Biden contra la pandemia

Ruth Zavaleta Salgado Zurda
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La forma sencilla y determinante con la que ha tomado decisiones el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es profundamente aleccionadora. Lo más destacado fue el anuncio del monto de recursos que va a destinar para enfrentar la pandemia y sus efectos en la economía (1.9 billones de dólares). Esto implica, entre otras cosas, cien millones de vacunas en 100 días; estímulos económicos para el confinamiento y seguro de desempleo. Con estas acciones, el presidente traza un camino de confianza y certeza para sus ciudadanos: se atenderá como prioritaria la pandemia, se evitarán miles de muertes y se frenará el crecimiento de la pobreza para los que se quedan desempleados.

En contraste, en México, la desesperanza y el terror se han apoderado de muchos ciudadanos que han sido afectados directa o indirectamente por la pandemia covid-19. Todos los días vemos cómo las cifras de contagiados y muertos crecen (según datos oficiales, 1,800 el día jueves). Con esto queda demostrado que las hipótesis y la estrategia que ha implementado el doctor Hugo López-Gatell para enfrentar la crisis no ha funcionado. Pero no se ve que habrá un cambio de timón, por el contrario, lo que prevalece todos los días son las confrontaciones del gobierno federal con diferentes actores. Por ejemplo, la negativa del subsecretario de Salud a los gobernadores que han querido aplicar una estrategia diferente y realizar pruebas masivas o conseguir vacunas por su cuenta para prevenir los contagios y la muerte de cientos de ciudadanos.

Lamentablemente, en este momento, un gran número de personas contagiadas no tienen otra opción más que esperar a que evolucione la enfermedad y, si tienen suerte, no morirse. En la mayoría de los municipios en semáforo rojo o naranja, en donde se instalaron las unidades de atención de la pandemia, no hay suficientes pruebas para prevenir el contagio, sino largas filas de personas que intentan aplicarse una prueba, porque ya sienten síntomas y sospechan que están contagiadas. Otra mala noticia es que no habrá vacunas suficientes para aplicar ni siquiera la segunda dosis al personal de salud, quienes están en la primera línea de atención. De por sí, ya había duda de que el calendario de vacunación se cumpliera porque no se tenían seguras las vacunas que se necesitan.

A estos desafortunados hechos, se suman otros que se derivan de la negligencia o del “agandalle” de los servidores públicos. En el primer caso, tenemos de ejemplo lo que está pasando en la Ciudad de México. A partir de que se incendió el Centro de Control del Metro, dejaron de funcionar varias líneas. Ante esta circunstancia, diariamente, miles de personas tienen que usar alguna alternativa de transporte público para trasladarse a sus trabajos. Siendo ¿Cuántos miles de personas se van a contagiar en esos transportes improvisados que se han implementado? No lo sabemos todavía.

El segundo asunto se relaciona con la arbitraria decisión del doctor Hugo López-Gatell de incluir en la vacunación a los llamados siervos de la nación. Son más de 20 mil personas adscritas a la Secretaría de Bienestar desde diciembre de 2018. Su tarea, en principio, fue elaborar el censo de beneficiarios de programas sociales e inscribir a las personas a los programas sociales. El asunto parece menor, pero no lo es, porque, además de no estar en la primera línea de atención de la pandemia ya han recibido una dosis de vacuna que no les corresponde, estos funcionarios están encargados de difundir los programas de gobierno y en etapa electoral, está prohibido hacer propaganda gubernamental. Así lo marca el artículo 41 de la Constitución que fue reformado en noviembre de 2017, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador fue víctima de la campaña negra en su contra y que lo promocionaba como un peligro para México.

 

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