El paro por la vida de las mujeres

Ruth Zavaleta Salgado Zurda
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La marcha del domingo 8 es para seguir insistiendo en una vida libre de discriminación para las mujeres. Se conmemora en todo el mundo desde que la Organización de las Naciones Unidas y los países miembros lo establecieron como el Día Internacional de la Mujer en 1975.

Pero, el paro del día 9 es un movimiento que se expresa de forma emergente en algunos lugares del planeta, en donde las mujeres, de forma espontánea, deciden manifestarse para hacer visible las diferentes problemáticas que están enfrentando de forma coyuntural, no sólo por la discriminación, sino también por las consecuencias de las políticas neoliberales que genera una mayor desigualdad y violencia contra el sector femenino. Así lo han expresado investigadoras feministas como Amaia Pérez Orozco, quien advierte que: “…el neoliberalismo es patriarcal y la resistencia es femenina…” (Aprendizajes de las Resistencias Feministas Latinoamericanas a los Tratados de Comercio e Inversión: 2017).

De esta forma podemos hacer un recuento de algunos movimientos y paros de mujeres que han sido emblemáticos: El paro del 24 de octubre de 1975, en Islandia, en donde 90% de mujeres no acudieron a su empleo y salieron a las calles para exigir igualdad. El paro permitió que ascendiera a la presidencia una de las primeras mujeres en el mundo: Vigdis Finnbogadottir; muchos años después, el 8 de marzo de 2015, en Argentina, las mujeres realizaron manifestaciones y paros que se transformaron en la denominada “cuarta ola del feminismo”, (que lucha por “el tren de la libertad”, por ejemplo, derecho a la suspensión legal del embarazo). De igual forma, el 3 de octubre de 2016, en Polonia, las mujeres salieron a la calle vestidas de negro para impedir una ley que prohibía la interrupción legal del embarazo.

Los dos más recientes paros históricos de mujeres fueron en marzo de 2017 y 2018. El primero nos resulta más familiar porque fue en Estados Unidos, donde grupos feministas organizaron el #DayWithoutWoman en contra de las ofensas que realizó Donald Trump contra mujeres, incluso contra su esposa. El segundo fue en España en donde seis millones de mujeres realizaron un paro de 24 horas y realizaron 120 manifestaciones.

En México, de forma cotidiana, cada año, en la gran mayoría de las instituciones de los tres poderes de la nación, se realizan diversas acciones (marchas, concentraciones, foros, paneles, coloquios, talleres, encuentros) para conmemorar el 8 de marzo y el 25 de noviembre como fechas importantes para reivindicar el derecho a la igualdad de las mujeres y el derecho a la no violencia. Pero este año es diferente al de otros tiempos porque los movimientos emergentes de feministas radicales impondrán su estilo como lo han venido haciendo en diferentes movilizaciones durante estos meses. Muy jóvenes en su mayoría, no sólo marchan y destruyen fachadas comerciales y monumentos en la Ciudad de México, sino también lo han hecho en la sede del Tribunal de Justicia en Hermosillo Sonora. Seguramente, no serán las únicas entidades de la República en donde el enojo femenino se exprese de esta forma porque estamos viviendo una coyuntura sin precedente: Todos los días asesinan a 10 mujeres y 3 casos son calificados como feminicidios, es decir, como nunca había sucedido en la historia, la violencia asesina contra las mujeres por ser mujeres, ha crecido exponencialmente.

Quizás esa visión es la que ha motivado que el titular del Poder Ejecutivo piense que la marcha del día 8 y el paro de mujeres del día 9 es contra su gobierno. No es así, estos dos eventos, tal y como lo hemos escrito arriba, tienen historia más allá de nuestras fronteras. Así que el falso debate que puso en la mesa el Presidente de la República acusando que, detrás del movimiento de mujeres hay partidos políticos o “conservadores”, nubla los objetivos de este paro y distrae la atención de lo fundamental: la violencia y desigualdad en la que viven las mujeres en México. Incluso, existe una estrategia para descalificar a quienes se suman al movimiento feminista, sin embargo, eso no ayuda a comprender el fenómeno. No hay vuelta de hoja, las demandas de los movimientos emergentes #UnDíaSinNosotras #El9NingunaSeMueve tienen que ser atendidas con una política pública de Estado, que garantice el derecho de las mexicanas a una vida sin discriminación y sin miedo a ser asesinadas por ser mujeres.

 

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