La primera gran lección de Jeter
Derek Jeter encontró en su familia el núcleo ideal para formarse como persona, lo que le ayudó para triunfar en su carrera, que hoy llega a su fin
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de septiembre.- El primer contrato que firmó Derek Jeter no fue con los Yanquis de Nueva York. Durante su infancia y adolescencia, el ahora legendario beisbolista tenía un acuerdo con sus padres, en el que se comprometía a cumplir objetivos. La educación en su casa fue clave para su formación como profesional.
Charles Jeter y su esposa, Dorothy, se sentaban con sus hijos, Derek y Sharlee, al inicio de cada año escolar para firmar ese convenio, que contenía algunas clausulas en relación a las calificaciones escolares, los deportes, la actividades extracurriculares, conducta y posibles problemas en el colegio.
En una ocasión Derek fue reportado en su escuela por haber tenido un mal comportamiento hacia uno de sus compañeros y su padre lo castigó. Le aconsejó que siempre debía tratar a las personas como quisiera que a uno lo trataran y siempre con respeto. Nunca más volvió a tener una queja.
Derek nació en un pequeño poblado de Nueva Jersey, llamado Pecquannock, pero a los cuatro años se mudó junto a su familia a Kalamazoo, Michigan. En la escuela siempre se caracterizó por ser un chico tranquilo que sorprendía a sus profesores por la inteligencia, pero sobre todo por la humildad y solidaridad con sus compañeros. Desde entonces mostró dotes de líder.
Ya cuando era un atleta destacado tanto en el beisbol como en el basquetbol, jamás puso como pretexto estas actividades para faltar a alguna clase. Nunca se aprovechó de esa condición de privilegio.
Los buscadores de talento, además de las cualidades como pelotero, siempre destacaron la educación recibida de sus padres y lo bien que hablaban todas las personas que lo conocían en el colegio, incluyendo los profesores y el resto de los padres de familia, que valoraban la amistad de sus hijos con Derek.
Para sus papás nunca hubo una distinción en cuanto a sus hijos. Derek Jeter ya jugaba con los Yanquis y estaba listo para disputar la postemporada de 1996, pero al mismo tiempo su hermana tomaba parte de un torneo de softbol, deporte en el que destacó, y ello obligó a los progenitores a dividirse para acudir a los respectivos compromisos de sus hijos.
Derek Jeter mantuvo un comportamiento ejemplar incluso ya en las Grandes Ligas. Uno de sus compañeros, el exlanzador David Cone, recordó cómo le hacían bromas como a cualquier otro novato y buscaban la forma de ponerlo nervioso, pero siempre respondió con la actitud correcta.
Ya como figura con los Yanquis, los medios neoyorquinos nunca encontraron al jugador envuelto en un escándalo o en una actitud negativa.
Previo a la temporada de 2003, el entonces dueño del equipo George Steinbrenner, lo criticó porque le había llegado un reporte de que durante el receso de temporada había salido de una fiesta por la madrugada. Además dijo que la forma en que manejaba su vida personal le estaba afectando en su rendimiento.
Jeter reportó más temprano que nunca a los entrenamientos primaverales y enfrentó a los periodistas que buscaban alguna reacción. El pelotero señaló que él estaba abierto a que lo criticaran por su juego, pero que nunca aceptaría que se le formara una mala imagen. “Pareciera que ahora soy un Dennis Rodman”, dijo Jeter al referirse al estrafalario basquetbolista de la NBA, quien se hizo famoso por sus escándalos.
El problema con el Jefe fue aclarado y la situación se normalizó. Publicistas aprovecharon esto para realizar un singular anuncio para promocionar una tarjeta de crédito, el cual se hizo famoso. Primero Steinbrenner salía en un oficina y le criticaba su vida nocturna Jeter. Al final ambos terminan en una fiesta.
La relación con su manager y compañeros fue de respeto. En un partido intentó robarse la tercera base sin recibir la orden y fue puesto out, ésa pudo haber sido la carrera del empate y causó el enojo de Joe Torre. Jeter regresó al dugout y se sentó apenado enmedio del piloto y del coach Don Zimmer, listo para ser regañado. Al manager le sorprendió esa actitud y sólo le dijo “muévete de aquí”.
Ya cuando era capitán del equipo, enfrentó una dura prueba cuando tuvo que darle la noticia a Darryl Strawberry de que había dado positivo en un antidoping y que tenía que dejar el equipo. Derek lo pensó mucho de cómo tenía que abordar la situación y al final lo hizo de la mejor forma sin lastimar al ser humano.
En un partido de la temporada de 1999 entre Yanquis y Marineros el ambiente se calentó y a punto estuvo de armarse una pelea entre el entonces catcher de los neoyorquinos, Joe Girardi, y el lanzador del equipo de Seattle, Frankie Rodríguez.
Tras vaciarse las bancas se tranquilizó la situación. En ese tiempo Alex Rodríguez era jugador de los Marineros y amigo cercano de Jeter, por lo que ambos terminaron platicando. Esta acción fue mal vista por el jardinero de los Yanquis, Chad Curtis, quien criticó a su compañero.
Aunque la situación se ventiló en la prensa, al final Jeter y Curtis aclararon esto y el shortstop demostró con cada jugada en el terreno de juego lo valioso que podría ser para el equipo. Su compañero entendió la entrega que ponía para hacer ganar a su equipo y terminó por disculparse.
Previo al sexto juego de la Serie Mundial de 2001 entre Yanquis y Arizona, el jardinero central de Nueva York, Bernie Williams, llegó al estadio de los Diamantes cuando sus compañeros ya estaban en la práctica en el campo.
Jeter le llamó la atención a Williams. Primero lo hizo en el clubhouse delante de sus compañeros y luego en privado: “No debe haber cosa más importante para ti en estos momentos que el sexto juego de la Serie Mundial”.
Su compañero sólo guardó silencio y aceptó el regaño.
Derek Jeter siempre pareció disfrutar cada momento de un partido de beisbol. Era común que realizara bromas con sus compañeros en el infield y para los rivales siempre tenía una charla amistosa acompañada de una de sus clásicas sonrisas.
Cuando el manager Joe Torre entraba para remover a un lanzador se acercaba al centro del diamante y daba con su manopla unos golpecitos en el pecho al piloto.
Al momento de una carrera de Yanquis siempre era el primero en salir con un toalla sobre el hombro para felicitar a su compañero, una costumbre que tenía desde los tiempos de colegial.
Este último año en los diamantes era una costumbre que al conectar un imparable y recibir la felicitación del coach de primera base, respondía con un golpecito en la cabeza del casco de Mick Kelleher.
Derek Jeter estará hoy en el último partido como pelotero profesional. La imagen de excelente pelotero tanto dentro como fuera de los diamantes quedará intacta. Sus padres podrán estar orgullosos de que ese primer contrato fue parte esencial para el éxito del futuro miembro del Salón de la Fama.
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