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Así se forman los partidos dominantes

Viridiana Ríos

Viridiana Ríos

Ésta es mi primera de dos columnas donde contaré los ingredientes necesarios para que un partido se convierta en hegemónico.

Lo hago con la intención de que dejemos de discutir a Morena con base en suposiciones imaginarias y lo hagamos con base en el conocimiento que décadas de investigación en ciencia política nos ha dejado sobre el tema. La siguiente semana diré cómo se les derrota.

Nuestro país es un caso de estudio a nivel internacional debido a que “logramos” incubar y mantener una de las dictaduras más perfectas de Latinoamérica: el PRI ¿Cómo logró el Partido Revolucionario Institucional ser invencible? ¿Morena podrá seguir este camino?

Una de las principales razones por las cuales el PRI fue invencible fue porque logró crear patrocinios de lealtad.

Digo “patrocinios de lealtad”, y no clientelismo electoral o programas sociales, porque lo que verdaderamente empoderó al PRI no fue que diera despensas o dádivas clientelares a los pobres, sino que encontrara forma de “patrocinar” beneficios (a) para todos los sectores sociales, incluidas clases medias y altas, (b) bajo la condición de que le fueran leales.

Comienzo con la parte (a) del argumento. Normalmente se piensa que el PRI fue invencible electoralmente por muchos años porque otorgaba “dádivas clientelares” a los pobres. Esto es sólo parcialmente cierto.

El PRI fue invencible porque logró dar dádivas clientelares a los pobres y también a las élites económicas.

La clave para la consolidación de la hegemonía no es comprar el voto de los pobres, muchos han intentado eso. La clave es la complacencia corrupta de élites y clases medias que se contentan con apoyar a un régimen siempre y cuando éste les permite continuar con sus privilegios.

Hemos fallado en darnos cuenta del rol preponderante que las élites jugaron en mantener al PRI en el poder.

El PRI estuvo en el poder porque permitió el éxito rotundo de la élite económica a costa de la democracia. Lázaro Cárdenas, un gobierno de izquierda, agrupó a los empresarios y les permitió que tuvieran gran influencia para seleccionar a su sucesor, Ávila Camacho. Echeverría permitió la creación del Consejo Coordinador Empresarial para que la élite de Monterrey tuviera un espacio para expresar sus preferencias y pudiera comunicarlas de forma directa al gobierno.

Los empresarios estaban más contentos usando la influencia para comunicar sus demandas que organizando un partido para luchar democráticamente. En parte por ello, el Partido Acción Nacional tardó tanto tiempo en consolidarse como una oposición sólida.

Darnos cuenta del rol de las élites en el empoderamiento del PRI es lo único que podrá evitar que, como muchos temen, Morena transite a ser un partido hegemónico.

Todo mundo parece estar muy preocupado de que AMLO sea clientelista. Y sí, esto es muy preocupante. Lo más preocupante, sin embargo, es lo que nadie dice: que algunas élites económicas están siendo selectivamente complacientes ante los impulsos no-democráticos de AMLO para que éste las beneficie.

La parte (b) del argumento también es crítica pues lo que importa para que un partido se vuelva hegemónico no es ampliar los programas sociales, sino hacerlo bajo la condición de lealtad al partido en el gobierno.

Nuevamente, la historia del Revolucionario Institucional  es clara al respecto. Ávila Camacho y Miguel Alemán mantuvieron todas las políticas sociales centralizadas en el estado y manejadas por una burocracia que le era leal al PRI.

Echeverría aumentó los salarios y los beneficios de los trabajadores siempre y cuando estos estuvieran afiliados a sindicatos controlados formal o informalmente por el PRI.

Salinas creó el Pronasol para beneficiar a los pobres, pero asegurándose de que quienes lo recibieran fueran, principalmente, los pobres afines al Revolucionario Institucional.

En un país desigual e injusto como el nuestro es urgente ampliar los programas sociales. Pero es igualmente crítico que estos programas no terminen fomentando que quienes reciban los programas sociales sientan que no los recibirían si no fuera por el partido en el gobierno.

Evitar a los intermediarios en los programas sociales es un buen paso en esa dirección. Lo que no lo es, y para nada, es hacer el Censo de Bienestar con “servidores de la nación” claramente identificados con Morena.

El partido no está dando el beneficio, lo está dando el estado con los impuestos de todos, incluso los pagados por quienes no votaron por AMLO.

 

Doctora en Gobierno por la Universidad de Harvard

Twitter: @Viri_Rios

 

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