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Las mañaneras (y Benito Bodoque)

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

 

Cuando está a debate la permanencia al aire de las conferencias diarias de Palacio Nacional en medio de la coyuntura electoral.

Cuando la gente se pregunta cuándo le toca la vacuna; cuando México rebasa sus propios récords de muertes y contagios diarios por la pandemia; cuando hay motivos para preocuparnos por el futuro de la transparencia y la rendición de cuentas; cuando confirmamos que las urgencias ciudadanas no coinciden con las prioridades de esta administración. Cuando nos preguntamos cuánto tiempo pasará para que el covid-19 deje de ser el eje cotidiano; cuando aumenta el desabasto de tanques de oxígeno y medicamentos; cuando la capacidad de atención médica se encuentra al límite. Cuando sabemos de las inversiones millonarias a proyectos como la restauración de un estadio; cuando vemos cómo se derrochan recursos que podrían ser la enorme diferencia en el futuro de sectores económicos ahorcados por la crisis. Cuando llevamos semanas sin saber nada de las investigaciones sobre los videos del hermano del Presidente; cuando no hay señal alguna de avance en el expediente de Emilio Lozoya.

Cuando la grilla se pone más tensa al interior del hoy partido oficial previo a la elección intermedia; cuando vemos que no son ni mejores ni distintos a la clase política que dicen odiar; cuando vemos cómo se cubren las espaldas a pesar de las evidentes muestra de irresponsabilidades que provocan apagones. Cuando la indicación es quedarse en casa, pero el ejemplo de las autoridades es vacacionar e insistir en no usar cubrebocas. Cuando hay tantos temas qué poner en claro, qué cuestionar o a qué dedicarle tiempo, el Presidente se da oportunidad de hablar de una caricatura.

 

  • Qué importa lo que pase en México, qué importa lo que suceda en miles de hogares afectados por la pandemia, porque han llorado, lloran, a sus muertos y piden por sus enfermos; o aquellos otros donde, además, se han perdido empleos. La agenda de Andrés Manuel López Obrador, está en autocomplacerse. En los últimos días, esos 120 minutos que, en promedio, el Presidente pasa frente al micrófono todas las mañanas, han sido blanco de debate.

Es o no una vía de propaganda. Si lo es tendrían que suspenderse de inmediato, ahora que estamos en época preelectoral. El mismo Presidente sugirió esto hace un tiempo; hoy se retracta y alega que el Instituto Nacional Electoral busca censurar.

Aprovecha la oportunidad que le da a su narrativa el bloqueo en redes sociales que sufrió Donald Trump hace una semana, tras el asalto en el Capitolio. Pero son cosas distintas, nada tienen que ver. Lo que hace el presidente López Obrador no es un ejercicio de rendición de cuentas, porque si así fuera, los mensajes que da por las mañanas serían mucho más contundentes y no muestras de su capacidad de improvisación.

La aparición de Benito... No Juárez, sino Bodoque, en la mañanera del jueves, es justo un ejemplo de cómo el Presidente construye su agenda diaria.

Andrés Manuel López Obrador ahora está empeñado en demostrarle al consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, que no le importa lo que digan sobre sus conferencias, para él no es un vehículo de propaganda gubernamental.

Y tal vez tenga razón, porque ayer estuvo a nada de ser un stand up...

 

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