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De Chico Che a la tregua

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

-Desde hace un par de días, la postura desde Palacio Nacional ya no fue la de “uy, qué miedo”.

Primero fue “uy, qué miedo”, la respuesta de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos cuando se hizo oficial el reclamo de Estados Unidos ante la política ener­gética de la Cuarta Transformación. La frase, extraída de una canción del mismísimo Chico Che, se convirtió en la nota generada desde Palacio Nacional. Un Presidente que no le temía a nada y que, por el contrario, daba un paso adelante frente al proceso que pensó no se llevaría a cabo. “Uy, qué miedo. Mira cómo estoy temblando…”, dice la canción. “No va a pasar nada…”, sumó el Presidente.

Sin embargo, a los reclamos se sumó Canadá, el otro abajo firmante del T-MEC. El diálogo ya no sólo era con un interlocutor. Y comenzaron las reuniones previas a los en­cuentros que, si lo hacen bien todas las partes, evitará que se llegue a los paneles en los que el consenso ya no sería eje rector. Hace unos días, tocó el turno al segundo gran encuentro de alto nivel aquí en nuestro país. Y desde los días previos ya no habíamos escu­chado canciones de Chico Che ni de Calle 13 ni otro mensaje político de “empoderamiento” en Palacio Nacional, como los que había pronunciado incluso después de su visita a Washing-ton, D.C.: “Voy a aprovechar a informar el día 16 de septiembre, el día de nuestra independencia sobre este asunto (el reclamo energético de EUA y Canadá). Pero, no vamos a ceder, porque es un asunto de principios, tiene que ver con nues­tra soberanía…”, expresó en julio pasado.

¿Qué sucedió? ¿Qué sabe? ¿Qué mensaje le enviaron? Porque previo a la llegada de la comitiva de EUA, encabe­zada por Antony Blinken, hace un par de días, la postura desde Palacio Nacional ya no fue la de “uy, qué miedo”, se puso más internacional, casi estilo “we are the world, we are the children…”. Esto dijo cuando le preguntaron sobre si fijaría su postura energética tras el desfile, como lo anunció hace dos meses, esto respondió: “Aprovecho para decirles que no voy a referirme, el 16, a ese tema, voy a hablar sobre la paz en el mundo y sí voy a hablar sobre la postura de México sobre la guerra de Rusia y Ucrania y voy a presentar una propuesta a Naciones Unidas para conseguir la paz…”.

Llegó el día y, cumplió. No habló de ninguna controver­sia internacional. Al menos ninguna en la que México sea protagonista. Cumplió y habló de la paz, de la que urge al este de Europa a causa de la invasión rusa a Ucrania: “El gobierno de México propone que en lugar de que se siga alimentando esta dolorosa y absurda guerra, se consti­tuya de inmediato un comité para el diálogo y la paz (...) La misión pacificadora debe buscar de inmediato el cese de hostilidades en Ucrania y el inicio de pláticas directas con los presidentes de Ucrania, Volodímir Zelenski, y de Rusia, Vladimir Putin; adicionalmente, este comité, de acuerdo a nuestra propuesta, debería conseguir un acuer­do multinacional para pactar una tregua de cuando menos cinco años, aprobada por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU…”. Adicionalmente, dio sus sugeren­cias para integrar el comité: el papa Francisco, el Premio Nobel de la Paz, el primer ministro de India, Narendra Modi y el secretario general de la ONU, António Guterres.

Del “uy, qué miedo” a la paz mundial, un cambio cuántico en el mensaje con tono provocador… Aunque hay que re­conocer: se requiere de una gigantesca habilidad: abogar por la paz mundial cuando consolidas la militarización de tu propio país...

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