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Expresiones

Mirar el centro de la herida; María Negroni habla sobre su más reciente novela

La escritora argentina dedica la ora al lenguaje y a la figura de la madre, decisivos en su vida

Virginia Bautista | 19-11-2022
Foto: Random House/  Fotoarte: Horacio Sierra
Foto: Random House/ Fotoarte: Horacio Sierra

 

Entra a mi casa y mira lo que hay”. Esta es la invitación que la escritora argentina María Negroni (1951) hace a los lectores en El corazón del daño, su tercera novela, en la que, admite, “hay una especie de abandono de los disfraces”.

La poeta y traductora afirma que es su obra más íntima y personal. “Esta ficción es una especie de ‘pasen y vean’. Esto fue mi vida, como yo la invento, como la recuerdo. Sé que es un libro difícil, pero creo que también es el más hospitalario, en el sentido de que permite mirar mi interior”.

En entrevista con Excélsior, la doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Columbia define a esta entrega como un dispositivo literario. “El libro incluye distintos tipos de discursos: hay algo de ensayo, de poesía, de autobiografía, de memorias, una pasión de escenas.

Me parece que se va armando a medida que se lee, eso es lo que llamo el dispositivo. Pero lo que me interesa cuando uso esa palabra es señalar, sobre todo, que es un objeto de lenguaje para ubicarlo dentro de la literatura. El libro busca instalarse como un acto de lenguaje”, explica.

La narradora aclara que “una de las preguntas que subyace en el libro es cómo se forma una mujer escritora, con todas las dificultades y los obstáculos que encuentra en su desarrollo.

Es vital que quede claro que el primer plano es la relación con la lengua. En ese sentido, la figura de la madre es muy importante, porque el lenguaje nos viene de ella, por eso hablamos de la lengua materna; es la primera que nos transmite el uso de la lengua”, agrega.

Quien es profesora visitante en la New York University desde 2008 señala que una segunda instancia de la novela es la biblioteca.

Sería como la madre transformada en los libros. Pero cuando hablo de lo maternal también evoco la pérdida, porque lo materno está vinculado a un exilio que cada uno sufre al momento de nacer, cuando somos expulsados de nuestro pequeño paraíso, que es el lugar prenatal donde vivimos sin necesidades.

A nivel individual, y de la humanidad, tenemos la misma sensación al ser arrojados a la vida; y ésta implica la muerte, el sufrimiento, todo eso viene con ella”, agrega.

La catedrática de la argentina Universidad Nacional Tres de Febrero añade que lo mismo que nos hace sufrir, nos hace crear. “Podríamos decir que el sufrimiento y la creación son dos caras de la misma moneda. Si fuéramos eternos, si no tuviéramos que padecer lo que nos toca, quizás no habría arte; porque éste es justamente la pregunta, la oposición, la rebelión frente a todas nuestras limitaciones”.

Para Negroni, “la escritura es una suerte de ceguera trabajosa, porque hay que trabajar mucho; pero, en realidad, cuando escribes no sabes muy bien qué estás escribiendo ni hacia dónde vas, ni qué vas a descubrir al final del proceso; no lo sabes, y eso es una de las maravillas de la escritura y del proceso creativo.

Cuando escribes pierdes la noción del tiempo. No sabes de antemano qué vas a hacer, porque si lo supieras no habría creación. Creo que la escritura es una especie de descenso a los infiernos para averiguar quiénes somos. ¿Cómo escribí el libro? No lo sé, pero mientras lo iba terminando e iba tomando forma, me di cuenta de que estaba escribiendo un libro muy desnudo. Esa fue la primera sensación y me asusté, porque por momentos es hasta cruel”, dice.

El corazón del daño (Literatura Random House), destaca, fue un descubrimiento a la vez de sí misma y de todo. “Cuando uno toca ciertas cuerdas que son tuyas, también son de los demás. Todo forma parte de lo que somos en la tristeza, la alegría, la desesperación, el entusiasmo. El corazón remite al amor, a la emoción; es el centro de algo, es como mirar el centro de la herida”, indica.

La autora de las novelas El sueño de Úrsula (1998) y La anunciación (2007) admite que en algo se parecen a su nueva entrega, que publicó 14 años después. “En las tres hay una impronta poética muy importante y el lenguaje es el personaje principal de alguna manera, además de la fortaleza de la mujer”.

 

 

cva

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