'Todos hemos soñado con volar'
Luke Aikins se lanzó desde una altura de siete mil 620 metros, sin paracaidas, y vive para contarlo. El piloto estadunidense proviene de una familia de paracaidistas. Su abuelo comenzó en la Segunda Guerra Mundial

CIUDAD DE MÉXICO.
Era de noche y desde el cielo descendía una chispa de luz en dirección al césped del Estadio Caliente. Parecía que caía una estrella, pero en realidad lo que producía la luz eran los cientos de focos que tenía pegados al cuerpo el estadunidense Luke Aikins, el paracaidista de Red Bull que hace seis meses se convirtió en el primer hombre en lanzarse al vacío desde una altura de siete mil 620 metros, sin paracaídas. Y vive para contarlo.
La historia recordará a Luke Aikins como el primer hombre en lanzarse de una distancia de siete mil 620 metros, caer en una red de 30 metros por 30 metros, que equivale a la tercera parte de un campo de futbol americano, sin paracaídas.
Aunque el mismo Aikins sabe que probablemente el primero que logró esa hazaña fue su abuelo, hace más de 70 años, cuando piloteaba uno de los cazas que atacaron a Alemania en la Segunda Guerra Mundial. El abuelo fue derribado y, tras saltar de la aeronave, notó que el paracaídas que traía a la espalda no servía.
Mi abuelo estaba peleando en la segunda Guerra Mundial, atacaron su avión, lo derribaron, y tuvo que brincar. Su paracaídas nunca abrió y se salvó porque cayó en un campo de arroz. Cuando regresó a Estados Unidos fundó una escuela de paracaidismo. Quería volver a vivir la adrenalina de aventarse de un avión”, dice a Excélsior Luke Aikins, que suma más de 18 mil saltos con paracaídas y la cuenta sigue aumentando.
Luke, homónimo del famoso Caminante del Cielo (Skywalker, protagonista de Star Wars), toda la vida ha admirado a su abuelo, quien una vez que probó la adrenalina de lanzarse por los aires, no lo dejó. Tras la guerra, regresó a su país para formar una escuela de paracaidismo y así empezó la tradición familiar de retar al aire.
“Somos tres generaciones: mi abuelo fue el primero en brincar, le siguió mi papá y ahora yo. Mi abuelo murió en 1992, pero estuvo haciendo saltos en paracaídas hasta los 80 años. Él siempre fue mi héroe, siempre lo admiré y tengo un buen recuerdo de él. Tuvo una vida intensa”, agrega el instructor de paracaídas, con dos décadas de experiencia.
La idea de brincar de un avión sin paracaídas no vino inspirada por la vida de su abuelo. Luke
Aikins, acostumbrado a ser doble en películas de acción (como en Iron Man 3), durante un film, un director le preguntó si se atrevería a lanzarse desde un avión sin paracaídas. Luke respondió de inmediato que eso era una locura. Un disparate que le quitó el sueño por semanas y no se lo devolvió hasta obligarlo a lanzarse de siete mil 600 metros de altura.
Quería probar algo que parecía imposible, pero que a la postre fue posible. Cuando estoy en el aire siento que vuelo, en verdad, se siente que estás volando”, cuenta seis meses después de conseguir el récord.
Para el gran salto necesitó una máscara de oxígeno e iba acompañado de tres paracaidistas que lo guiaban para que cayera en la red de 30 por 30 metros, colocada a 20 metros de altura en el rancho Big Sky, en Simi Valley, en California, Estados Unidos. En los últimos mil 524 metros quedó solo, los que lo acompañaban abrieron su paracaídas y dejaron que Luke continuara su trayecto. Habían hecho una prueba con un maniquí días antes, la figura de plástico no rebotó hacia afuera de la red, sino que se estrelló una vez que tocó el entretejido.
Aikins estuvo a punto de olvidarse de la idea de aventarse sin protección de una altura que equivale a 34 veces la Torre Mayor de México, que se encuentra en la Avenida Reforma y es el segundo edificio más grande de nuestro país. Las autoridades de Estados Unidos le habían advertido que el salto lo debía hacer con paracaídas por si algo salía mal, pero el especialista en saltar de aviones rechazó la indicación. Voló por dos minutos y a una velocidad de 193 kilómetros por hora, antes de tocar la red, se dio una vuelta para caer de espaldas. Después, pasó a la historia.
Qué puedo decir, después de hacer un salto de ese tipo. Todos, alguna vez, hemos soñado con volar”.
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