México 70: Bombardero sin memoria

Diez tantos le dieron al alemán el título de campeón de goleo en territorio mexicano. Cuatro décadas después, el astro sería atrapado por el Alzheimer

Ilustración: Horacio Sierra
Ilustración: Horacio Sierra

CIUDAD DE MÉXICO.

En 2011, Gerhard Müller fue hallado por la policía de Trento en completa desorientación. El hombre de 65 años, encargado de las reservas del Bayern Múnich, había desaparecido de la concentración en Italia. Sin avisar, tomó un taxi hacia la estación ferroviaria y pretendía regresar a Múnich. El club germano avisó a la policía local. Gerd Müller, el Bombardero en México 70, se había esfumado.

La policía lo encontró 13 horas más tarde en las calles, caminaba sin rumbo fijo. Su esposa viajó 333 kilómetros, de Múnich a Trento, para llevar a Müller de regreso a casa. Fue la primera señal de que el Alzheimer estaba a la vuelta de la esquina. En 2015, el Bayern Múnich, el club donde el goleador se hizo historia, anunció la enfermedad del máximo goleador de la Bundesliga (568 tantos).

Una leyenda del futbol alemán del que sus propios entrenadores se burlaban por tener baja estatura, las piernas cortas y demasiados kilos. El director deportivo de Múnich, Zlatko Cajkovski, dijo en una ocasión que Müller era un atacante con pinta de levantador de pesas.

El ideal de un centro delantero teutón era fortaleza y gran estatura, mientras que el jovencito de 18 años, que llegaba al equipo bávaro en 1964, mostraba piernas demasiado gordas y apenas rebasaba los 1.75 metros de estatura.

Demasiado veloz e inteligente en espacios reducidos, el chaparrito alemán comenzó a mostrar habilidad con ambas piernas y certero con la testa. Los lideratos de goleo llegaron pronto con el club y se convertiría en el mejor jugador de Europa en 1970 con 38 tantos, precisamente el año en el que Gerd debutaría en una Copa del Mundo. México 70 le tendría un lugar muy especial.

Aquella selección alemana llegó con elementos sobresalientes como el portero Sepp Maier, el Kaiser Franz Beckenbauer, el creativo Wolfgang Overath y el veterano Uwe Seeler. Müller tenía 24 años y era la promesa teutona en un cuerpo compacto.

Su dinamita no tardó en estallar. Debutó con un gol ante Marruecos, se destapó con tres ante Bulgaria y repetiría la dosis a Perú. En cuartos de final hizo el tanto del triunfo ante Inglaterra y firmaría un doblete en tiempo extra, en aquel épico encuentro ante los italianos, recordado como El partido del siglo. Sumaría 10 tantos y se convertiría en el campeón de goleo.

El Bombardero alemán llegó embalado al Mundial de Alemania 74, donde marcó otros cuatro goles. Su última anotación le daría el título al cuadro anfitrión sobre la Holanda de Johan Cruyff. Por cierto que en 1973, el Barcelona estuvo a punto de contratar a Gerd, pero su esposa prefirió que se quedaran en Múnich. Entonces, los catalanes optaron por el astro holandés.

Tras 15 años en las filas del Bayern Múnich, el delantero probó fortuna en el Fort Lauderdale Strikers de Florida, donde consiguió un par de lideratos de goleo. Su equipo no pudo ser campeón.

Fuera del futbol, Gerd Müller puso un restaurante y un bar en Estados Unidos. Fracasó como empresario. Después, la depresión por abandonar las canchas lo llevó al alcoholismo. Fue cuando amigos como Seeler y Beckenbauer lo llevaron a rehabilitación y luego se le ofreció trabajar con las fuerzas básicas del Bayern Múnich.

Ahí lo atrapó el Alzheimer.

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