Logo de Excélsior                                                        

Evo

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Que la salida sea democrática. Siempre. Bolivia está hoy en un limbo peligroso. Porque a la salida de Evo Morales, la tentación del poder queda hoy en manos de quienes le “sugirieron” renunciar. Las Fuerzas Armadas, el Ejército que le dio la espalda, y de la mano de los opositores, que terminaron con el muy cuestionable gobierno de quien, constitucionalmente, debió dejar el mando hace tres años.

Justo la posibilidad de perpetuarse en el poder ha sido la tentación de tantos otros que hoy tendrán que ser espejo necesario que sirva para direccionar esta transición boliviana. Egipto no es hoy el país que se anhelaba en en el nacimiento y transcurso de la Primavera Árabe. Su camino a la democracia fue mutando a lo que hoy es. La caída del régimen de Mohamed Mursi no significó la entrada de este país a la lista de los que encienden el motor del desarrollo. Por el contrario, a la distancia, Egipto pasó de un dictador a un régimen militar. El peor de los escenarios. Hasta el 2018, cinco años después de su “primavera”, alcanzó los niveles de inflación más altos en los últimos 30 años; el desempleo llegó a tasas del 40%; los combustibles elevaron su costo hasta en un 50 por ciento. El gobierno militar, hoy a cargo de Abdelfatah Al-Sisi, dirigió sus prioridades a la compra de armamento; disminuyó el flujo turístico. Además, se incrementó la persecución de opositores. Organizaciones como Amnistía Internacional documentan violaciones a los derechos humanos, incluso a niños. Y estos son ya tiempos demenciales. No hay motivo, persona o idea que merezca quemar una casa, sacar ojos o matar personas. Ayer, el día siguiente a la renuncia de Evo, en poblados como El Alto, usuarios en redes publicaron agresiones a la población. ¿Por qué los enfrentamientos si la renuncia ya estaba en la mesa?

Por eso, en Bolivia, la salida tiene que ser democrática. A la renuncia de Evo le siguieron la del vicepresidente y los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados. Oportuna la reivindicación que Jeanine Áñez hizo, como segunda vicepresidenta, para tomar el cargo y llamar a elecciones; porque lo que menos necesita este país es darle entrada a un gobierno militar, capaz de revertir aquello que se le reconoce a Evo: la disminución de los índices de pobreza, de analfabetismo; el incremento del PIB; el reconocimiento de los pueblos indígenas, que representan el 62% del total de los habitantes.

La tentación de tomar el poder y de perpetuarse en él fue el verdadero pecado en el que incurrió Evo Morales. No se trata de cuestiones racistas ni discriminatorias. A Evo la historia lo juzgará, sí, por lo que dio a su pueblo, pero también por aquello que le quitó a su país: la construcción de una verdadera democracia, una ajena a los deseos personales, disfrazados de voluntad popular. Evo optó por eclipsar su propio trabajo y con ello trazar el camino por el que hoy avanzan personajes como Luis Fernando Camacho, opositor conservador, quien, tras la renuncia, llevó una Biblia. Acto seguido, desapareció la bandera whipala, que representa a los pueblos originarios.

Los neoliberales le pusieron la mesa a los populistas y los populistas le han puesto la mesa a los militares. Cuánta insensatez de todos, porque Evo opta por la victimización por ser indígena, a sabiendas de que ostentaba el poder más de lo que la constitución se lo permitía. Tal como ocurre en Chile, Sebastián Piñera, a pesar de sus índices de aprobación, que no rebasan el 15%, se aferra a terminar su mandato. Así como Egipto es espejo a Bolivia; Bolivia debe ser espejo a Chile.

Y al momento en que se escriben estas líneas, un avión militar de México va por Evo; será asilado en nuestro país. El anuncio se hizo oficial, apenas una hora después de que la Casa Blanca afirmó que el golpe de Estado, como lo consideró el gobierno mexicano, era una lección para Venezuela y Nicaragua. Luego de que el expresidente de Bolivia ponga un pie en nuestro país habrá que esperar la reacción en Washington.

 ADDENDUM

La línea de la austeridad parece llegar a las entidades. Mauricio Vila, gobernador de Yucatán, planea ahorrar 500 millones de pesos al final de su gestión, 100 por año. Y lo planea a través de la fusión de instancias gubernamentales. El detalle está en que la austeridad será rigurosa en los recursos, pero sutil en los efectos. De eso se trata la cultura de apretarse el cinturón.

Comparte en Redes Sociales