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Evitar más frentes

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Efecto colateral por los tiempos, tal vez. La Guardia Nacional, cuya propuesta se presentó hace ya varias semanas, se perfilaba para ser uno de los grandes obstáculos y frentes que tendría que sortear el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pero la cancelación del NAIM opacó aquél, un asunto más político y menos taquillero. Las críticas hacia la iniciativa, que daba control total a las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad, se perdieron entre los bonos y los pagos que deberá hacer el gobierno para finiquitar el proyecto aeroportuario que lejos tiene su final. Después llegó la crisis de combustible, hoy también con desenlace incierto. AMLO, con estos dos frentes, tiene suficiente para sus apenas seis semanas de gobierno. El cambio de dirección en su propuesta de Guardia Nacional, incorporar un mando civil, no militar, se ha entendido como una maniobra para esquivar nuevos conflictos, hoy a todas luces innecesarios. Y mucho habrá tenido que ver la resistencia que encontró dentro y fuera de su equipo.

“Me preocupa, me ocupa, sí quiero la Guardia Nacional, no la quiero como la estamos planteando... y tampoco entiendo por qué la prisa de querer entrar a hacer estos cambios constitucionales...”, expresó Tatiana Clouthier hace unas semanas. Quien fuera coordinadora de campaña, hoy como vicecoordinadora de los diputados en Morena, se ha convertido también en un urgente contrapeso dentro del mismo gobierno federal. Tras la toma de posesión y horas después de que la iniciativa de la Guardia Nacional llegara al Congreso, ella misma hizo un llamado al diálogo, al respecto, me lo advirtió así en entrevista en Imagen Noticias: “Una de las partes más importantes para mí es quién va a estar al mando de la propia Guardia. Cuando digo que si vamos a tener un mando militar, un mando mixto o un mando civil, es un tema que tenemos que discutir como sociedad y con los diputados...”. El cabildeo, el diálogo y la resistencia se mostró, así como la alternativa para lograr un primer consenso.

Mañana inicia el periodo extraordinario en el Congreso, ahí está anotado el futuro de la Guardia Nacional con la que el gobierno de México busca replantear la estrategia contra el crimen organizado. Si en campaña se prometió que el Ejército saldría de las calles, tras el inicio de la administración, la realidad obligó a corregir, a aceptar que por ahora es imposible que las Fuerzas Armadas regresen a sus cuarteles, pero, a pesar se esto, la iniciativa original ponía todo en materia de seguridad en manos de éstas, sin dar más detalles del cómo. Y es que esas imprecisiones, que parecen ser el sello de las decisiones de López Obrador, fueron el motivo para el descontento.

El viernes, el mismo AMLO se corrigió la plana. Vía Alfonso Durazo, pidió a los diputados que se contemple un mando civil, se despidió de su idea de una cabeza militar. Lo que tanto se pidió en la resistencia al proyecto. A pesar de que Morena podía lograr la aprobación tal como estaba planteada en un inicio, el gobierno cede, opta por realizar modificaciones. Luego de la petición, la propuesta ha recibido apoyos de quienes se habían expresado en contra. La Coparmex, por ejemplo, celebró la decisión, pero también urgió a sumarle reingeniería y capacitación administrativa que mejore la labor de los cuerpos policiales.

La discusión de una Guardia Nacional con mando civil no volverá terso el debate del proyecto, pero sí alivia un tanto la presión y el descontento al respecto. Porque con esto, Andrés Manuel López Obrador se evita un frente que, para estas alturas de su gobierno —qué rápido aparecieron obstáculos que parecen autoinfligidos—, aún tiene en la víspera asuntos pendientes, como el de la Fiscalía General de la República, que no le augura días fáciles ni libres de controversias. Habrá que ver los términos de lo que se discutirá y la forma que den a la Guardia desde el Congreso.

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