Ellas

Yuriria Sierra Nudo gordiano
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Hasta que no haya ratificación de sentencia no se puede hablar de justicia. Hasta que cualquier feminicida tenga como único destino la cárcel, ninguna familia se dará por vencida. Hasta que la ley sólo sirva para el castigo, ninguna madre parará en la búsqueda de justicia: “Por lo menos este feminicida no lo volverá a hacer, no va a volver a disponer de la vida de ninguna mujer, de ninguna niña en este país”, me dijo Lorena Gutiérrez en entrevista en Imagen Noticias. Horas antes, José Juan Hernández, el tercer implicado en la violación y feminicidio de Fátima, recibió una sentencia de prisión vitalicia. Lorena no se rindió, él era el único involucrado en el crimen contra la pequeña Fátima, estuvo a nada de quedar en libertad; pero ni Lorena ni su esposo se dieron por vencidos. Su otro hijo, quien también murió, se despidió en la línea, con la esperanza de que su hermanita encontraría descanso y sus padres hallarían algo, lo más cercano a la paz, a la tranquilidad de saber que ahora sí hubo justicia.

 

“Nosotros esperamos con fe y tenemos mucha fe en que por fin dicten sentencia condenatoria para el tercer feminicida de mi hija Fátima”, fue tu deseo, Lorena, me lo expresaste también en el noticiario de televisión hace un par de días. 24 horas después, ese tercer sujeto, ese tercer asesino escuchó que nunca más volverá a pisar la calle, por eso sí, urge la ratificación de la sentencia. Lorena, de no haber sido por ti y tu esposo, este criminal estaría hoy libre de toda culpa…

Lorena, Irinea, Araceli… Tantas, incansables. Imparables. Fuertes. Sororas. Capaces de transformarse y de hacer del dolor un combustible para nunca detenerse, para nunca parar su búsqueda de justicia, porque saben que si ellas la encuentran, se traza la ruta para que todas la encuentren. A ellas tres las he tenido frente a mí, pero sé que tras ellas hay miles de madres más que no descansan para arrojar al vacío la incertidumbre y la tristeza que les provoca no conocer el paradero de sus hijas e hijos… o saber que su destino fue marcado por la violencia que habita en este país y que hace comparsa con un sistema de justicia que no alcanza.

Irinea logró sentar un precedente, que aunque hoy muchos sistemas judiciales se resisten a respetar, muchas organizaciones y muchas causas están dispuestas a darlo todo por defenderlo. Gracias a Irinea, las muertes violentas de cualquier mujer deben ser investigadas con perspectiva de género. Un paso gigantesco para la reconstrucción de todo el sistema y para la revisitación de toda una cultura.

Araceli, tan sorora y amorosa. Tan fuerte, tan dispuesta a abrazar todas las causas, abanderar todas las movilizaciones, hablar por tantas madres. Tu fortaleza logró la reclasificación a feminicidio, lo que la autoridad quería cerrar como suicidio. Pero no, Lesvy no se suicidó, a ella la mataron y la mató su exnovio, quien ya está preso y condenado.

 

No hay ninguna resolución jurídica que pueda regresar la vida a Fátima, Mariana o Lesvy, pero, al menos, la lucha de cada una de estas madres ha servido, y mucho, a la reconstrucción de todo un sistema judicial que suele no castigar a criminales...

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