“Toca el balón...”; crónica de una despedida

Nacho Trelles seguía en el banquillo, entre el sueño y la lucidez de un hombre de 103 años. Sentado en el sillón de su casa, con los ojos entreabiertos, el eterno técnico mexicano daba indicaciones a un equipo invisible. Más bien, murmuraba: “toca el balón en corto, uno o dos toques y lo sueltas...”. Así pasó las últimas horas. Dice Maru, su hija mayor, que el legendario tapatío pidió ir a la cama, apenas tocó la almohada y cerró los ojos para siempre. Sucedió el martes a las 19:45 horas

En 2016, Nacho Trelles visitó Excélsior, días antes de su centenario. Foto: Archivo Excélsior
En 2016, Nacho Trelles visitó Excélsior, días antes de su centenario. Foto: Archivo Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Perdido en su mundo, Nacho Trelles solía mirar la TV sin importar si se trataba de un partido de futbol o una película policiaca. Sentado en el viejo sillón de su casa, donde vivió los últimos años al lado de su hija Lety, la menor de cinco herederos, el eterno estratega mexicano gastaba las horas con poca comunicación con el exterior.

Mirar el llamado juego del hombre, como decía el inolvidable Ángel Fernández, hablarles a los hombrecitos en pantalones cortos dentro de la pantalla, darles indicaciones. A veces quedarse dormido, con el aparato encendido. Otras, cambiarle a alguna película o de plano recuperar los periódicos leídos en la mañana y volver a mirar los titulares.

Hace un par de días -cuenta su hija Maru, la mayor-, papá comenzó a murmurar palabras, como si estuviera dando indicaciones en el vestidor. Estaba medio dormido, con los ojos entreabiertos, decía:  ‘toca el balón en corto, uno o dos toques y lo sueltas’. Lo repitió envarias ocasiones”.

La charla entre Maru y el reportero se da vía telefónica. Ella está en la vieja casa en San Miguel Chapultepec, donde hijos y nietos velan al difunto de 103 años en privado, quien yace adentro de un féretro con pants negro, playera blanca y gorra. No podía ser de otra manera.

Queremos que mi papá se vaya con la imagen como se le conoció. Incluso, los del funeral nos preguntaron si se le iba a rasurar el bigote. Todos dijimos que no”.

Un funeral privado “porque con esto del coronavirus no es posible invitar a todos sus amigos. Nos hubiera gustado que todos estuvieran presentes, aunque el teléfono en casa no ha dejado de sonar. Marcaron la Tota Carbajal, Chololo Díaz, Wendy Mendizábal, uy, ahorita se me olvidan los otros nombres, pero han llamado hasta de Inglaterra. Es emocionante observar cuánta gente lo quería”.

Nacho Trelles será cremado, como él mismo lo pidió a sus hijos años atrás. “Él quería que sus cenizas fueran esparcidas en el Bosque de Chapultepec”.

Maru deja por un momento los rezos que se acostumbran en los funerales para recordar los gustos de don Nacho por el bailongo, la música de banda como la de su amigo el Cubano Méndez, las grandes orquestas gringas y todo ritmo que le hiciera mover los zapatos de charol en los años 40.

En la charla aparece el nombre de Chelito, aquella jovencita que el flaco Trelles conquistó, acompañado de amigos y un par de guitarras. “De ese matrimonio nacimos yo, Polo, Nachito (murió a los dos años), Lalo y Lety. Mi mamá falleció hace ocho años y tres días”.

EL COLMILLO LARGO

La plática no se puede dar sin que se asome el balón. Se le comenta a Maru que Nacho Trelles fue un técnico polémico, algo travieso. De inmediato aparece en la imaginaria el entrenador con la cachucha puesta y armando borlote a centímetros de la cancha.

Cuando fue técnico del Zacatepec, el estratega mandaba regar el césped y dejarlo un poco más alto. El Zacatepec jugaba en el estadio Coruco Díaz, los domingos a mediodía. El calor hacía lo demás.

En los tiempos de don Nacho, las tarjetas rojas sólo eran para los jugadores. A los técnicos se les pedía que abandonaran el campo. Pero Trelles repetía: “no me voy si no me enseña la tarjeta roja”.

Cuando fue entrenador del Puebla, en los años 70, en una ocasión su equipo sufría ante el rival en turno, en un juego nocturno en el estadio Cuauhtémoc. De pronto, un apagón de más de 30 minutos. Muchos miraron de reojo al entrenador del bigotito.

También se metía a la cancha para interrumpir el partido o lanzaba un balón en pleno partido. Mi papá tenía un colmillo muy largo y se valía de estas actitudes para cambiar el partido”, confiesa su hija.

Comenta que Nacho Trelles sufrió de dolores en la pierna, desde que el Pulques León, jugador del Marte, se le barrió al flaco Trelles (chamaco del Necaxa) y le fracturó tibie y peroné de la pierna derecha. “Mi papá tenía una prótesis en dicha extremidad y a cada rato se quejaba del dolor”.

Aquella fractura le dejó la pierna chueca a Ignacio Trelles, quien se hizo pronto de un título como entrenador. El tiempo y su esfuerzo se encargarían de hacer su trabajo.

Si alguien revolucionó el futbol, ése fue mi papá. Aportó mucho a la Selección Mexicana y a varios equipos. Ahora que mi padre murió, sus hijos nos damos cuenta del cariño que le profesan jugadores, entrenadores y periodistas de distintas generaciones”.

A don Nacho ya no le gustaba que le tomaran fotos y entrevistas daba pocas y siempre por teléfono. Prefería mantenerse en su mundo, encerrado en casa, con la TV encendida, sin importar si se trataba de un partido de futbol o alguna película.

Con el parón deportivo por el coronavirus, Ignacio Trelles se enfocó a mirar viejas pelis. Hasta que hace un par de días, cansado del ayuno futbolístico, comenzó a mirar sus propios juegos imaginarios y a dar indicaciones entre el sueño y la lucidez. “Toca el balón en corto, uno o dos toques y lo sueltas...”.

Maru narra que “el martes, mi papá no quiso comer y se quejaba. Nos pidió llevarlo a su cama. Apenas acomodó la cabeza en la almohada, cerró los ojos. Se le apagó el corazón”.

 

DON NACHO SIGNIFICÓ MUCHO PARA MÍ: BORJA

Enrique Borja se acuerda cuando era un chamaco de los Pumas y el técnico del Tri, Ignacio Trelles, lo llamaba sorpresivamente para ir al Mundial de Inglaterra 66.

Iba en un auto con Aarón Padilla y ambos nos enteramos en la radio que habíamos sido convocados para jugar en dicho mundial”.

La sorpresa mayor que se llevó el Cirano fue que su debut sería en la cancha, ante Francia y en Wembley. Y no en el banquillo como esperaba el novato.

El día del partido, Nacho me dijo ‘vas a jugar’. Su confianza no fue en vano, pues aquella tarde anoté el gol ante Francia”.

La voz de Fernando Marcos en la TV, el grito de “¡Borja, no falles!”, y aquel número 20 marcaba con la zurda, a pase del Gansito Padilla, su compañero de Ciudad Universitaria.

México empataría con Francia 1-1, en un juego en el que Borja se codeaba con personajes como Nacho Calderón, Halcón Peña, Chololo Díaz, Campeón Hernández, Gansito Padilla, Chalo Fragoso y Chava Reyes.

Imagínate lo que significó para mí don Nacho Trelles. Me debutó en un mundial como titular y me enseñó muchas cosas como futbolista”.

Entrevistado vía telefónica hasta Miami, Enrique Borja reconoció que Ignacio Trelles se adelantó a su época, que creó una escuela en el futbol mexicano y que difícilmente algún entrenador en México alcanzará su sitio.

Si me preguntas en qué lugar está Nacho Trelles entre los entrenadores de la Selección Mexicana, sin duda alguna te digo que es el mejor”.

Borja lamentó que no se le pueda hacer un homenaje al técnico fallecido, por causa del COVID-19. “Lo merece”.

-JC Vargas

Temas relacionados:

COMPARTIR EN REDES SOCIALES

SÍGUENOS