Los retos que tendrá el jerarca

El jerarca católico deberá enfrentar los escándalos de pedofilia, el celibato y la escasez de vocaciones, entre otros

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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de marzo.- El papa Benedicto XVI, líder de mil 200 millones de católicos en el mundo y el primer Sumo Pontífice en renunciar desde la Edad Media, ha enfrentado durante su pontificado una serie de crisis dentro de la Iglesia católica.

Al nuevo papa Francisco le esperan viejos problemas y deberá reaccionar a las necesidades de reforma y las crisis de fe.

El Pontífice tendrá que proseguir con el desarrollo del Concilio Vaticano II, que no está agotado, y potenciar el ecumenismo en aras de la unidad de los cristianos.

Deberá afrontar, asimismo, los casos de clérigos pederastas, en las mismas líneas de tolerancia cero adoptada por Benedicto XVI, la escasez de vocaciones, el celibato sacerdotal, una mayor presencia de la mujer en las instituciones de la Iglesia y la mejora de las relaciones con el Islam y, sobre todo, con los judíos.

En un mundo cada vez más secularizado, donde la religión, como denunció en numerosas ocasiones el papa emérito Ratzinger, se pretende relegar al ámbito privado, el 226 sucesor de San Pedro deberá trazar las líneas para recuperar ese espacio y tendrá que buscar cómo contar con una mayor participación laica.

La pedofilia

Aunque los escándalos de pedofilia comenzaron a salir a la luz pública cuando todavía estaba Juan Pablo II, fue a Ratzinger a quien le tocó enfrentar todos los casos de sacerdotes pederastas que surgieron por todo el mundo.

En febrero de 2008, en la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Sydney, Australia, Ratzinger precisó que los responsables de estos males debían ser llevados ante la justicia.

De los abusos sexuales registrados en las estructuras eclesiásticas en Irlanda se hablaba ya de tiempo y Benedicto XVI se ocupó de ellos  casi desde que se convirtió en Papa, encontrando a los obispos irlandeses, primero en octubre de 2006 y luego en diciembre de 2009, un mes después de que se diera a conocer el Reporte Murphy, donde en 720 páginas se documentaron 320 casos de abusos por parte de 46 sacerdotes de la Arquidiósesis de Dublín, cometidos entre 1975 y 2004.

Antes del Reporte Murphy, en mayo de 2009 aparece el Reporte Ryan, una investigación de nueve años sobre otros casos (se habla de más de mil). Sin embargo, ninguna de estas dos investigaciones recibe la atención que esperan las víctimas.

Al inicio de 2010 los escándalos explotan también en Alemania y la atención se fija en los Ratzinger (Jospeh y Georg, su hermano) cuando el mapa se alarga a las zonas donde ambos han trabajado.

Fue el mismo Joseph Ratzinger, quien desde 2001, siendo responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y bajo la presión de los escándalos registrados y verificados en Estados Unidos, comienza a promover una línea de mayor rigor contra los casos de pederastas, pero evita eliminar la norma relativa al secreto, evitando así que los culpables puedan ser procesados y juzgados bajo la ley de los hombres y siendo amonestados sólo por la Iglesia.

La descristianización de Occidente, sobre todo de Europa, llevó a Benedicto XVI a crear un dicasterio para la Nueva Evangelización y para ello convocó un sínodo de obispos. El Papa tendrá que canalizar las propuestas de los prelados, entre ellas una catequesis adecuada y el uso de nuevos lenguajes para mostrar a Cristo.

Faltan sacerdotes

La reforma de la curia romana es urgente, sobre todo tras estallar el escándalo VatiLeaks, que desveló intrigas y enfrentamientos en la curia, y tras comprobarse como no funcionó cuando Benedicto XVI levantó la excomunión al obispo lefebvriano Richard Williamson, cuando era conocido su negacionismo del Holocausto, y él lo desconocía.

Otro punto es la escasez de vocaciones y la consiguiente disminución de sacerdotes. Cada día hay más parroquias sin sacerdotes y éstos tienen que cubrir varios pueblos.

Ante este problema, vuelve a surgir el tema del celibato. Benedicto XVI defendió el celibato sacerdotal y mantuvo cerradas las puertas del sacerdocio a los homosexuales, aunque concedió más dispensas que su predecesor a clérigos para que se casasen.

La Iglesia que se encontrará Francisco tiene pendiente el tema de la colegialidad, es decir la relación entre la Curia y los episcopados nacionales, uno de los puntos que quedaron sin resolver en el papado de Ratzinger.

Numerosos obispos consideran que hay que potenciar el gobierno común de la Iglesia y aumentar las atribuciones de las conferencias episcopales, mientras que en la curia vaticana son muchos los que piensan que debe prevalecer el gobierno central de la Iglesia.

El camino hacia la colegialidad es largo y según el teólogo heterodoxo Hans Kung, Roma sigue exhibiendo un Iglesia fuerte, absolutista, que reúne en sus manos los poderes legislativos, ejecutivos y judicial, que no tiene en cuenta la universalidad de la misma.

Otro Papa que no fue europeo

Jorge Mario Bergoglio no es el primer hombre de origen no europeo en convertirse en Papa. Aproximadamente mil 300 años antes que el nombramiento de Francisco la Iglesia católica nombró como su líder máximo a el papa Gregorio III nacido en Siria.

El ascenso de Gregorio III a la silla papal ocurrió en el año 731 durante los funerales de su antecesor, Gregorio II, en los cuales fue aclamado por el pueblo romano gracias a su reputación de santo, excelente administrador y grandes conocimientos de las sagradas escrituras.

De acuerdo con el sitio de internet “Enciclopedia Católica”, el mandato de Gregorio III fue confirmado hasta un mes después de ser elegido por los romanos.

Uno de los actos más contundentes del prelado durante su mandato fue el establecimiento de la excomunión a personas que condenaran o destruyeran imágenes sagradas, esto luego de fuertes enfrentamientos con el entonces emperador bizantino, León III, quien emprendió como política religiosa la iconoclasia, es decir la destrucción de iconos religiosos de esa o alguna otra cultura.

Protestó ante dichas medidas del emperador estableciendo la celebración de honores especiales a imágenes y reliquias en particular de San Pedro, pero también agredió verbalmente en diversas ocasiones al emperador  León III a través de varias cartas llamándolo bárbaro y hereje.

Después de estos acontecimientos el papado de Gregorio III, que duró diez años, transcurrió en calma.

Lo llamaban el “Amigo de los pobres” por sus actos de caridad, que dirigía especialmente a Inglaterra. En el Libro de los Papas (Liber Pontificalis) se afirma que Gregorio III fue: “un hombre profundamente humilde y verdaderamente sabio. Conocía muy bien la Sagrada Escritura y su sentido, y sabía de memoria los salmos. Fue un predicador elegante, que tuvo mucho éxito”.

Se calcula que la muerte de Gregorio III ocurrió el 10 de diciembre del año 741.

Además de Gregorio III, se pueden contar como Papas no europeos a hombres que nacieron en regiones una vez controladas por Roma, pero que en la actual formación del mapa mundial no se constituyen como tierras europeas. Entre ellos podemos mencionar al Papa San Milcíades, nacido en África del Norte, quien ocupó la silla papal del año 311 a 314.

También se tiene registrados al papa Víctor nacido en Libia, quien ordenó del año 189 a 199; Teodoro I, originario de Cisjordania, al mando de 642 a 649; Juan V nacido en Antioquía, hoy Turquía; así como otros dos Santos Padres nacidos en Siria: Sisinio y Constantino.

Le ven con carisma

La elección del papa Francisco da un nuevo impulso a las predicciones sobre el futuro de la Iglesia y, al mismo tiempo, despierta las expectativas de los fieles sobre las características que tendrá el hombre que llevará las riendas del catolicismo durante los próximos años.

Jorge Mario Bergoglio fue ordenado cardenal por Juan Pablo II en el consistorio del 21 de febrero de 2001, con el título de San Roberto Belarmino. El nombre elegido para su papado –Francisco – es homenaje a Francisco de Asís por sus raíces jesuitas.

El diario sudamericano El Colombiano, destacó que al margen de los retos que asumirá el Pontífice en relación con la doctrina y las necesidades actuales de la Iglesia católica, los feligreses recrean la imagen de un Papa, que a juicio del padre Enrique García, Vicerrector de la Universidad Católica del Norte, tendrá la oportunidad de liderar los procesos de renovación que demandan los fieles.

La mayoría de ellos coinciden en que la Iglesia debe estar en manos de un hombre carismático y en contacto directo con sus seguidores. Una imagen similar a la de Juan Pablo II durante los primeros años de su pontificado, y según la opinión de algunos feligreses, algo distante a la de Benedicto XVI.

 A pesar de las diferencias en el carácter y las distancias que se demarcan entre Bendicto XVI y Juan Pablo II, García asegura que percibe en la feligresía un ambiente de acuerdo alrededor de la necesidad de que el nuevo Papa retome los aspectos más destacados de los dos últimos pontificados.

 Aclara que “la Iglesia requiere a un hombre tan claro como Benedicto XVI” y al mismo tiempo alguien que, como Juan Pablo II, logre comunicar de manera amplia el mensaje de la doctrina católica”.

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