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Malos augurios

Martín Espinosa

Martín Espinosa

Finalmente, los pronósticos se cumplieron y hace unos días se conoció el ranking de las mayores economías del mundo. Como se anticipó hace un par de años, Indonesia terminó por superar a México en lo que al tamaño de su economía se refiere, lo que llaman el Producto Interno Bruto (PIB). El desarrollo industrial del país asiático le permitió enfrentar con mayor éxito la crisis desatada hace dos años por la presencia de covid-19. Lejos quedó el octavo lugar mundial que nuestro país ocupó en los años ochenta. Y, con ello, México abandonó la lista de las 15 economías más importantes del mundo, las cuales son encabezadas por Estados Unidos, con un PIB de 20.81 billones de dólares, seguida de China, con 14.86 billones.

Nuestro país bajó ahora al lugar número 16, con un PIB de 1.04 billones de dólares, por debajo de Brasil, que tiene 1.36 BdD; Australia, con 1.33; España, con 1.25, e Indonesia, con 1.09, según cifras del Fondo Monetario Internacional sobre el comportamiento de 193 naciones.

Se calcula que, por lo menos, hasta el 2025, México se mantenga en el lugar 16 de la lista frente a la economía de Indonesia, que en las últimas dos décadas ha crecido a tasas promedio de 5.3%, muy por arriba de lo que hemos crecido nosotros.

Primero que nada, habría que preguntarnos qué hicieron en aquel país y qué no hicimos en el nuestro para llegar a donde estamos en este 2022. El crecimiento de la economía del país asiático tiene su fundamento en un mercado interno sólido; la contribución del consumo interno al PIB ha aumentado sistemáticamente durante los últimos años con índices superiores al 60 por ciento.

Un estudio realizado hace algún tiempo por la Embajada de México en Indonesia advierte que, con más de 265 millones de habitantes (es el cuarto país más poblado del mundo y la mayor economía del sudeste asiático), la nación se ha convertido en uno de los mercados más atractivos de Asia. Representa el 40% de la población y la misma proporción del producto global de los 10 países miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ANSEA), en términos de poder adquisitivo.

“Indonesia es una democracia consolidada y con una importante autonomía regional. Está ubicado en una de las rutas comerciales más importantes del mundo y cuenta con una localización geográfica estratégica, en una de las regiones más dinámicas del planeta”, señala el estudio de referencia. Y agrega que, gracias a sus “políticas macroeconómicas”, cuenta con fundamentos sólidos para mantener la fortaleza de su economía y avanzar en la mejora de su competitividad y en la disminución de la pobreza. Por ello, se espera que al término de la década actual (finales de 2030) 60 millones de trabajadores indonesios de bajos ingresos se unan a la clase media, con lo que aumentará significativamente la demanda interna de bienes y servicios.

Su industria minorista está creciendo junto con el aumento de la clase media. Los nuevos centros comerciales y supermercados continúan extendiéndose por las grandes ciudades de Indonesia. Tan sólo Yakarta tenía en 2016 más de 170 grandes centros comerciales. Ya ni qué decir del comercio electrónico, que crece velozmente.

Sin embargo, como todo, uno de los “asegunes” que presenta aquel país es su todavía muy elevado nivel de desigualdad. En 2017, un informe de OXFAM colocó a Indonesia como el sexto país más desigual del planeta: el 1% más rico posee el 49% de la riqueza. Asimismo, una oligarquía que surgió de la recuperación económica del llamado “Nuevo Orden”, con la dictadura de Suharto, que duró 31 años, entre 1967 y 1998, mantiene el control de los medios de comunicación, así como el financiamiento a los partidos políticos, con el fin de ejercer una gran influencia en la vida política de la nación asiática.

En fin, que entre “claroscuros”, su economía ya superó a la nuestra y está en la lista de los 15 “más grandes” económicamente. Algunos dirán: “pero aquí somos más felices”.

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