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Así fue como Matsumoto pintó de azul y violeta la Ciudad de México

Jacaranda es un género de unas 50 especies aceptadas, de las 120 descritas,​ de árboles y arbustos de la familia de las bignoniáceas, típicos de la América intertropical y subtropical

Peter D. | 21-01-2024
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La Ciudad de México, conocida por su rica historia y vibrante cultura, debe parte de su belleza actual a Tatsugoro Matsumoto, el paisajista japonés que "pintó" sus calles de azul y violeta con la introducción de las jacarandas.

Nacido en Japón, Matsumoto llegó a México a principios del siglo XX. Con un profundo conocimiento en horticultura y paisajismo, su visión transformó varios espacios urbanos de la capital. Pero su legado más perdurable y visible son, sin duda, las jacarandas.

Estos árboles, originarios de América del Sur, fueron plantados por Matsumoto en numerosos lugares de la Ciudad de México. Con su adaptabilidad al clima y suelo local, las jacarandas no solo prosperaron sino que se convirtieron en un símbolo icónico de la ciudad. Cada primavera, estas majestuosas especies inundan las calles, parques y avenidas con sus flores de tonos azules y violetas, creando un espectáculo natural que atrae tanto a residentes como a visitantes.

La obra de Matsumoto no solo embelleció la ciudad sino que también fomentó un aprecio por la naturaleza y la importancia del paisajismo en el entorno urbano. Hoy, las jacarandas de la Ciudad de México son un recordatorio vibrante de cómo la visión de un hombre puede dejar una huella imborrable en el paisaje de una ciudad.

Con cada temporada de flores, los habitantes de la Ciudad de México recuerdan y celebran el legado de Tatsugoro Matsumoto, cuya visión artística y amor por la naturaleza transformaron la capital en una pintura viviente de azules y violetas.

Jacaranda: se conoce como jacarandá, jacaranda, gualanday o tarco

Escribió Sergio Hernandez Galindo para Excélsior: 

En el año de 1912, el alcalde de la ciudad de Tokio, Yukio Ozaki, obsequió a Estados Unidos cerca de tres mil árboles de cerezo, que se plantaron en la capital de ese país. En los siguientes años, la ciudad de Washington se vio inundada de millones de cerezos en flor que empezaron a pintar con su color todo el paisaje de la capital estadunidense al inicio de la primavera.

En la Ciudad de México hubo un intento para plantar miles de árboles de cerezo. El presidente Pascual Ortíz Rubio, durante su estancia en el cargo (1930-1932), solicitó al gobierno japonés la donación de ese tipo de árboles para colocarlos en las avenidas principales de la ciudad como símbolo de amistad entre ambos pueblos. El Ministerio del Exterior de Japón le pidió a un migrante que ya tenía décadas de residir en México, Tatsugoro Matsumoto, su consejo para determinar si era factible que la flor se adaptara a las condiciones de la ciudad. El migrante explicó a ambos gobiernos que la floración del cerezo era poco probable que se realizara, debido a que se requería un cambio mucho más brusco de temperatura entre el invierno y la primavera, que la Ciudad de México no experimentaba. De este modo, el proyecto quedó desechado ante la experta recomendación de Matsumoto. Vendrían las jacarandas. 

Durante esos difíciles tiempos, el árbol de jacaranda se reprodujo ampliamente en la ciudad de México y otros lugares al grado de considerarse como flor nativa. El consejo de Tatsugoro fue certero y visionario por lo que hoy podemos disfrutar de nuestro hanami (fiesta de observación de flores) con las jacarandas que en los meses de marzo y abril se nos aparecen de pronto como magia y nos recuerdan que los Matsumoto siguen con nosotros.

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Sergio Hernández Galindo es egresado de El Colegio de México donde se especializó en estudios japoneses. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la emigración japonesa  a México como a Latinoamérica.

Su libro Los que vinieron de Nagano. Una migración japonesa a México (2015) aborda las historias de los emigrantes provenientes de esa Prefectura antes y después de la guerra. En su reconocido libro La guerra contra los japoneses en México. Kiso Tsuru y Masao Imuro, migrantes vigilados explicó las consecuencias que el enfrentamiento entre Estados Unidos y Japón acarreó para la comunidad japonesa décadas antes del ataque a Pearl Harbor en 1941.

Ha impartido cursos y conferencias sobre este tema en Universidades de Italia, Chile, Perú y Argentina así como en Japón donde fue parte del grupo de especialistas extranjeros en la Prefectura de Kanagawa y fue becario de Fundación Japón, adscrito a la Universidad Nacional de Yokohama. Actualmente es profesor-investigador de la Dirección de Estudios Históricos del  Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

 

 

 

 

 

 

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