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Expresiones

‘Todos somos víctimas y verdugos, cualquiera se convierte en monstruo’: Jorge Volpi

La novela ‘Partes de guerra’, hurga en los orígenes de la violencia en una sociedad regida por la mentira, la manipulación y el engaño

VIRGINIA BAUTISTA | 07-05-2022
Foto: Roberto Melo/ Cortesía Alfaguara/ Fotoarte: Horacio Sierra
Foto: Roberto Melo/ Cortesía Alfaguara/ Fotoarte: Horacio Sierra

 

CIUDAD DE MÉXICO. “Aquí, cualquiera se convierte en monstruo”. Afirma uno de los personajes de Partes de guerra (Alfaguara), la nueva novela de Jorge Volpi en la que todos son, al mismo tiempo, víctimas y victimarios.

Nadie se salva de la violencia, porque ésta es la realidad cotidiana del país y cualquiera puede ser víctima y verdugo. Es algo que me interesaba mucho explorar”, afirma el escritor en entrevista.

Esta historia, en la que la mentira, la manipulación y el engaño son los ejes centrales, se desarrolla en la frontera sur del país, donde México es el verdugo, para contrastar con el papel de víctima que enfrenta en la frontera norte, en el tema de la migración, explica.

El narrador nacido en 1968 ubica la trama en Frontera Corozal, un pequeño poblado a orillas del Usumacinta, donde un par de migrantes descubre el cadáver de una chica de 14 años, quien fue asesinada, se sabrá después, por su prima y su novio, en presencia de dos niños.

 

Imagen intermedia
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Quise, desde la neurociencia, recrear el poder de las emociones. La narradora y los protagonistas buscan en la razón los orígenes de la violencia y se dan cuenta que, en todos los casos, estamos gobernados en realidad por las emociones.

También vinculábamos la conciencia y la autoconciencia, que es lo que nos define, con la inteligencia, con la corteza cerebral. Y no, es más probable que la conciencia surja de las emociones y los sentimientos, todavía algo más primario”, detalla.

El autor de 15 novelas señala que sus personajes hallan una multiplicidad de factores que generan la violencia, no sólo uno. “Encuentran factores externos e internos, unos sociales, otros económicos, políticos, familiares, íntimos, neurológicos; está la violencia ambiente contra los migrantes, del crimen organizado, la intrafamiliar, la violencia de género. Todas se van multiplicando y encuentran un estallido incontrolable en los niños”.

Dice que quería hacer un paralelismo entre dos mundos que parecen tan distintos: el de los investigadores y el de los infantes de Frontera Corozal.

“Piensan que unos estudian a los otros, pero en realidad los adultos se vuelven espejo de los niños y viceversa. Y, en medio, distintas formas de guerra.

Se dan diferentes dinámicas en los jóvenes y en los neurocientíficos. Tras creer ciertas cosas, descubren que la realidad era mentira, se ve cómo se manipulan unos a otros, cómo mantienen secretos y vidas ocultas”, añade.

El ensayista aborda también la injerencia de los medios de comunicación en estos sucesos violentos. “En cada caso que se vuelve mediático, se observa que las investigaciones están mal hechas, que hay intromisión de la política, de los medios, porque la justicia no existe, no hay posibilidad de solución ni de reparación, ni de no repetición ni de verdad.

Ese es el país en el que seguimos viviendo, lo constatamos todo el tiempo. Vemos cómo los medios manipulan la información y terminan distorsionando los hechos. Mas, en un México tan polarizado como el nuestro, no importa lo que sea, está deformado”, considera.

Sin embargo, los personajes de Volpi, a pesar de ser seres pesimistas y desconfiados, siguen creyendo que, “en medio de la violencia, el amor y la amistad pueden salvarlos, protegerlos, resguardarlos. Pero no, también ahí hay espacios para violencias distintas. Aunque algunos deciden no ceder y finalmente se dejan llevar por el corazón”, admite.

El autor de Las elegidas (2014) y Una novela criminal (2018), las primeras dos partes de una trilogía que recrea la violencia en México, que cierra

Partes de guerra, confiesa que el desafío mayor en esta novela fue crear los personajes de los adolescentes y los niños.

Encontrar cómo hablaban, como vivían, cómo se comunicaban. Fui a Frontera Corozal, pocos mexicanos sabemos que existe. Es un lugar que se parece más a Guatemala que a México, hablan el chol, sus casitas son de madera o de lámina, ninguna calle está asfaltada y hay muchos templos evangélicos. Te das cuenta que esa Centroamérica también es México”, asegura.

Tras esta compleja obra de ficción, construida a partir de voces y tiempos entretejidos, Volpi prepara ahora un ensayo.

 

cva

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