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Nacional

Sesión solemne da paso a festejo; hubo porras, aplausos... y protestas

Ya con la banda presidencial, López Obrador dejó San Lázaro rodeado de un enjambre de personas que querían saludarlo

Leticia Robles de la Rosa | 02-12-2018
 El Presidente estuvo rodeado de políticos de todos los colores partidistas que querían saludarlo a su salida del Palacio Legislativo de San Lázaro. Foto: AFP
El Presidente estuvo rodeado de políticos de todos los colores partidistas que querían saludarlo a su salida del Palacio Legislativo de San Lázaro. Foto: AFP

CIUDAD DE MÉXICO.

Cruzó los brazos sobre el pecho, para así abrazar al mismo tiempo el Escudo Nacional de la banda presidencial y al pueblo que le gritaba “es un honor estar con Obrador”; “presidente, presidente”; “no estás solo” y “sí se pudo”, mientras ondeaban una Bandera Nacional.

Ya como Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador salió del Palacio Legislativo de San Lázaro rodeado de un enjambre de políticos que no lo dejaban avanzar, pero los gritos de centenares de ciudadanos que detrás de cuatro alejadas rejas le lanzaban a quien consideran uno de los suyos, lo hizo romper el protocolo y el itinerario.

López Obrador los escuchó, los vio y en medio del enjambre que lo rodeaba, se abrió paso, se acercó a la reja de San Lázaro y desde ahí abrazó a quienes con su voto lo llevaron a la silla presidencial.

No tengo derecho a fallar”, había dicho momentos antes desde la tribuna del Congreso de la Unión en un discurso de una hora, 18 minutos y 40 segundos, con el cual regresó a San Lázaro la antigua tradición de que un Presidente de la República dirija su primer mensaje en el recinto parlamentario; el último que lo hizo fue Vicente Fox, ya que la polarización política les impidió a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto hacerlo.

Al pueblo es “al único al que debo sumisión y obediencia”, dijo en la tribuna del Congreso, desde donde observó a la oposición, encarnada en el PAN, exigirle bajar el IVA en la frontera, reducir el precio de la gasolina y extender una manta en repudio de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ausente de San Lázaro, pero mencionado por el anfitrión. Y oyó a la oposición contar con Morena hasta 43 para pedir justicia para los normalistas de Ayotzinapa.

López Obrador sí los vio y los escuchó, al grado de que primero les dijo que el lunes se creará la comisión de la verdad sobre el caso Ayotzinapa y luego para ironizar que quienes autorizaron el alza a las gasolinas ahora piden su reducción. Prometió que en tres años, una vez concluida la nueva refinería y rediseñadas las actuales, el precio bajará.

Los panistas empezaron filosos, incluso impidieron que el presidente del Congreso, Porfirio Muñoz Ledo, les diera la bienvenida a los invitados especiales. Al grito de “receso, receso”, los panistas lo obligaron a callar.

“No pueden dar la imagen de un partido salvaje” les recomendó Muñoz Ledo, el mismo político que hace 30 años, en 1988, inauguró la etapa de los legisladores rebeldes en actos oficiales, al interpelar por primera vez en la historia a un mandatario federal, Miguel de la Madrid.

Las pancartas y los gritos fueron también para el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, a quien recibieron con júbilo escasos gritos de priistas, pero el cartel de “Enrique Bombón, te esperan en prisión”, apareció en su camino a la tribuna.

Serio, pensativo, por momentos prolongados casi inmóvil, Enrique Peña Nieto escuchó a su sucesor abrir su mensaje con un reconocimiento hacia él por no haber metido las manos en el proceso electoral, como sí lo hicieron otros presidentes, según López Obrador. Sólo la promesa de su sucesor de que “por ninguna circunstancia me reelegiré” lo hizo voltear y abrir más los ojos, y la frase de “me canso ganso”, al referirse al aeropuerto de Santa Lucía, hizo que Peña Nieto sonriera.

López Obrador no escuchó los mensajes de los partidos políticos, previos a su protesta, pero la oposición coincidió en expresar temores de un gobierno con poderes metaconstitucionales, sin contrapesos, con ajustes a modo de las leyes existentes, con el poder concentrado en una sola persona, sin equilibrio real de poderes y con lesiones al federalismo, como expresaron PRD, MC, PRI y PAN.

El Partido Verde, en voz del senador Raúl Bolaños, habló bien del gobierno de Enrique Peña Nieto, del que fue aliado, y le dio el respaldo al nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

 

Imagen intermedia
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Pero el discurso del nuevo Presidente de la República fue directo a los partidos políticos de oposición, hacia la clase política que dominó al país desde 1982 y a quienes hicieron negocios con ellos, a costa del perjuicio del pueblo, al poner en marcha el neoliberalismo, que según describió, fue el único causante de los graves problemas que enfrenta México, desde la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y hasta el crecimiento de la diabetes.

No se trata de un asunto retórico o propagandístico. Estos postulados se sustentan en la convicción de que la crisis de México se originó no sólo por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predominio en este periodo de la más inmunda corrupción pública y privada.

En otras palabras, como lo hemos repetido durante muchos años, nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo”, dijo López Obrador mientras los senadores del PAN, partido que gobernó 12 años al país, y del PRI, quienes tuvieron el poder presidencial desde el movimiento revolucionario, escucharon sin mayores exabruptos.

Fue la reiteración de que el nuevo gobierno federal no perseguirá a los corruptos del pasado, porque hacerlo divide al país, lo que generó la protesta panista. Gustavo Madero, exdirigente nacional del PAN y hoy senador, se puso de pie a unos metros de la tribuna para alzar una cartulina con el mensaje de “Ni perdón ni olvido. Justicia”.

Los perredistas, otrora dueños de las protestas en el Legislativo contra los presidentes de la República desde Miguel de la Madrid, cuando Porfirio Muñoz Ledo inauguró las interpelaciones, hasta Enrique Peña Nieto, quien jamás pudo hablar ante el Congreso, ayer se limitaron a levantar algunas cartulinas para exigir un salario digno para todos los mexicanos.

Y Morena, el nuevo partido oficial, creado con trozos del PRI, PAN y PRD, asumió el rol de la porra incondicional del Presidente de México, de los aplausos, del intento por arrebatar mantas incómodas y el que se puso de pie para saludar a Evo Morales, presidente de Bolivia, y para ovacionar en ausencia a Nicolás Maduro, mandatario de Venezuela.

 

cva

 

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