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Nacional

Recuerdan a mamás entre ruinas; regresan a pueblo fantasma

Debido al bajo nivel de la presa Gustavo Díaz Ordaz, de Sinaloa, exhabitantes vuelven a pisar lo que antes fue Terahuito

JESÚS BUSTAMANTE/ Corresponsal | 11-05-2021
Los familiares rezaron ante las tumbas de sus familiares muertos en Terahuito.

CULIACÁN.

El nivel del agua se reduce drásticamente en las presas de Sinaloa. Los pobladores la consideran la peor sequía de las últimas décadas porque ha descendido tanto, que algunos pueblos resurgieron de las profundidades. 

Luego de que Excélsior diera a conocer la semana pasada del bajo nivel del agua en la presa Gustavo Díaz Ordaz, habitantes han reportado una evaporación de hasta 30 centímetros de agua diariamente. 

Don Guillermo cuenta su historia. Fue desplazado de Terahuito cuando tenía 39 años de edad, un pueblo enclavado en lo alto de Sinaloa Municipio, y al que no habían vuelto a ver desde hace más de 40 años, todos sus pobladores fueron reubicados en Guasave. 

La sequía dejó al descubierto algunas casas, la escuela y el cementerio, por lo que algunos han aprovechado para visitar a sus familiares, quienes quedaron en aquellas viejas tumbas. 

Parecía imposible regresar a su pueblo, las emociones son diversas, y casi con lágrimas en los ojos, don Guillermo se toma un momento para recordar el momento de su partida. 

Siento “cosas malas, pues aquí se hizo viejo uno, pues”, dijo. 

Gran parte de su familia quedó sepultada en este panteón, sus padres y algunos hermanos están entre ellos, pero ahora tiene la oportunidad de mostrarle a sus descendientes el sitio dónde creció, y en donde están sus ancestros. 

“Tuve la oportunidad de venir aquí otra vez, a ver las ruinas, y la familia”, expresó. 

María Estela Báez aprovechó para llevar algunas flores a sus seres queridos, y junto a su familia dedicó algunos rezos a sus difuntos, y a todos quienes ya no tienen quien los visite. 

“Venimos a hacer un rosario, y a visitar nuestros seres queridos que están aquí sepultados, yo tengo mis hijas, tengo mi suegra, mi suegro, mis tías, bueno, un chorro de familia que quedaron aquí”, aseguró.  

La única forma de llegar a las ruinas de lo que alguna vez fue el pueblo de Terahuito es atravesando la presa en lancha, lo que permite darse cuenta de la gravedad del problema por la falta de agua, pero también, apreciar o imaginar el sitio donde vivían. 

Las tumbas ya no están solas, las familias hacen viajes especiales para llegar a ellas, y aprovechan para contar algunas historias a sus descendientes, quienes nunca habían estado en ese lugar.  

Además de las tumbas, también se observan algunas casas, y la escuela Agustín Melgar, a donde fue Alizandro Román, quien se fue cuando tenía sólo nueve años de edad, quien ahora recuerda con nostalgia sus aventuras. 

“Yo cuidaba muchas chivas del pueblito; todos estos terrenos me las llevaba así, ahora vienes y volteas y casi dices, esta piedra, esa piedra la conozco, estos palos, son donde agarras los sentimientos encontrados”, dijo. 

Hace más de 40 años, el gobierno reubicó a unas 500 personas en el municipio de Guasave para construir la presa, pero el nivel del agua nunca había estado tan bajo, según dicen sus antiguos pobladores, de continuar así, se podrán apreciar más vestigios, pero crecerán sus problemas a consecuencia de la sequía. 

 

 

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