Logo de Excélsior                                                        

México después de López Obrador

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

En estos días estamos viendo y viviendo el desgarre del adiós. López Obrador sabe que le queda poco tiempo y está metiendo quinta sin preocuparse demasiado qué tanto pueda forzar la máquina del coche ni lo que opinen todos los que aún van adentro del auto, si traen o no el cinturón puesto, si la gasolina le alcanza para el tramo que queda o si los amortiguadores han recibido o no mantenimiento. Su Presidencia ha sido, sin duda, uno de los periodos más polarizantes en la historia política reciente de México. A medida que se acerca el final de su mandato, el país se enfrenta al desafío crítico de reconstruir un tejido social que ha sido profundamente afectado por divisiones no sólo políticas, sino también sociales e institucionales. La tarea no será sencilla, pero es crucial para la estabilidad y el progreso futuro de la nación.

1. Fomentar un discurso político inclusivo y respetuoso. Uno de los primeros pasos hacia la desescalada de la polarización es transformar el tono y el contenido del discurso político. La presidenta y los líderes políticos (de todos los partidos) deben comprometerse a promover un diálogo que respete las diferencias y busque puntos de encuentro en lugar de exacerbaciones y escalada de los conflictos. Esto implica una comunicación que evite la descalificación tanto del gobierno como de los opositores y que promueva una cultura de debate basado en argumentos y evidencia, no en ataques personales o desinformación.

2. Reforzar las instituciones democráticas y judiciales. La confianza en las instituciones es fundamental para una sociedad en convivencia saludable. México necesita fortalecer sus instituciones democráticas asegurando su independencia y eficacia. Esto incluye desde el sistema judicial hasta los órganos electorales y de transparencia. La autonomía y la integridad de estas instituciones deben ser garantizadas por ley, protegiéndolas de influencias políticas que puedan comprometer su objetividad y eficiencia.

3. Promover políticas de desarrollo social incluyente. La polarización social frecuentemente tiene raíces en la desigualdad económica y la falta de oportunidades. Es fundamental que el gobierno entrante implemente políticas de desarrollo económico que no sólo se enfoquen en el crecimiento macroeconómico, sino que también busquen cerrar la brecha entre ricos y pobres, urbanos y rurales, educados y no educados. Programas de educación, salud y empleo que sean accesibles y de alta calidad para todos los mexicanos pueden ayudar a mitigar estas divisiones.

4. Reconocimiento y diálogo con la oposición, la sociedad civil y la prensa. El gobierno debe reconocer y valorar el papel de la oposición, la sociedad civil organizada y los medios de comunicación en una democracia. Esto incluye no sólo respetar los derechos de los partidos políticos opositores, sino también incluirlos en procesos de toma de decisiones sobre temas nacionales importantes. Un ambiente de respeto mutuo y colaboración puede fomentar un clima menos polarizado y, por lo tanto, mucho más productivo en todos los terrenos, empezando por el económico en el momento tan particular que México atravesará con las oportunidades que brindará el nearshoring a amplios sectores de la población. 

5. Impulsar iniciativas de reconciliación y justicia transicional. Si bien la justicia transicional es un término que a menudo se asocia con países que emergen de conflictos armados, algunos de sus principios pueden aplicarse en contextos de polarización intensa. Iniciativas como comisiones de la verdad que investiguen y aclaren abusos o errores cometidos en el pasado pueden ser un paso hacia la reconciliación nacional. Éstas deben ser acompañadas por esfuerzos de reparación y políticas que aseguren la no repetición.

El camino hacia la reconciliación en México no será fácil ni rápido. Requerirá de un compromiso constante de todos los sectores de la sociedad, incluidos políticos, empresarios, medios de comunicación, sociedad civil y ciudadanos comunes. El objetivo debe ser construir un país más justo, pacífico y unido, donde las diferencias sean vistas como una fuerza y no como una fuente de división. Sólo así México podrá enfrentar efectivamente los desafíos del futuro y garantizar un legado de progreso y estabilidad para las futuras generaciones.

 

 

Comparte en Redes Sociales

Más de Yuriria Sierra