Lo bateó el racismo; sacó dos outs y así acabó su carrera en MLB

Memo Luna recordó que la corta aparición de dos tercios que tuvo en Grandes Ligas se debió a que su manager no quería a los mexicanos

Está en el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano desde 1987 / Fotos: Archivo Histórico del Beisbol / Cortesía Guillermo Luna
Está en el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano desde 1987 / Fotos: Archivo Histórico del Beisbol / Cortesía Guillermo Luna

CIUDAD DE MÉXICO.

Memo Luna acumuló más de mil chocolates por los diferentes diamantes de beisbol en los que desfiló, pero no pudo ponchar al racismo en el mejor escenario: las Grandes Ligas. Una historia de película protagonizó el primer zurdo mexicano en abrir un partido en la Gran Carpa y a quien sólo le alcanzó para retirar dos tercios con los Cardenales de San Luis en 1954. La anécdota enamoró al escritor canadiense W.P Kinsella, autor de la novela El Descalzo Joe, la cual inspiró para la realización de la cinta El Campo de los Sueños. A un equipo de fantasía lo bautizó como Memo Lunatics en homenaje al pitcher capitalino.

Ningún lanzador mexicano ha tenido una estancia tan corta en el mejor beisbol del mundo. Fue una tacita de café amarga para Luna, por el desafortunado trato que recibió del manager de los Cardenales, Eddie Stanky, quien se empeñó por hacerlo quedar mal en el campo a pesar de que San Luis pagó 100 mil dólares para obtener los derechos del gran pitcher, dos veces campeón de efectividad con los Padres de San Diego en las ligas menores.

Desgraciadamente me tocó llegar a un equipo en el que había un racismo tremendo, el manager era racista, no le gustaban los mexicanos”, recuerda Luna sobre su experiencia en 1954, cuando era el único latino en el roster de los Pájaros Rojos. “No sé por qué me sostuvo durante todos los entrenamientos de pretemporada y cuando ya inició la temporada no me ponía a lanzar”, agrega el exbeisbolista, quien unos meses antes de reportar con el equipo de Grandes Ligas lanzó en la liga de Cuba y salió en hombros luego de que, con el Almendares, blanqueó al equipo de La Habana en un partido inaugural. 

El originario del barrio de Tacubaya en la Ciudad de México atiende la charla por medio de una videollamada desde su casa en Los Mochis, Sinaloa, donde el pasado 25 de junio festejó sus 90 años, en medio de la pandemia por covid-19. Presume una memoria impecable, mientras que el buen humor y las emociones lo acompañan al relatar sus historias sobre los diamantes.

Cuando jugué en Tijuana un día lanzaba y el otro también. En un partido ponché a 18 bateadores, al otro día no había lanzador, entonces le dije al manager que me dejara tirar otra vez, pero no quería. Le dije ‘sólo voy a pasar la bola como si fuera una práctica’, me subí a la loma y ponché a otros 18… ¡36 ponches en menos 24 horas! 

 

Luna recuerda que luego de sus impresionantes actuaciones en 1952 y 1953 con San Diego, franquicia que entonces era de ligas menores y con la que ganó 32 partidos, los Cardenales y los Yanquis de Nueva York pujaron para firmarlo.

Hubo muchas versiones sobre la cantidad que se pagó, pero la verdad es que fueron 100 mil dólares y cinco jugadores que le dieron a los Padres. De esa cantidad, a mí sólo me tocaron 4 mil dólares, dos mil que me dio cada equipo. Los Yanquis no le llegaron al precio, me hubiera gustado más jugar con ellos porque ahí hubiera tenido de compañero a mi amigo Whitey Ford”, comenta sobre su relación que comenzó en México con el miembro del Salón de la Fama de Cooperstown.

El primer capitalino en llegar a las Grandes Ligas cuenta que los Cardenales le autorizaron jugar en Cuba a finales de 1953. Luego de cinco partidos en los que se apuntó la victoria, le pidieron guardar reposo para estar listo para la pretemporada. El pitcher solicitó más adelante otra autorización para lanzar en un juego de la Liga invernal en México.

Fue un partido que jugué con el México frente a Aztecas, era una tarde muy fría y muy seca. Estaba lanzando y, cuando intenté tirar una de mis curvas, se me soltó la pelota y sufrí un desgarre en el codo. Aún con el dolor seguí lanzando todo el juego, porque nunca me gustó salir. Pero sí tuve que cambiar mi forma de tirar para amortiguar el dolor y eso también afectó mi hombro”.

Luego de esa dolorosa experiencia, se presentó, unas semanas después, por primera vez al campo de entrenamiento de Grandes Liga con los Cardenales.

Llegando le comenté al manager de mi lesión, pero me dijo que no había concesiones para nadie y que tenía que lanzar. Lesionado estuve tirando la pretemporada y llegué a tener buenos partidos y por eso es que me dejaron en el equipo para iniciar la temporada”.

Los lanzadores de Cardenales no comenzaron bien y había partidos en los que Luna pensaba que podría ser utilizado como relevista para hacer su debut, pero el manager tenía otros planes.

En 1960, Luna fue campeón con los Tigres de la Liga Mexicana de Beisbol.

 

Creo que me quería hacer quedar mal en San Luis y se esperó a que jugáramos de local. Me puso a lanzar en una práctica de bateo, porque en esos tiempos no había máquinas lanzadoras ni nada, y cuál va siendo mi sorpresa que, sin darme reposo, me veo anunciado en el line up para abrir al siguiente día”.

Luna apenas enfrentó a seis bateadores, sólo pudo retirar a dos y, en cambio, recibió par de carreras. Con corredores en primera y segunda, el manager entró a removerlo.

Cuando me sacó me dijo molesto: ‘yo no quiero a los mexicanos’, que en su equipo no iba a poner a jugar a mexicanos. Entonces yo le dije una grosería muy grande porque él entendía español. Lógico, al otro día me hablaron de la oficina para decirme que me enviaban a la sucursal de Rochester. Ahí gané cuatro partidos seguidos y aunque había rumores de que iba a regresar a Grandes Ligas, yo dije que no me interesaba. Que mientras estuviera ese manager yo no iba a regresar. Al siguiente año me mandaron a la sucursal de Omaha y ya no volví a las Grandes Ligas”.

Memo Luna conoció muchas ciudades estadunidenses en sus recorridos por las diferentes ligas en las que jugó y enfrentó más episodios racistas.

En algunos lugares no nos dejaban entrar a los hoteles y restaurantes. Tenían letreros que decían: ’No mexicanos, no negros y no perros’ por lo que teníamos que comer en el autobús del equipo”.

Aunque también se lleva buenos recuerdos, como su amistad con leyendas como Stan Musial, uno de los más grandes jugadores en la historia de los Cardenales y quien fue su compañero. El miembro del Salón de la Fama de Cooperstown cubrió el jardín derecho en el único partido de Luna y sacó un out al atrapar un batazo.

Musial fue un gran amigo, su señora muy buena anfitriona con mi mujer, la quiso mucho. Organizaban pic-nics y nos invitaban con otros jugadores como Peanuts Lowrey y Red Schoendienst. Lo disfruté mucho, aunque duré poco tiempo.”

Memo Luna explica que solo, sin la ayuda de nadie, aprendió a jugar beisbol y a lanzar su famosa curva que lo llevó a Estados Unidos. La historia comenzó con el equipo Estrellas de Tacubaya, con el que jugaba cada domingo y se coronó invicto con récord de 25-0, todos los partidos lanzados por el zurdo.

Tenía muy buena velocidad, en ese tiempo no había forma de medir la velocidad, pero creo que estaba arriba de las 90 millas, mas lo mejor era mi curva. También tiraba screwball, aunque no mucho, por lo complicado de tirarlo y poder sufrir una lesión”.

A su regreso de Estados Unidos, el capitalino pudo jugar al fin en su ciudad, con los Tigres, a los que ayudó a ganar el título de 1960 al terminar con récord 15-6. En la Liga del Pacífico fue fiel a los Cañeros de Los Mochis. En 1962, ya como manager- jugador de la Liga Peninsular, intentó subirse a lanzar en un partido en Campeche.

No llegué la pelota al home. Entonces cuando llegué al hotel saqué mi uniforme al patio y le prendí fuego. Ahí terminó mi etapa como jugador”.

 

LOS DATOS

 

  • En 1954, también debutaron en MLB los mexicanos Vinicio García y Robert Greenwood.
  • Fue la temporada que Beto Ávila logró el título de bateo; Indios perdió la Serie Mundial.
  • Luna fue el primer zurdo mexicano en abrir un partido de MLB.
  • Logró más de 300 ponches y ganó 26 juegos en 1951 en la Southwest International League.
  • Ingresó al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en 1987.

 

AMU

 

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