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Confrontación o diálogo

Martín Espinosa

Martín Espinosa

A unas horas de que el demócrata Joe Biden se convierta en el presidente número 46 de Estados Unidos, el gobierno de México, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ha optado —vía el fiscal general, Alejandro Gertz Manero— por el camino del reclamo y la confrontación con la nueva administración norteamericana, algo que, sin duda, marcará las relaciones entre ambos países, por lo menos para los próximos tres años.

En una serie de declaraciones públicas ante diversos medios de comunicación, Gertz Manero “estalló” de plano al expresar “están locos”, refiriéndose a los agentes de la DEA que formularon las acusaciones contra el general Salvador Cienfuegos Zepeda, exsecretario de la Defensa Nacional durante el régimen priista de Peña Nieto.

“Ya le comuniqué a Estados Unidos, a la DEA, que ahí está su expediente y que ellos tienen todo el derecho de irse a defender. Vamos a ir a juicio y no sólo lo vamos a llevar en México; se llevará en carácter (sic) internacional porque esto es un linchamiento... No es el asunto de una sola persona, es el asunto de una institución, de un país y su credibilidad. El que tenga la razón la va a tener; y quien no la tenga va a asumir sus responsabilidades”.

Gertz Manero insistió en que fueron las autoridades estadunidenses las que, en primer lugar, dejaron en libertad al general Cienfuegos. “Lo consideraron inocente, le retiraron los cargos... ¿Cómo si tú tienes un asunto y una investigación sólida, con pruebas irrefutables, las presentas ante un juez y luego ‘te rajas’? Y luego dices que retiras los cargos por razones de quién sabe qué cosa. Eso no tiene ningún valor en un procedimiento penal”.

Y remató el fiscal: “¿Por qué lo perdonaron cuando ya lo tenían presentado ante el juez? ¿O qué? ¿No encontraron elementos y dijeron ‘vamos a echarle la bolita a estos’ y luego les aventamos a todos nuestros incondicionales para que nos fastidien y nos llevemos la friega? N’hombre. ¡Están locos!”.

Muchas han sido las reacciones en el país sobre lo expresado hace unas horas por el alto funcionario mexicano, pero la mayoría coincide en que era innecesario usar un lenguaje como el que utilizó para mostrar la molestia de la administración lopezobradorista. Porque, además, pone en entredicho los supuestos “buenos oficios” tanto del Presidente como del canciller Marcelo Ebrard en las presuntas negociaciones de “alto nivel” que derivaron en la “entrega” del general Cienfuegos Zepeda a las autoridades mexicanas para que sea juzgado en nuestro país bajo el compromiso de que aquí continuarían las indagatorias que desde hace 7 años había iniciado la oficina antidrogas estadunidense.

Tanta era la presión a finales del año pasado, que el propio Ebrard declaró que “sería suicida” si en México no se procesaba y juzgaba al extitular de la Sedena... “La persona, el general Cienfuegos, será sujeto a una investigación en México; para eso se pidió a Estados Unidos toda la evidencia. No quiere decir que ya llegó a México y ya; no, está sujeto a un proceso de investigación. Para eso se requirió la evidencia del Departamento de Justicia. De modo que para México no existe el escenario de impunidad; sería muy costoso para México haber optado por tener esa conversación con Estados Unidos, lograr por primera vez en la historia que se desestimen los cargos contra un exsecretario —en este caso de la Defensa—, que luego sea retornado a México y luego no hacer nada; eso sería casi suicida”.

¿Y ahora? Muchos se preguntan qué sucederá a partir de las próximas horas cuando Biden sea el nuevo mandatario de la Unión Americana. Porque gran parte de la política exterior estadunidense se basa no sólo en el tema comercial y económico. Como parte de su tradicional papel de “vigía del mundo”, figura el tema de aquellos países que “fomentan” el terrorismo y el narcotráfico y es, precisamente, en estos terrenos en los que caen como “cubetadas de agua fría” las declaraciones del fiscal Gertz Manero. Aunque él diga que se trata solamente de un problema legal y no diplomático.

Por lo pronto, será la primera crisis interinstitucional que tenga que atender el nuevo huésped de la Casa Blanca, que hoy toma posesión en medio de la peor pandemia de las últimas décadas. Hacía ya mucho tiempo que no se observaba tal situación en las relaciones entre la DEA y un gobierno en México, desde el asesinato de Enrique Camarena.

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