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Esos egos tan frágiles

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

En este tiempo, hemos visto a otros líderes intentando convertirse en la voz única de sus respectivos países: se hace lo que digo y como yo lo digo.

“Pueden ir apagando los equipos, ya está redactada la medida, no se va a tolerar aquí ningún medio de comunicación que esté al servicio del golpismo y en contra del pueblo, de la nación…”, estas palabras se escucharon hace 17 años, estaban dirigidas a RCTV (Radio Caracas Televisión). Las expresó el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Fue la primera de varias advertencias, que después se convertirían en operativos exitosos, contra varias cadenas de televisión y otros medios electrónicos de comunicación que ese gobierno identificaba como adversarios.

Casi dos décadas han pasado desde entonces, el chavismo ha sido el responsable del cierre de al menos 285 medios, algunos por orden del difunto expresidente, otros por quien llegó tras él y ha querido robustecer esa lastimosa herencia que ha sumido a su país en una crisis incalculable y que alcanza varios frentes.

En este tiempo, hemos visto a otros líderes intentando convertirse en la voz única de sus respectivos países: se hace lo que digo y como yo lo digo. El mismo Nicolás Maduro ha atropellado los intentos de la oposición venezolana para alimentar el espíritu democrático. Llegó al extremo de encarcelar a quienes se movilizaban con la esperanza de dar a su pueblo un Estado que abrazara las libertades para que, a través de ella, se trabajara por el desarrollo. Y Venezuela emulando a Cuba, pero detrás esta nación sudamericana otros territorios más.

“En los actos acontecidos en el año 2018 que atentaron contra la paz y estabilidad de la nación, algunas filiales de esta asociación actuaron en contra de estos principios y de su Acta Constitutiva y Estatutos; y la Asociación misma transgredió las leyes del país al desentenderse y hasta apoyar este actuar de sus filiales…”, se lee en un documento elaborado por legisladores leales al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua. Y lo que expresan no es sobre ningún medio de comunicación, que tampoco se han salvado de la censura sandinista, lo hace de la Cruz Roja. Sí, la organización humanitaria creada hace más de 90 años y que ha salvado la vida de millones de personas. De esta forma, este organismo pierde su permiso de operación dentro del territorio de Nicaragua, pero, además, según lo aprobado, sus bienes pasarán a ser propiedad de ese Estado que también ha rebasado todos los límites, incluso arrestó a todos los opositores que buscaban competir con Ortega en la última elección.

A la par del alto a la peligrosísimo trabajo que la Cruz Roja hacía en ese país, el régimen ha quitado la licencia profesional a Yonarqui Martínez, una abogada que se ha encargado de ser defensa legal de varios opositores encarcelados. Esto apenas unos meses después de esa otra muestra de la intolerancia que tienen algunos líderes, falsos mesías: el retiro de la nacionalidad a 22 ciudadanos identificados como adversarios, enemigos del gobierno.

Así operan estos personajes, todos incapaces de lidiar con la crítica, con el disenso. Aversión a todo lo que vaya en contra de sus deseos, porque todo tiene que ser como dicen y a la hora que dicen. Piel delgada, delgadísima.

 

 

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