Fumata negra en El Vaticano; concluye primera votación del cónclave
Los 115 cardenales reunidos en el cónclave en la Capilla Sixtina no llegaron a un acuerdo para designar al sucesor de Benedicto XVI en la primera y única elección de ayer; se prevén cuatro sufragios para hoy
ROMA, 13 de marzo.– A las 19:42, hora local, cuando de la chimenea comenzó a salir humo negro, terminó la espera del día para miles de fieles católicos que seguían los acontecimientos en el Vaticano.
En ese momento supieron que había pasado otro día sin Papa, por lo que rápidamente comenzó a vaciarse la Plaza de San Pedro, donde personas de todo el mundo habían esperado durante más de dos horas la primera ‘fumata’ tras el ingreso de los 115 cardenales al cónclave.
La de ayer fue una jornada larga, luego de que por la mañana se celebró la misa Pro eligendo romano Pontifice; luego siguió el largo rito para entrar a la Capilla Sixtina, donde los cardenales juraron, uno a uno, el secreto que deberán conservar sobre todo lo que digan, escuchen y vean ahí adentro.
“Nosotros, cardenales de la Santa Iglesia romana, de la orden de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos, prometemos, estamos obligados y juramos, todos y cada uno, de observar exactamente y fielmente todas las normas contenidas en la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis del Sumo Pontífice Juan Pablo II, enmendada con Motu Proprio del Sumo Pontífice Benedicto XVI, y de mantener escrupulosamente el secreto de todo lo que tenga que ver con la elección del Pontífice romano, y que por su naturaleza, durante la sede vacante, exista el mismo secreto”, expresó el cardenal Giovanni Battista Re, el más anciano de los cardenales obispos.
La ceremonia comenzó a las 16:30 horas, tiempo de Roma, cuando todos los purpurados reunidos en la Capilla Paulina comenzaron su procesión hasta la Capilla Sixtina.
Ahí todos se formaron para jurar ante el Evangelio. “Spondeo, voveo ac juro (prometo, me obligo y juro)”, respondieron en latín todos los cardenales.
El primero en hacer su juramente fue el cardenal camarlengo Tarcisio Bertone. Después de él siguieron los 114 cardenales y, por último, monseñor Guido Marini pronunció alrededor de las 17:30 horas el “Extra omnes” y todas las personas que acompañaron a los cardenales tuvieron que salir para que comenzara formalmente el cónclave.
Adentro quedaron sólo los 115 cardenales electores que deberán elegir al Papa número 266 y quienes ayer sólo votaron una vez, pero por el humo negro se supo que ningún candidato alcanzó el mínimo de 77 votos.
La ceremoniosidad del interior contrastó con otra manifestación en la Plaza de San Pedro, donde dos mujeres de Ucrania, del movimiento Femen, llegaron a pecho descubierto y soltaron una especie de humo rosa que no duró mucho tiempo, pues la policía las detuvo.
Hoy continuará el cónclave y se prevé que se realicen cuatro votaciones durante el día, pero saldrá humo negro sólo en dos ocasiones, al término de la mañana o al finalizar la tarde.
En caso de que se elija a un Papa, el humo blanco podría salir al finalizar cualquiera de las cuatro votaciones.
Es decir, que si no se designa un Papa, habrá humo negro a las 12:00 y 19:00 horas, tiempo de Roma (7:00 y 14:00 horas, tiempo del centro de México).
Denunciaron a pedófilos en los 60
Los abusos sexuales dividen e inquietan al cónclave porque ese comportamiento de los sacerdotes es un problema que la iglesia no ha resuelto, afirmó Ignazio Ingrao, periodista y escritor que acaba de publicar el libro El Concilio secreto, donde asegura que de los padres pederastas se sabía desde la década de los 60 y no en los 90, como mucho tiempo ha sostenido la jerarquía católica.
A través de documentos que encontró en el Archivo Secreto del Vaticano, narra cómo en 1965, cuando se llevaba a cabo el Concilio Vaticano II, un teólogo francés de nombre Paul Winninger quiso alertar del problema al papa Pablo VI y a la comunidad.
“Cuando él llegó al Concilio, imprimió y difundió entre los dos mil 500 padres conciliares un folleto en el cual, por primera vez, se denunció la difusión del crimen más infame en el seno de la Iglesia católica: los abusos de los sacerdotes contra niños’.
“La secretaría del Concilio, guiada entonces por monseñor Pericie Felici, interceptó el folleto y lo secuestró inmediatamente, prohibiendo su difusión”.
“Así, la pedofilia desapareció de la agenda ecuménica a pesar de que en ese tiempo también llegó otra denuncia de parte de una mujer norteamericana, quien escribió una carta a Pablo VI en la que reveló los abusos cometidos por padres y monjas en los dormitorios de los colegios norteamericanos”.
Ingrao aseguró que la mujer se refería a su propia experiencia y pidió ser escuchada por el Papa, pero ninguno de los denunciantes fueron tomados en cuenta.
“Tuvieron que pasar más de 30 años para que la Iglesia admitiera la difusión de la pedofilia. Un silencio que tuvo consecuencias enormes.”
El escrito de Winninger iba al corazón del problema, cuenta Ingrao: “imponiendo la obligación del celibato en manera absoluta, sin ninguna dispensa, la ley actual termina a veces por ofender la moral y aparece como un exceso de poder”.
Para Ingrao, no es un misterio que la línea de tolerancia cero, impuesta por Benedicto XVI encontró siempre muchos obstáculos. Asegura que la elección del nuevo Papa se juega también entre quienes buscan salvaguardar la institución de la Iglesia por encima de todo y quienes están convencidos que de frente a los abusos contra niños, la única vía es la de la denuncia y la transparencia total.
Pagan 10 mdd a víctimas
La arquidiócesis de Los Ángeles, California, llegó a un acuerdo extrajudicial para compensar con casi 10 millones de dólares a cuatro víctimas de abusos sexuales, dijeron los abogados acusadores a la cadena CNN.
El ex sacerdote Michael Baker, vinculado al caso resuelto ayer, habría abusado de los entonces menores en varias ocasiones en la década de los 70, según dijeron los abogados.
El acuerdo coincide con el cónclave cardenalicio en Roma para la elección de un nuevo Papa en el que participa el cardenal de Los Ángeles, Roger Mahony.
El eterno papable
En los pasillos vaticanos cuentan que quien entra como papable a un cónclave sale cardenal, y que el menos pensado resulta ser el elegido para convertirse en sucesor de San Pedro.
Ese dicho se cumplió en el arzobispo de Génova, Guiseppe Siri, quien participó y fue el favorito en las últimas cuatro elecciones papales del siglo XX.
Siri fue ordenado cardenal por Pío XII en enero de 1953 y con ello tuvo el derecho de participar en el cónclave para elegir al sucesor del Pontífice.
A pesar de ser el favorito, su juventud no jugó a su favor, pues contaba con 52 años.
Del cónclave de octubre de 1958 fue elegido otro Giuseppe pero de apellido Roncalli, quien tomaría el nombre de Juan XXIII y reformaría la Iglesia católica mediante el Concilio Vaticano II.
La leyenda cuenta que en esa elección fue elegido Siri la tarde del 26 de octubre de 1958, pues los testigos que aguardaban en la Plaza de San Pedro dijeron que de la chimenea salió humo blanco por varios minutos, pero éste fue tornándose negro.
En 1961 fue publicado un informe en el que se aseguraba que los servicios de inteligencia estadunidenses habían informado a su gobierno que Siri fue elegido y que tomó el nombre de Gregorio XVII, pero antes de presentarse al mundo fue presionado por un sector del Colegio Cardenalicio para que diera marcha atrás a su aceptación debido a su juventud.
Dos días después fue elegido el cardenal de 77 años, Angelo Giuseppe Roncalli.
Tras la muerte de Juan XXIII, el cardenal Siri encabezaba nuevamente la lista de los papables pero sus rivales progresistas impulsaron en el cónclave de 1963 la candidatura de Giovanni Battista Montini por temor a que el conservador Siri diera marcha atrás al Concilio Vaticano II y lo clausurara antes de tiempo. De esta forma, tras tres días de votaciones, Montini se convirtió en el papa Paulo VI.
En el cónclave de agosto de 1978, el cardenal Giussepe Siri encabezaba por tercera vez la lista de los papables junto con el liberal Benelli. En las primeras votaciones Siri obtuvo la mayoría de los sufragios, pero no bastaban para ser elegido. Tras varios votos resultó elegido el cardenal Albino Luciani quien decidió llamarse Juan Pablo I.
Pasaron 33 días y falleció el Papa. En el cónclave de octubre de 1978 nuevamente Siri encabezaba las preferencias.
Horas antes del inicio del cónclave, la Gazzetta del Lunedì publicó una entrevista con Siri, en la que atacaba algunas reformas del Concilio. Siri había pedido que se publicara ya iniciado el cónclave, pero apareció antes y los cardenales vieron la publicación y perdió el favor de una parte de los electores.
La elección se trabó y hubo necesidad de un trato entre los dos punteros. Finalmente fue elegido el polaco Karol Wojtyla.
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