Retrato hablado: Neymar, la esperanza de Brasil

El Mundial en su país le llegó a los 22 años de edad al ariete que vale cerca de 60 millones de euros, pero él se lo toma con calma, como lo ha hecho a lo largo de su vida

Ilustración: Abraham Cruz

CIUDAD DE MÉXICO, 15 de junio.- Neymar (Mogi das Cruzes, 1992) es un entusiasta del futbol y los videojuegos, pero también de los trucos de magia. El balón y La asombrosa historia de Mr. Snow, un documental de ficción que relata la vida de uno “de los ilusionistas más grandes y desconocidos de la historia”, obra del brasileño Antonio Díaz, popularmente conocido como el Mago Pop (Premio Nacional de Magia), forman parte de un viejo escondite de su vida en Sao Paulo.

Quienes lo vieron crecer en Mogi das Cruzes, Leme y Várzea Grande (Mato Grosso) lo describen como un futbolista rápido, eléctrico y resolutivo, capaz de inventarse algún truco en el momento de mayor tensión. Algo parecido a lo que se veía en las funciones del Mago Pop. “Pueden decir que es presumido o fanfarrón, pero sólo busca divertirse”, agregan sus amigos. Mientras cursaba la primaria, Neymar fue sorprendido varias veces cortando las redes de voleibol colgadas en el patio de su escuela. Su madre Nadine recibió las quejas e intentó actuar con regaños, mas luego entendió que la razón principal tenía que ver con el futbol.

Neymar no tuvo una vida traumática como la de Cristiano Ronaldo ni cambió de país siendo niño, como Lionel Messi. Creció feliz, dedicado a la fantasía y el balón, pasando dificultades en zonas difíciles de Brasil, pero no en una favela rodeado de excesos. Cumplida la mayoría de edad descubrió que iba a ser padre junto a Carolina Dantas (de 17), madre del pequeño David Lucca. Su relación fue breve pero, a pesar de ello, logró conservar una comunicación amistosa, que se mantiene aún después de varios años.

Desde los ocho años, Neymar asiste a una iglesia protestante, influenciado por Gremetal, su entrenador de futbol de salón en aquel tiempo. Fue bautizado en 2008, en San Vicente, una ciudad de 332 mil habitantes en el área metropolitana de Santos, por el pastor Newton Lobato y, aunque es tímido en el culto y suele sentarse por lo general en las últimas filas intentando pasar desapercibido, no deja de reconocer la influencia de Dios en su talento.

Una vez que su padre Neymar da Silva Santos cerró su etapa como futbolista profesional, volvió, junto a su familia, a la Baixada Santista, donde se estableció definitivamente: primero en Sao Vicente, en casa de su abuela materna, y una vez que nació Rafaella, la hermana de Neymar, en Praia Grande. “Él es quien controla su dinero y cumple la labor de manager”, dicen algunos trabajadores del Santos. “Siempre supo que tenía un diamante y lo ha pulido de manera inteligente”.

Su carrera empezó en el futbol de salón gracias a Betinho, su descubridor, con quien formó parte del Tamiaru. Luego pasó a defender entidades de la ciudad de Santos, como la Portuguesa Santista, el Gremetal (club del sindicato de metalúrgicos) hasta finalmente llegar al Santos (2003), donde fue ubicado en la academia de juveniles. “Neymar estaba viciado por el balón, pocas veces vi a un chico con tantas ganas de jugar como él”, explica Darlan Sant’Ana, su técnico en el Colegio Lupe Picasso.

Sus condiciones, por encima de la media, provocaron que fuera el mejor en todas las categorías por donde pasó, situación que vivía con total normalidad. Ganó torneos locales y regionales, jugó contra rivales de mayor edad y ni siquiera así se reservó algún desborde o intento de magia. Conoció a Ganso, su mejor amigo en el proceso de aprendizaje, y estuvo a punto de unirse al Real Madrid de no ser porque el Santos pagó un millón de reales para mantenerlo en sus filas y llevarlo al primer equipo (2009).

Con tan sólo 17 años, tuvo su debut el 7 de marzo de 2009 en la victoria de su equipo sobre Oeste FC (2-1). Tras una semana, anotó el primero de los 14 goles que acumularía al final de la temporada ante el Mogi Mirim.  Su actitud fue la misma de siempre: Neymar se divertía fuera y dentro del estadio, hacía peinados extravagantes y utilizaba el Twitter para comentar la telenovela de moda en su país.

El Peixe sumó tres Campeonatos Paulistas (2010, 2011 y 2012), una Copa de Brasil (2010), una Copa Libertadores (2010) y una Recopa Sudamericana (2012), con Neymar al mando del juego. Su nivel lo llevó a la selección, primero en las categorías sub 17 y sub 20, y luego a la mayor, con la que disputó la Copa América 2011 (quedando en cuartos de final), los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (segundo lugar), y la Copa Confederaciones 2012 (campeón).

Tras haber marcado más de un centenar de goles con el Santos y sumar un sinfín de distinciones individuales, el sueño de jugar en Europa decidió cumplirlo con el Barcelona. El 26 de mayo de 2013 el anuncio se hizo oficial: “Neymar costó 57.1 millones de euros y firmó por cinco temporadas”. Las cifras desencadenarían después un fuego cruzado.

Además de lo extra cancha, el seleccionado brasileño tuvo que lidiar con algunas molestias musculares que lo alejaron del balón. Pese a la poca actividad, sumó su primer título europeo con la Supercopa de España (2013) frente al Atlético de Madrid y reflejó un estado de ánimo superior a los problemas.

 Ahora, en tiempos del Mundial, la hegemonía que un día Brasil edificó a partir de Pelé (tres veces campeón del mundo) recae en Neymar, a quien la presión parece no causarle daño. “Yo no noto presión alguna, o, mejor dicho, ya me familiaricé con ella desde que soy profesional”, responde con una sonrisa. “Hago lo que me gusta y asocio la presión con todas las cosas que hago. No puedo estar más feliz, el Mundial es en Brasil”.

Y ya empezó a demostrarlo desde el primer partido.

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