Pabellón de México, relectura sobre la migración y otros desplazamientos

CIUDAD DE MÉXICO. Una propuesta sensorial, experiencial, ligada a la abstracción y a la ficción desde el tema de los desplazamientos. Así podría definirse la idea central del Pabellón de México para la 17 Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia 2021, que se expondrá del 22 de mayo al 21 de noviembre de 2021 en el Antiguo Complejo del Arsenal de Venecia.

El pabellón fue elaborado con hilos, plomadas, paisajes sonoros, un glosario de palabras y ensayos visuales que exploran el tema con proyectos que apostaron por la precariedad, detalló a Excélsior la cocuradora Elena Tudela.

Toda la propuesta de este año se ha basado en un tema procesual. Los proyectos seleccionados vienen desde ciertas condiciones de precariedad, de pocos recursos, que de poco se hace mucho y no son proyectos que llamen la atención en sí mismos si los ves en una imagen, pero sí si vas entendiendo los procesos que van promoviendo”, dijo.

Y abundó: “A todos les afectó la pandemia, se puede ver en la bienal y en los proyectos que están ahí. Creo que México logra un pabellón muy contundente en ese sentido y las reacciones han sido emocionantes”.

Por su parte, la Coordinación Nacional de Artes Visuales del INBAL detalló que el pabellón tuvo un costo de 3.8 millones de pesos, debido a los efectos de la pandemia.

Por las condiciones económicas globales, por efecto de la emergencia sanitaria, el equipo curatorial se planteó desde el inicio de la propuesta arquitectónica, una economía alterna, acorde con el discurso del mismo Pabellón, por tanto, la producción de todo el proyecto se realizó en Italia y el costo general estimado incluyendo diseño, montaje y desmontaje”.

Tudela se concentró en explicar la propuesta: “El pabellón consiste en una serie de muros hechos de hilos y plomadas, es decir, un muro bastante etéreo; el hilo y la plomada nos hace alusión a la construcción de lo que se coloca para que éste no se vaya chueco y juntamos un montón de plomadas, que generan un muro a través del cual se desplazan cosas”.

Aunado a esto, “el visitante tiene que recorrer un trayecto casi laberíntico a lo largo del pabellón, en zigzag, con una parte central muy bien iluminada que revela cómo esos desplazamientos no son siempre sencillos, rápidos ni ágiles”.

Y recordó que, para esta edición, el curador principal de la bienal, Hashim Sarkis, planteó la pregunta: ¿Cómo viviremos juntos? A partir de esa idea, el comité curatorial conformado por Natalia de la Rosa, Isadora Hastings, Elena Tudela y Mauricio Rocha tuvieron cinco sesiones con los participantes para responder con un planteamiento a la bienal.

Coincidieron en que, a partir de covid-19, “no vivimos juntos y no hay una colectividad”. Además, que pese a “vivir uno al lado del otro, sabemos que a escala global y local hay muchísima inequidad y que existe un problema de justicia ambiental y social”, para lo cual partieron de los desplazamientos como la migración “que nos atraviesa continentalmente, pero también de otras especies, analizando la biodiversidad con la que contamos como país.

Decidimos abordar el tema de los desplazamientos para cuestionar cómo la arquitectura, históricamente, se ha entendido como una disciplina más fija y controladora de las cosas, (donde) nos enseñaron a querer tener control de cómo se ven las cosas y cómo hemos aprendido de condiciones europeas, que no siempre se aplican a los ecosistemas de la CDMX”, señaló.

En esencia, el pabellón presenta el trabajo de los participantes, pero también contiene una lectura curatorial que es llevada a una ficción a partir de un glosario de términos de distintas disciplinas en torno al desplazamiento respecto de la arquitectura.

Y concluyó: “El pabellón piensa un poco en el desplazamiento de los migrantes y de las especies. Sin embargo, la arquitectura poco puede hacer por la migración. Es algo que nos sobrepasa, pero que hay que aprender a observar, a entender, a vivir y por eso es vivencial”.

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