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Aeropuertos

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

“A Texcoco no se le mueve ni un pelo...”, sentenció Alfonso Romo en un encuentro de empresarios hace un par de días. Rechazó que el proyecto del Nuevo Aeropuerto en Texcoco se vaya a retomar. Ni un pelo, no se le moverá ni un pelo, aseguró. No pasaron ni 48 horas de esto, y su afirmación se convirtió en orden judicial, aunque ésta de mayor alcance y precisión. Porque a Texcoco tampoco se le moverá ni un pelo, ni para sepultar lo que se dejó con más del 30% de avance y que significó un gasto de 14 mil millones de pesos. Conagua informó que la losa de cimentación de lo que sería el edificio terminal, así como las columnas y el tramo de una de las pistas, sería inundada como parte del proyecto Parque Ecológico Texcoco. Pero no, ni un pelo se moverá ni se inundará. Lo decidió el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito.

De igual forma ordenó que ni un pelo se mueva en Santa Lucía. Es la cuarta orden de suspensión de actividades contra el proyecto que tanto ha defendido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No puede moverse ni un pelo hasta que no se cuenten con los estudios de seguridad que refiere la Ley de Aeropuertos. Anteriormente, otra de las órdenes estipuló que no puede moverse ni un pelo hasta que se cuente con la autorización respectiva del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En total, son 147 juicios de amparo tramitados por el colectivo #NoMasDerroches, integrado por varias organizaciones de la sociedad civil, como Causa en Común, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, México Unido contra la Delincuencia, entre otras, que tienen un solo objetivo: “Demostrar a los ciudadanos que son un contrapeso real a las decisiones apresuradas e injustificadas del Poder Ejecutivo...”. Generar precedente, mostrar que existen vías que obliguen a la doble, triple reflexión del futuro y las decisiones que se toman pensando en él. Y que la sociedad civil organizada cuenta e importa.

Y no habría manera para demostrar lo volátiles que son estas decisiones, si detrás de ellas hubiera proyectos perfectamente planeados y estudiados. Por ello, la autoridad judicial ha encontrado elementos para ordenar que no se les mueva ni un pelo. Porque desde que se anunció la cancelación del NAIM, han llovido cuestionamientos; algunos por lo que implica la pérdida del gasto que se hizo, no sólo dentro del terreno donde se levantaría la terminal, sino, de los proyectos alternos que comenzaron a levantarse alrededor de aquel, como carreteras que lo conectarían con la periferia y que también detuvieron su construcción, otros más por la pérdida de cientos de empleos, y claro, otros por la pérdida de confianza en materia de inversión, ¿así de fácil se cancelarían contratos? ¿así de fácil se pagarán las millonarias multas por ello?

A Santa Lucía y a Texcoco no se les moverá ni un pelo. El futuro de la actividad aérea de la capital del país está en un claroscuro aún mayor que en el que se encontraba hace un año, cuando, previo a la elección, la sombra de la consulta se asomaba como una insensata posibilidad que, algunos creímos, sería corregida. Pero hoy, lejos de emprender el vuelo, ambos proyectos se encuentran detenidos por órdenes judiciales. Ni uno ni otro ni mejoras en la actual terminal, que cada día apunta más al colapso. Ni la ceremonia simbólica con la que se iniciaron los trabajados en Santa Lucía sirvió al gobierno como paso contundente e imposible de revertir. Como tampoco lo ha sido la cancelación de los trabajos en Texcoco.

Ni un pelo se les moverá a ambos. No sabemos hasta cuándo será así, lo que sí, es que esto es resultado de una mala planeación, de decisiones improvisadas que hoy tienen a todo un sector con los pelos de punta.

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