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Histórico 1968: gran manifestación

Al estilo de los grandes espectáculos se publicó en Excélsior la invitación a la marcha silenciosa del 13 de septiembre de 1968, que se convirtió en uno de los símbolos del Movimiento Estudiantil

Andrés Becerril | 13-09-2018
Histórico 1968: gran manifestación
Hace 50 años, Ifigenia Martínez dijo que era partidaria de las luchas cívicas y políticas, porque las universidades son los centros más sensibles y receptivos de los problemas contemporáneos.

CIUDAD DE MÉXICO.

Con el estilo como solían anunciarse los grandes espectáculos públicos hace medio siglo y aun antes, la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democrática anunció el 13 de septiembre de 1968 en un desplegado en la página 36 de Excélsior la marcha que se convirtió en uno de los símbolos en el Movimiento Estudiantil: la marcha del silencio.

En paralelo a la publicación del desplegado de media plana, se conoció la segunda carta del Consejo Nacional de Huelga (CNH) dirigida al presidente Gustavo Díaz Ordaz. En esta ocasión el remitente fue Marcelino Perelló Valls; la primera había sido firmada por Juan José Martínez de la Garza. Igual que la otra, la Presidencia de la República turnó ésta a la Secretaría de Gobernación.

“Gran manifestación”, se lee en primer término en el desplegado de los profesores, donde los más visibles eran Heberto Castillo, Eli de Gortari y Luis Villoro. La inserción estaba dirigida al pueblo de México, a los estudiantes y a los egresados de los Centros de Educación Superior.

“Invitamos a la gran manifestación silenciosa en apoyo al movimiento estudiantil popular y su pliego petitorio de los 6 puntos”, dice la convocatoria.

La manifestación del 13 de septiembre de 1968 se realizó del Museo de Antropología al Zócalo de la capital de México. “Como todas las manifestaciones anteriores, ésta se desarrollará dentro del mayor orden, sin ánimo alguno de enfrentar a los manifestantes al gobierno, por lo cual hacemos a éste responsable de los disturbios que en la misma tenga lugar”, se lee en el desplegado de los profesores.

Días atrás la idea de una manifestación silenciosa surgió de un estudiante de medicina, identificado en la nota de Excélsior como José Oseguera. Aunque después muchos de los que se convirtieron en líderes históricos se adjudicaron la paternidad de esa idea que le dio la vuelta al mundo.

En la nota informativa firmada por Jaime Reyes Estrada, que apareció en la primera plana del diario, titulada “Desea el Comité de Huelga que haya una solución antes de la Olimpiada”, el acuerdo tomado en varias escuelas, facultades e institutos de la UNAM, fue no regresar a clases el 17 de septiembre de 1968, fecha con la que habían estado presionando a los estudiantes desde distintos Consejos Técnicos.

También se acordó acelerar los trámites para sentarse a dialogar con las autoridades antes del inicio de la Juegos Olímpicos, agendados para el 9 de octubre siguiente.

En esa jornada informativa se hizo pública la carta firmada por Marcelino Perelló Valls, fechada el 10 de septiembre, dirigida a Díaz Ordaz. A nombre del Consejo Nacional de Huelga (CNH), en este caso de la membresía de la UNAM, los estudiantes apelaban al artículo 8 de la Constitución para solicitarle al mandatario un diálogo público.

“Nos permitimos recordarle que el compromiso contraído por nuestra patria al organizar los XIX Juegos Olímpicos nos obliga a ambas partes a acelerar la resolución definitiva del problema para llevar a cabo con el éxito que todos esperamos el evento deportivo y cultural más importante del mundo”.

Fue el secretario de la Presidencia, Emilio Martínez Manautou —suegro del fundador del Partido Verde en 1986, Jorge González Torres y abuelo de Jorge Emilio González Martínez, quien ha sido presidente de ese partido y legislador—, quien se encargó de enviarle al secretario de Gobernación, Luis Echeverría, la comunicación del CNH, firmada por Perelló.

Por su parte, el oficial mayor de la Presidencia de la República, Juan José Domené, le escribió a Perelló Valls, lo siguiente: “En atención a su instancia de 10 de los corrientes, recibida en la Oficialía de Partes de esta Secretaría, por acuerdo superior hago de su conocimiento que en esta misma fecha fue turnada a la Secretaría de Gobernación para los efectos de los artículos 90 y 92 constitucionales”.

En la nota periodística de Reyes Estrada se lee que en la sesión del CNH se había acordado realizar la manifestación publicitada por los profesores en su desplegado, no obstante las amenazas de represión.

Los estudiantes informaron que solamente llevarían a la marcha pancartas y mantas sobre los seis puntos del pliego petitorio.

Programaron la conformación de 80 columnas en las que estarían representadas todas las escuelas, facultades e institutos que llevaban más de 50 días en huelga. En las primeras columnas programaron que las pancartas estuvieran relacionadas con el artículo 145 del Código Penal.

De la 11 a la 20, sobre la destitución de los jefes policiacos, después sobre la desaparición del cuerpo de granaderos, deslinde de responsabilidades, diálogo público, indemnización a las víctimas y otras demandas del pueblo.

Ante un eventual acto de represión por parte de las fuerzas del orden, los estudiantes planeaban no contestar la agresión y partir hacia un sitio de reunión que habían acordado, pero que no fue dado a conocer a la prensa.

En franca disminución de presencia mediática, los estudiantes del Politécnico, de Chapingo y las Normales simplemente se sumaban y en sus reuniones, según el reporte periodístico, acordaron seguir en huelga hasta que se cumpliera el pliego petitorio, porque “volver a clases sería tanto como claudicar”, dijeron.

No obstante que la membresía de la UNAM seguía avasallando en las decisiones del CNH, en los turnos para los oradores en la manifestación del 13 de septiembre de 1968, estudiantes del Poli, Chapingo y las Normales, además de la UNAM, tenía un sitio asegurado.

También en la primera plana de Excélsior de hoy ha ce 50 años se publicó en una nota las opiniones de tres personajes del ámbito universitario. El título de la información fue “El descuido a la juventud, por parte de los maestros, ha contribuido al conflicto”.

Los entrevistados son Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, quienes armaron la Corriente Crítica dentro del PRI, en 1986. En esta nota es nombrada como Ifigenia Navarrete. Navarrete era el apellido de su marido, el economista Alfredo Navarrete Romero. Martínez era la directora de la Escuela de Economía.

También hablaron entonces los abogados Ricardo Torres Gaytán y Juan Manuel Terán Mata, ambos miembros de la junta de gobierno de la UNAM.

La maestra Ifigenia, descrita en la información como joven, respetada, que viste siempre a la última moda y está enterada de todas las corrientes últimas del pensamiento humano, dijo:

“El rector Barros Sierra reunió a todos los directores de las diversas facultades de la UNAM antes de lanzar su mensaje a los estudiantes, que consideró ha sido oportuno y necesario.

“Habló de que la Universidad se encuentra en peligro porque se ha alejado de su función principal, que es la de servir como centro docente de la más alta cultura, técnica e investigación”.

Ifigenia Martínez, que con la siguiente declaración, de hace 50 años, deja en claro sus posiciones de congruencia, saliéndose del PRI, fundando el PRD, abandonando al PRD y en 2018 siendo parte de Morena: “Soy, desde luego, partidaria de las luchas cívicas y políticas, porque las universidades son los centros más sensibles y receptivos de los problemas contemporáneos”.

Sin peligro

Torres Gaytán, por su parte, sobre la situación que vivía la UNAM, debido al Movimiento Estudiantil, dijo: “Yo pienso que por ahora, la autonomía no está en peligro y, en la medida en que llegara a peligrar, todos los universitarios saldríamos en su defensa, y aun muchos no universitarios que son conscientes de que los centros de cultura superior son reducto de la libertad y la soberanía nacional”.

Terán Mata, en la misma información de Excélsior hoy hace 50 años, planteó:

“El rector y las autoridades de la Universidad han mantenido el principios de la legalidad dentro y fuera de la UNAM. Este principio es la base de la autonomía. El clima de violencia, y aun de anarquía, imposibilitan la normalización de las labores académicas. Esto se motiva en el hecho de que intervienen dentro de la crisis una serie de partes con diferentes estructuras. La Universidad tiene un sistema diferente al Politécnico y a su vez sobre la llamada coalición de los estudiantes, actúan padres e hijos (relación familiar); alumnos y maestros (relación escolar) y gobernantes y gobernados (relación política)”.

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