucho: se baila, se canta, se toca, alegra, entristece. Es camarada histórica de la raza humana”. A él siempre le sirvió para vivir; fue la llama que lo animó a mantener vivo su espíritu durante casi un siglo. Hace apenas tres años, cuando ya tenía 95, se incorporó, batuta en mano, frente a una orquesta: la Filarmónica de la Ciudad de México, que él mismo encabezó por un largo periodo.

Herrera de la Fuente “es uno de los hombres más importantes de la cultura de México, no sólo como músico sino como constructor de instituciones y difusor de la música”, dijo el violonchelista Carlos Prieto, amigo durante casi cuatro décadas del director de orquesta, compositor, pianista, violinista y escritor fallecido ayer en el Distrito Federal a los 98 años.

La noticia de su muerte extendió el luto que la partida del periodista Vicente Leñero imprimió a la cultura esta semana. Fue el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, quien dio la noticia a través de las redes sociales, poco antes del mediodía: “Luis Herrera de la Fuente fue un gran formador de profesionales de la música y generaciones de público. Lamento su deceso”, escribió el funcionario.

El cuerpo de quien fue testigo de casi todo el movimiento cultural del siglo XX mexicano fue trasladado a la agencia funeraria Gayosso en la calle de Félix Cuevas, para ser velado. Hoy sus restos serán cremados y las autoridades culturales han informado que será en enero de 2015 —en una fecha aún por definir y en acuerdo con la familia— cuando se realice un homenaje musical al artista.

Luis Herrera de la Fuente nació en la Ciudad de México en abril de 1916. Siendo muy joven comenzó a estudiar música con la intención de convertirse en compositor; en 1930 ingresó a la Facultad de Música de la Universidad para formarse con Estanislao Mejía. Después pasó a la Escuela Libre de Música de José F. Vázquez y agregó estudios de armonía y orquestación con Rodolfo Halffter.

Según contó él mismo en alguna entrevista, su ascenso en la música comenzó cuando se hizo cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional; ahí se quedó 18 años, de 1954 a 1972. El rumano Sergiu Celibidache habría sido el encargado de impulsarlo: en una visita que realizaba a México, escuchó dirigir a Herrera de la Fuente su pieza Dos movimientos para orquesta (1948); al término se dirigió al camerino y le dijo: “todo lo que hiciste estaba mal, pero la orquesta iba contigo y esa es la condición”.

La influencia de Herrera de la Fuente caló fuerte. A partir de entonces se convirtió en uno de los mayores impulsores de agrupaciones musicales en México. Carlos Prieto recuerda: “él fundó y dirigió en 1945 la Orquesta de Cámara de Radio Universidad, en 1952 la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, dirigió la Filarmónica de las Américas, luego dirigió hasta el 72 la Sinfónica Nacional, la de Xalapa, fue director titular, fuera de México, de las orquestas de Chile, de la Nacional de Perú, de la de Oklahoma y de la Juvenil de Veracruz”.

También fue director del Festival Internacional de Música de Morelia y con el apoyo de Conaculta fundó el Coro Nacional de México. El director de orquesta José Areán dice que “fue un hombre que se dedicó de lleno a la música, en varios aspectos, no sólo desde el podio dirigiendo orquestas sino con cargos importantes; fue un hombre fundador de agrupaciones diversas”.

Su autoridad era real. Areán, quien visitó en diferentes ocasiones la casa del compositor, dijo: “Era un hombre que sin ser enteramente político sabía exactamente lo que estaba sucediendo en el mundo y a su alrededor; estuvo conectado a los círculos de poder; cuando necesitaba en algún momento asistencia incluso del Presidente de la República, en los años 50 y 60, lo buscaba para pedirle algún favor, para pedirle cosas específicas de apoyo a la Sinfónica Nacional o algún otro encargo de los que tuvo”.

Gran sentido del humor

Quienes compartieron la mesa con Herrera de la Fuente, lo recuerdan siempre alegre, animado, incluso sarcástico. “Era un hombre muy simpático, con un extraordinario sentido del humor y con grandes conocimientos musicales y con un gran entusiasmo por difundir obras nuevas”, dice Carlos Prieto, quien trabajó con el músico desde 1975 y compartió con él y su esposa Victoria una estrecha amistad.

El violonchelista recuerda que aún vivía en Monterrey y estaba comenzando su vida como músico después de dedicarse por varios años a la ingeniería. “Tuve la fortuna de empezar a tocar con él en 1975 y desde entonces toqué con mucha frecuencia con él; me invitó a tocar con la Orquesta de Xalapa, luego tocamos una enorme cantidad de obras diferentes juntos, con diferentes orquestas, los conciertos de Saint-Saëns, de Dvorák, de Shostakóvich, de Kabalevski, además de eso hicimos dos grabaciones; la primera fue la del Concierto número uno de Shostakóvich, lo hicimos con la Orquesta de Xalapa en vivo en el Teatro del Estado y el Concierto en la menor de Saint-Saëns con la Orquesta de Minería en la Sala Nezahualcóyotl”.

Areán recuerda que cuando tomaba la batuta, todo fluía de manera natural y dirigía casi de memoria: “A la hora que se subía al podio prácticamente todo lo dirigía de memoria, el repertorio tradicional estaba perfectamente dentro de su memoria y también tenía una manera de dirigir un poco fuera de lo común. Los movimientos quizás no eran los más bellos, pero sí eran los más expresivos; siempre conseguía lo que quería. Era   un hombre culto, profundo en muchos sentidos y con un gran sentido del humor, con una ironía casi socarrona, en la que  se veía a si mismo y a todo lo musical en una luz muy juguetona”.

En ocasión del concierto que dirigió a los 95 años, Herrera de la Fuente estrenó también tres nuevas obras: el Concierto para piano y orquesta, el Concertante para violonchelo y orquesta y su Sinfonía número dos, “eso prueba lo que podríamos llamar como una actividad incansable”, dice Prieto, a quien también le compuso una Sonatina para violonchelo que se estrenó en 1994 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Herrera de la Fuente se dio tiempo además para escribir. El sello estatal Fondo de Cultura Económica (FCE) le editó en 1998 La música no viaja sola, donde hizo una revisión de su infancia y su debut como pianista en 1940 y como director de orquesta en 1953; y en 2001, la Universidad Autónoma Metropolitana publicó Notas falsas en las que reunió diferentes pensamientos y aforismos.

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