(El) adiós al Seguro Popular

Con la desaparición del Seguro Popular lo que va a pasar es, en resumidas cuentas, que el gobierno federal vuelve a centralizar el sistema nacional de salud. Es decir, que el gobierno federal de la 4T retoma el control de los servicios de salud de todo el país y deja fuera a los estados de todo manejo importante en este rubro.

Con esta medida se le pone fin a la descentralización de los servicios de salud, que inició con el secretario de salud Guillermo Soberón Acevedo, en la administración de Miguel de la Madrid, y que, incluso, continúo cuando ganó el PAN la Presidencia. Nueve secretarios de Salud mantuvieron la misma política descentralizadora de los servicios de salud.

La diferencia con los panistas fue que, antes de ellos, básicamente existían dos esquemas de seguridad: los de los trabajadores asalariados que tenían IMSS o ISSSTE y los no asegurados, que eran atendidos en los centros y hospitales de la Secretaría de Salud. Para modificar esta situación, durante el gobierno de Vicente Fox crearon el Seguro Popular, para atender a las personas que no tenían seguridad social, y que sigue siendo, hasta ahora, la población más pobre del país.

Y ahora, tal como lo había anunciado desde su campaña, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador desaparecerá el Seguro Popular y en su lugar creará (hay quienes dicen que sólo transformará) el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar. En esencia, el gobierno de la 4T considera que el Seguro Popular falló porque creó más inequidad y porque una buena parte de los estados corrompieron el esquema y usaron el dinero lo mismo para campañas políticas, compra de medicamentos y equipo médico a sobrecosto o que simplemente nunca recibieron, pero sí pagaron. Aunque, para ser justos, hay que decir que muchos desvíos de recursos se dieron por falta de candados o reglas. Pero también que con el Seguro Popular hubo más dinero asignado a salud para la atención de enfermedades que aquejaban a la población de escasos recursos y que generaba que muchos de ellos perdieran sus patrimonios por rescatar su salud. Incluso, los últimos datos revelan que cada día más mujeres con cáncer de mama se salvan, porque su tratamiento está cubierto por el Seguro Popular.

La propuesta presidencial, que le tocará encabezar al secretario de Salud, Jorge Alcocer, suena bien. Pero todavía hay muchas dudas al respecto. La más importante, en mi opinión, estriba en saber qué pasará con los pacientes de las 66 enfermedades de alto costo y complejas, como cáncer, cuidados intensivos neonatales, trasplantes e infartos, entre otras, que son pagadas con el Fondo de Protección de Gastos Catastróficos. Porque se anunció que el nuevo Instituto Nacional de la Salud para el Bienestar comenzará a operar con los 80 mil millones de pesos de este fondo. ¿Entonces con qué dinero se atenderá dichas enfermedades catastróficas?

Y ojalá que esta administración no repita el error que se dio cuando se creó el Seguro Popular, al canalizar todo el dinero a este esquema de aseguramiento y dejar desprotegidos al IMSS y al ISSSTE.