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El único amor de Cantinflas

El actor mexicano se casó sólo una vez, pero varias mujeres estuvieron ligadas, para bien y para mal, a su vida

Redacción | 08-08-2011

CIUDAD DE MÉXICO, 8 de agosto.- Mientras que en la mayoría de sus películas Cantinflas se mostró como un personaje audaz, pícaro y valiente al tratar de conquistar a las mujeres, en la vida real Mario Moreno Reyes no tuvo la misma suerte en los amores.

Sus relaciones sentimentales estuvieron marcadas por la decepción y la tragedia, algunas hasta lo llevaron a perder gran parte de su fortuna, y a detonar las preocupaciones y angustias que precipitaron su devastadora enfermedad, la que terminó con su vida, el cáncer.

Legalmente, Mario Moreno estuvo casado una sola vez, pero varias mujeres fueron, para bien y para mal, parte de su vida.

Al inicio de la década de los 30,  del siglo pasado, cuando comenzaba a destacar como figurar cómica del teatro de revista, Mario Moreno Reyes, un actor de segunda categoría surgido del teatro-carpa Mayab, llegó al teatro Salón Valentina, un tendajón de madera y lona ubicado en el barrio de Tacuba, propiedad de Anita Ivanoff (artista del teatro de revista de origen ruso que, junto con sus hijos Olga, Valentina y Tamara, habían emigrado a México para hacer carrera), para pedir trabajo en su compañía.

Mario sabía bailar chárleston, cantaba tangos y hacía parodias políticas, todo un escaparate de habilidades artísticas que con el tiempo lo ayudarían a convertirse en el más grande cómico de México.

Pero en ese entonces Mario era prácticamente un artista desconocido por lo que pasaba casi desapercibido entre los artistas de la carpa, no así para Valentina, hermana intermedia de las Ivanova, quien desde el primer momento quedó fascinada por su simpatía.

Junto con su madre y su hermana Olga, Valentina Gregorievna Zubareff Ivanoff formaba El trío Zubareff, bailarinas de cadencioso estilo y singular belleza que integraban el número estelar del espectáculo.

Con el trato diario Mario y Valentina se enamoraron, formalizaron una relación de noviazgo y el 15 de diciembre de 1934 se casaron en una ceremonia sencilla, pero inolvidable.

Mario apenas estaba creciendo artísticamente pero eso no le impidió sacar a su esposa de toda faena laboral, se habían casado ante todas las leyes y, desde entonces, estaba comprometido a darle un lugar estable y respetarla como esposa, por lo que la sacó de trabajar para que se dedicara a cuidar su hogar.

Valentina se volvió una mujer de casa, estaba feliz, pero al paso del tiempo algo comenzó a faltar en la pareja: un hijo.

Familiares del mimo han asegurado que Mario Moreno Cantinflas padecía esterilidad, por lo que nunca podría darle un hijo propio a su esposa, y eso a Valentina la había llenado de tristeza, pues siempre soñó con convertirse en madre.

En septiembre de 1960 Valita, como cariñosamente la llamaban, recibió una inesperada sorpresa, Mario traía consigo a un bebé, lo acababa de “comprar” y quería dárselo como un regalo por todos esos años en los que no había podido disfrutar de la maternidad.

¿Pero, de donde salió ese niño? Era hijo de la estadunidense Marion Roberts, una chica de 21 años que, supuestamente, ya estaba embarazada cuando conoció a Cantinflas.

Junto con un grupo de amigas Marion había realizado un viaje de vacaciones a la Ciudad de México, pero una mala jugada de parte de sus compañeras la hizo quedarse sin dinero y con una fuerte deuda con el hotel del Prado, donde se hospedaban.

Marion había tenido que dejar sus maletas y su automóvil en prenda mientras conseguía dinero para pagar los días que había permanecido en el hotel (sus amigas regresaron a Estados Unidos dejándola a su suerte).

En el hotel conoció a Roberto López García, posterior columnista de espectáculos conocido en el ambiente como Bob Logar, un joven recepcionista quien se compadeció de ella, la apoyó llevándola a la casa de sus padres mientras la ayudaba a conseguir dinero para pagar la deuda.

Fue el propio Roberto quien le proporcionó los teléfonos de varios hombres pudientes a quienes Marion pretendió solicitar ayuda económica, entre ellos Mario Moreno Cantinflas, quien finalmente se apiadó de la joven saldándole la cuenta del hotel.

En 1959 Marion Roberts quedó embarazada, aunque se asegura que el padre no era Cantinflas, sino otro hombre cuya identidad hasta hoy se desconoce.

No obstante, cuando Mario Moreno supo del nacimiento del hijo de Marion de inmediato se comunicó con ella, quiso comprarlo, pero Marion se negó. Al final, la necesidad y el desequilibrio sicológico hicieron que la chica le cediera al niño a cambio de diez mil dólares.

Días después, Marion Roberts fue hallada muerta en una habitación del Hotel Alfer, en la Ciudad de México, se había suicidado debido a sus constantes depresiones.

En 1962, y tras vivir el escándalo por la muerte de Marion Roberts, Mario —y su esposa Valentina— registró legalmente a Mario Arturo Moreno Ivvanova como hijo suyo.

Pero la felicidad para Cantinflas y Valentina duraría poco...

A principios de 1964 Valita comenzó a quejarse de un dolor en una de sus piernas. Viajó a Temple, Texas, para hacerse un chequeo médico, en el que le fue diagnosticado cáncer en los huesos. La agonía fue rápida y el 5 de enero de 1966 Valentina Ivanova de Moreno falleció provocando uno de los más grandes dolores de la vida del actor y del que nunca se recuperó.

Desde entonces Mario Moreno no volvió a casarse, aunque en 1969 intentó formalizar una nueva relación cuando conoció a la actriz española Iran Eory.

Mario había quedado prendado por la belleza de la actriz durante uno de sus viajes a España, y cuando ella visitó México la hizo objeto de las mayores atenciones, halagos y la llenó de flores y regalos.

Sin embargo, Iran Eory no sentía el mismo afecto por el actor, para ella su carrera era lo más importante por lo que los galanteos del cómico no la convencieron.

Pese a ello, Mario fue insistente incluso cuando esto provocó el rechazo y la inconformidad de su hijo Mario Arturo.

En el libro Mario Moreno y Cantinflas… rompen el silencio (Fundación Mario Moreno Reyes, A. C. Altruista, 1994), Eduardo Moreno Laparade, sobrino del cómico asegura: “Si don Mario no volvió a casarse fue en primer término porque Mario Arturo veía en toda persona que se acercaba al padre, un enemigo a vencer. El hijo en varias ocasiones externó ante mí y otras personas que él se encargaría de echar a perder todo si su papá decidía contraer nupcias por segunda ocasión”.

La propia Irán Eory llegaría a confirmar esa celosa actitud de Mario Arturo.

“Aunque no hubo una petición formal de matrimonio, él y yo nos quisimos mucho. Nos separó mi trabajo. Quería ser actriz y él era exigente y absorbente. Su hijo fue una persona muy cruel. Cuando nosotros sostuvimos nuestra relación lo molestaba a menudo diciéndole que él ya estaba muy viejo para mí; que se viera en el espejo y se imaginara sin dientes, que una mujer en mi condición estaba mejor para él —Mario Arturo— que para el padre.”

Lo cierto es que el amor por la actriz no prosperó, y Mario Moreno terminó por alejarse de ella (poco después Irán iniciaría un noviazgo con el actor Carlos Monden, que duró hasta la muerte de ella).

Durante el funeral de Mario Moreno la actriz se mostraría arrepentida por no haber aceptado en su momento la propuesta matrimonial del cómico.

Pero hubo otra mujer que sí devastó moral y económicamente a Mario Moreno, la estadunidense Joyce Jett, cuyo pleito legal afectó notablemente la condición de salud del mimo.

Joyce apareció en la vida de Mario cuando éste acudió a Estados Unidos a comprar diversos materiales para su casa de Loma Linda 231, en la colonia Vista Hermosa, en la Ciudad de México. Ella era la gerente de la tienda de materiales.

Cuando Joyce viajó por primera vez a México lo hizo por invitación de Mario, quien desde entonces le dio toda su confianza.

Con el paso del tiempo y cada que Mario viajaba a Estados Unios, Joyce lo asistía, principalmente en el idioma inglés, que el cómico no dominaba. Entonces, Jett se convirtió en su enlace para trámites y algunos asuntos legales que Mario tenía que resolver en ese país, incluso le proporcionó copia de las llaves de su penthouse, además de enviarle dinero para saldar cuentas o gastos de la casa.

Joyce y Mario comenzaron a aparecer como “pareja” en los círculos sociales de Estados Unidos y México, y eso ella lo aprovechó muy bien, cuando tres años después inició un juicio civil de “divorcio”, en Houston, Texas.

De acuerdo con las leyes estadunidenses cuando dos personas se muestran en público haciendo vida en común o de convivencia durante un tiempo prolongado son considerados como una pareja legalmente en “matrimonio”.

Esto fue lo que argumentó Joyce para exigir una indemnización de 26 millones de dólares cuando solicitó la separación (divorcio) “por incompatibilidad de caracteres”, aunque mintiendo, pues aseguró estar legalmente casada con el cómico.

Luego de varios años de un agotador juicio Mario Moreno aceptó entregar como indemnización 700 mil dólares, su penthouse y el 50 por ciento de las regalías de sus películas durante un lapso de diez años.

“No quise mayores problemas con ella, ni acepté pagar más tratando de revertir los efectos de la sentencia de divorcio en mi contra. Mi salud no me permitía darme ese lujo. Pagué el precio de la tranquilidad”, declaró el cómico.

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