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Expresiones

Rosario Castellanos y Raúl Ortiz y Ortiz, una amistad conmovedora

Las 50 cartas que intercambiaron la poeta y el traductor, entre 1966 y 1974, muestran sus gustos, preocupaciones y añoranzas

Virginia Bautista | 15-03-2023
Fotos: Tomadas del libro Cartas encontradas (1966-1974)/ Fotoarte: Horacio Sierra
Fotos: Tomadas del libro Cartas encontradas (1966-1974)/ Fotoarte: Horacio Sierra

En Israel, donde era embajadora de México, la poeta, narradora y ensayista Rosario Castellanos (1925-1974), considerada una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX, “estaba en un momento de plenitud de su vida”, afirma sin dudar el investigador Ángel Cuevas.

Estaba escribiendo teatro, poesía. Se sentía libre, consumada, contenta. Estaba redactando un diario no de lo que le ocurría, sino de lo que se le ocurría, decía ella misma. Viajaba mucho a Europa, a Irán”, detalla el coordinador editorial del libro Cartas encontradas (1966-1974), que reúne unas 50 misivas que la feminista pionera escribió a su amigo Raúl Ortiz y Ortiz (1931-2016).

Gracias a esta correspondencia ahora conocemos por qué Castellanos se aisló hacia 1973, dejó de enviar su columna a Excélsior y de escribir, pues la perturbaba mucho estar en un país en guerra; pero no quería regresar, contaba, porque deseaba proteger a los mexicanos allá”, explica en entrevista quien fue secretario particular del erudito en música, literatura y cine Ortiz y Ortiz.

Esta comunicación fue íntima y conmovedora, porque fueron grandes amigos. Se conocieron desde 1961 en la UNAM, cuando eran catedráticos de literatura comparada y a la vez funcionarios. Fue una amistad de 13 años. La correspondencia está fechada de 1966 a 1967, y
luego de 1971 a 1974.

Fue una amistad entrañable basada en el intercambio de intereses literarios, culturales, artísticos. Les gustaba el cine, iban al teatro juntos, intercambiaban libros, platicaban todo el tiempo sobre los acontecimientos culturales. Pero, sobre todo, los unía su fascinación por la gastronomía y, especialmente, por la cocina yucateca”, narra.

Publicado por el Fondo de Cultura Económica, editado por Alfonso D’Aquino y con prólogo de Ortiz y Ortiz, quien fue el albacea literario de Castellanos, el título fue trabajado por éste durante los últimos tres años de su vida.

Ha costado mucho trabajo que este libro vea la luz. Don Raúl lo confeccionó durante los últimos tres años de su vida; pero hubo una serie de obstáculos que hicieron que la publicación se postergara siete años después de su muerte”, detalla Cuevas.

Destaca que conoció al también traductor de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, hacia 2006, cuando fue a presentar a Morelos una nueva edición de este cuento. “Como el equipo editorial de D’Aquino, lo contactamos y nos permitió consultar el archivo de Lowry que conservaba y, posteriormente, el de Castellanos”, indica.

Este epistolario nos permite conocer su preocupación como madre, cuando dejó a su hijo pequeño para ir a dar clases en Estados Unidos, aunque se reunió con él pronto. También se observa la añoranza que sentía por México”, agrega.

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Dice que la autora de Balún Canán, Oficio de tinieblas y Rito de iniciación, con quien se perdió la conexión hacia el final de su vida, nunca dejó de escribirle a su amigo y ahora esas misivas llenan la laguna de información que se tenía.

Un día antes de su muerte, un amigo de ella, Nahum Megged, colega en la Universidad de Jerusalén, viajó a México y se hospedó en casa de don Raúl. Ahí, éste recibió una llamada de María del Carmen Millán para ver si sabía de ella por los rumores de su muerte.

Se comunicaron a la Embajada de Israel y lograron hablar con el chofer de ella, quien la auxilió tras sufrir una fuerte descarga eléctrica. Y les contó que no murió en su casa, sino en una ambulancia rumbo al hospital”, añade Cuevas.

Imagen intermedia

Con estas cartas se cubre la laguna que había en su vida y obra en ese periodo. Y la publicación permite a los historiadores de literatura mexicana, a los estudiosos de su obra, conocer lo que estaba ocurriendo, a través de una fuente fidedigna, en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, en el ámbito cultural de diversos países”, concluye.

Cartas encontradas, que se presenta mañana, a las 19:00 horas, en el Centro Cultural Bella Época, incluye fotografías de Castellanos, algunas inéditas, del acervo de Ortiz y Ortiz. “Destaca una de Rosario niña y otra donde está en Jerusalén en 1974, que puede haber sido la última que le tomaron”.

 

cva

 

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