Logo de Excélsior                                                        

Etgar Keret 'Cuando escribo, pierdo el control'

El escritor israelí habla con Excélsior de su experiencia literaria y adelanta su próxima visita a México

Virginia Bautista/ Enviada | 31-05-2011

TELAVIV, 31 de mayo.- “Cuando escribo, pierdo el control”, confiesa el escritor Etgar Keret. “Cuando escribo no sé qué pasa, ni qué hora es. No pienso en nada, porque ante mis ojos hay mucha diferencia entre ficción y realidad. Cuando escribo me conecto con mi propia conciencia”.

A sus a 43 años, el cuentista, guionista, autor de novelas gráficas y cineasta admite que las mejores aportaciones a su vida las han hecho los escritores que perdieron el control, que se dejaron llevar por sus historias. “Muchos esperan el momento adecuado para escribir. Para mí es lo opuesto, no tengo una disciplina estricta, ni mucho tiempo para sentarme, por eso escribo cuentos breves. Todo sobre lo que la realidad dice no, en mis relatos digo sí. Me hace feliz ser escritor”, agrega.

En la ciudad donde nació en 1967, donde escogió vivir en un barrio tranquilo y caminar junto al mar con su hijo de cinco años, a pesar de la amenaza latente que genera el conflicto con los árabes, el narrador más popular entre la juventud israelí acepta que su nacionalidad lo ha definido como escritor.

“Vengo de una familia muy especial. Mis padres son sobrevivientes del Holocausto. Mi hermano mayor es un radical de izquierda que ha conocido la prisión. Mi hermana está en el lado contrario, es radical judía; tiene 11 hijos, a quienes les habla sólo en Yidish, seis nietos y 48 años”, describe.

“Mi familia no escogió su ideología, por eso he aprendido a escucharlos, de lo contrario casi no hablaría con ellos, porque cada uno es muy diferente. Creo que escoger te hace alguien y te vuelve humano. Siempre me esfuerzo por ponerme a mí mismo en mi lugar. Tengo una posición muy socrática: no dar respuestas, pero sí hacer preguntas sobre lo que se piensa. Ser escritor es sentirse libre y buscar un mundo mejor”, añade.

El autor de Extrañando a Kissinger, nombrado uno de los 50 libros israelíes más importantes, aclara que cuando escribe sobre el judaísmo o sobre un soldado que muere no sólo aborda temas israelíes. “Hablo de mi propia vida. Mi mejor amigo, por ejemplo, murió en el ejército. Era muy mal soldado, pero el gobierno lo glorificó a su muerte. Yo lo recuerdo de la peor manera. Eso es material para la ficción. Me gusta desmitificar los tabúes sin hacer alusión directa de ellos”.

Quien publicó su primer libro en 1992, Tuberías, y cuya obra ha sido traducida a 16 idiomas, considera que la sociedad israelí es compleja y diversa; pero que ahora “comienza a desaparecer la forma monolítica de pensar”.

En la cafetería del Hotel Cinema, edificio que durante la década de los 50 albergó un cine popular, Keret cuenta entusiasmado que su nuevo libro, que se acaba de publicar con el título de Suddenly someone knocked at the door”, se encuentra en el primer lugar en ventas en la librería virtual Amazon.

El volumen que reúne una treintena de cuentos, que el narrador promoverá en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y en la Ciudad de México en noviembre y diciembre próximos, es el primero que realiza con la visión de padre. “Es muy diferente, pues es el primero que escribo como padre. Pienso que es mi mejor libro”, añade.

El autor de Un hombre sin cabeza, volumen que a principios de año llegó a las librerías mexicanas, confiesa que por el momento no trabaja un proyecto específico, sino que ha comenzado un guión cinematográfico del que aún no quiere dar detalles.

Planea más bien pasar más tiempo con su familia y disfrutar del barrio en Tel Aviv donde vive desde hace 20 años. “En diciembre estaré por primera vez en la Ciudad de México y tal vez me anime a pasar unas vacaciones por allá”.

Te recomendamos

Comparte en Redes Sociales