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El dilema migratorio de nuevo pisa fuerte en la Unión Europea

A pesar de las discrepancias, los países del bloque acordaron medidas para controlar el flujo de personas que llegan a su territorio 

Patricia Godoy / Corresponsal | 07-07-2018
Ilustración: Julio Ang

BARCELONA.

La Unión Europea (UE) ha sometido estos días a debate uno de los asuntos que más envenenan las relaciones entre sus 28 países miembros: la inmigración. Y llegaron a un acuerdo que muestra su viraje hacia la línea dura.

Tras una ardua negociación, en la que el desencuentro era el punto de partida, los líderes europeos consiguieron pactar tres principales politicas para enfrentar la crisis migratoria: reforzar el control de sus fronteras, crear centros de retención de inmigrantes “controlados” en suelo europeo e instalar plataformas de desembarco en el norte de África.

Moderación contra beligerancia. Por un lado, el bloque integrado por los países más influyentes (Alemania, Francia, España) abogaban por un acuerdo consensuado que respondiera al reto de la inmigración con una visión más blanda; por el otro, los países del Visegrado (Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa) mostraban posturas de rechazo a los inmigrantes.

De hecho, la clave que hizo que estos países del este levantaran el pie del bloqueo para que el acuerdo avanzara, fue que estas políticas serán voluntarias. Esto significa que su aplicación es incierta, pero apacigua los ánimos de ambos bloques.

LAS OPCIONES

La novedad del acuerdo fue propuesta por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y apoyada por su par español, Pedro Sánchez.

Se trata de centros para trasladar a los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo financiados y gestionados por la UE, donde procesarán con rapidez las demandas de asilo de quines cumplan con los criterios.

 Estos centros podrían estar situados en Italia, Grecia o España, las tres zonas que más inmigrantes reciben, sin embargo, la iniciativa aún es una incógnita.

El acuerdo también recoge la iniciativa –quizá la más polémica– de crear plataformas de desembarco regionales en el norte de África. Una especie de campos de refugiados a los que trasladan a los inmigrantes rescatados en el marco de operaciones de salvamento en el Mediterráneo.

El objetivo es “destruir el modelo de negocio de los traficantes” para evitar que la gente siga embarcándose en viajes peligrosos y así reducir la cifra de migrantes que pisan suelo europeo.

Este tipo de instalaciones estarían gestionadas por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones con financiamiento de la UE.

Los gobiernos europeos están dispuestos a proveer más dinero para lograr que países terceros sigan ayudando a frenar el flujo de migrantes. El acuerdo toma el desbloqueo del segundo tramo de tres mil millones de euros destinados a la Facilidad de refugiados de Turquía, para ayudar a los sirios desplazados, y la transferencia de 500 millones del Fondo Europeo de Desarrollo al Fondo fiduciario para África.

CASO AQUARIUS

Los desacuerdos europeos en torno al problema migratorio se pusieron de relieve tras el escándalo del barco Aquarius, que con 630 inmigrantes a bordo fue rechazado por el actual gobierno de Italia y se vio obligado a desembarcar en Valencia, España.

Pero las profundas discrepancias comenzaron en 2015, cuando Europa vivió su mayor crisis migratoria y de refugiados en décadas. Las fronteras comunitarias fueron atravesadas por personas que huían de África y Oriente Medio.

Aquel año, 3,771 personas murieron en el Mediterráneo intentando llegar a las costas europeas y más de un millón pidieron asilo. Las cifras prendieron todas las alarmas en muchos países miembros.

El debate migratorio se ha convertido en un elemento altamente desestabilizador en Europa. Sin embargo, pese a las profundas discrepancias, los 28 líderes consiguieron, de momento, calmar las fuertes turbulencias.

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