La nueva época del Poder Judicial

Inició 2023 con dos buenas noticias para el fortalecimiento del régimen democrático mexicano: los nombramientos de la ministra Norma Lucía Piña Hernández y del magistrado Guillermo Valls Esponda, el 2 de enero. Ella como presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y él como presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Llegaron a sendos cargos a pesar de la voluntad del presidente Andrés Manuel López Obrador. Eso ya es mucho decir.  Entonces, las expectativas sobre el trabajo que van a realizar, ambos personajes son muy amplias. Los claroscuros de la independencia del Poder Judicial han persistido desde hace varias décadas, pero se recrearon contundentemente durante la administración encabezada por el ministro Arturo Zaldívar, cuando el pleno de la SCJN debatió y tomó decisiones respecto a temas polémicos, por ejemplo, la reforma eléctrica y la de la prisión preventiva oficiosa.

Mientras el nombramiento del magistrado Valls pasó casi desapercibido, el de la ministra Piña, como nunca había pasado en la historia de la SCJN, acaparó la atención nacional. Esto se derivó de que, hasta el domingo 1° de enero, no se sabía si las y los ministros iban a elegir en ese cargo a la ministra Jasmín Esquivel, quien, al parecer, gozaba del beneplácito del Presidente. Pero el escándalo público por los señalamientos de un presunto plagio de la tesis con la que se tituló como licenciada en Derecho por la UNAM, impactaron negativamente su imagen y sus posibilidades de lograrlo. Lamentablemente, como instituciones, la UNAM y la SCJN también fueron afectadas negativamente por la crisis que generó este escándalo que aún no termina de resolverse.

En ese contexto, causó una positiva sorpresa la elección de la emblemática ministra Norma Lucía. El beneplácito de amplios sectores con pensamiento progresista no se hizo esperar. No es para menos, en primer lugar, se eligió a una persona que hizo carrera judicial desde hace 34 años. Meritocráticamente, eso es muy valorado en el quehacer público, porque se considera que es alguien que conoce las entrañas del Poder Judicial y, por lo tanto, podrá hacer un trabajo muy eficiente y eficaz; con base en sus propuestas y su discurso en la toma de protesta, al parecer, así será. En segundo lugar, y no menos importante que el primero, el histórico hecho de que, por primera vez, la SCJN será presidida por una mujer, y una mujer que goza del reconocimiento de diferentes organizaciones civiles por la defensa de los derechos humanos, pero, sobre todo, de organizaciones que impulsan la igualdad de género como un principio de la democracia sustancial. En tercer lugar, la ministra Piña es una gran defensora de la Constitución y, por ende, del Estado de derecho. Así lo demostró cuando votó en contra de la reforma eléctrica y de la prisión preventiva oficiosa, pero también, cuando votó en contra de la afectación del medio ambiente por las obras del Tren Maya. Tampoco le tembló la mano para votar a favor de temas polémicos en pro de ampliar las libertades individuales, por ejemplo, cuando se discutieron temas del uso recreativo de la mariguana, la capacidad jurídica de las personas con discapacidad en asuntos laborales y el de los derechos de las parejas del mismo sexo.

Estos son sólo algunos ejemplos de su actuación progresista, pero también, son la base para pensar que, con este nombramiento, se ha iniciado una nueva época del Poder Judicial en la que prevalecerá la independencia del Poder Judicial y el equilibrio de poderes y, con ello, la contención de la amenaza de decisiones autoritarias del Poder Ejecutivo que lesionen el interés del bien común.

Puntos suspensivos: De esta forma, sin lugar a dudas, para la comunidad de la UNAM, el nombramiento de la ministra Norma Piña es motivo de gran orgullo, porque fue en esa casa de estudios en donde ella se preparó profesionalmente, pero también, significa una oportunidad de contrarrestar los efectos del escándalo del presunto plagio de tesis profesionales.