Nearshoring: un cambio estructural

Roberto Velasco Álvarez Puentes y cruces
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Frente a las tensiones entre distintas regiones del mundo y los resabios de las interrupciones en distintas cadenas de suministro que originó la pandemia, entre otros motivos, cientos de empresas transnacionales están buscando reubicar cadenas de valor estratégicas hacia el territorio mexicano. Con un valor prospectivo de entre 10 y 50 mil millones de dólares, podemos ver la llegada de inversiones para producir en México desde vehículos eléctricos hasta tarjetas madre. Además, este fenómeno —conocido como nearshoring—, sin duda, es magnificado por el creciente comercio en el marco del T-MEC y los incentivos fiscales estadunidenses que favorecen la regionalización de la producción. El resultado: México y Canadá hemos desplazado a cualquier otro país como principales socios comerciales de Estados Unidos.

El sábado pasado participé en un diálogo intersectorial sobre los retos y oportunidades para el posicionamiento del país en la economía global, organizado por la Asociación Estudiantil Mexicana de Harvard. Durante el evento conversé con Alberto Saracho, socio de McKinsey en México; y Mauricio Doehner, vicepresidente ejecutivo de Cemex. Como subrayé en este evento, el nearshoring no es un fenómeno transitorio, la situación geopolítica que vivimos no va a cambiar en el corto plazo. Frente a esta situación, México trabaja en distintos niveles para generar estrategias que transformen este ímpetu en un panorama económico que rinda frutos para todo nuestro país.

La acción climática es un asunto central en la agenda norteamericana y otro factor para crear las condiciones con el fin de multiplicar la llegada de capitales extranjeros a nuestro país. Recientemente, el presidente López Obrador participó en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, destacando las acciones del gobierno de México frente a la transición energética de nuestro país. Además, nos hemos comprometido a un aumento al 35% de las contribuciones determinadas nacionalmente de México en el marco del Acuerdo de París, anunciado por el canciller Marcelo Ebrard en Sharm El-Sheij, Egipto.

En ese sentido, destaco la colaboración entre el estado de California y nuestro país en temas críticos asociados con el cambio climático y la crisis de agua en nuestra frontera compartida, un modelo para profundizar la cooperación regional. Agradezco a Isabel Studer, directora de Alianza Mx en la Universidad de California, por la invitación a participar en la Cumbre California-México 2030, un espacio de diálogo en el que se discutieron soluciones sobre resiliencia y adaptación climática.

Como recalqué en dicho evento, es necesario imprimir un sentido de urgencia en los trabajos que realizamos en la gestión responsable de recursos naturales en la frontera, en particular la escasez de agua en el río Colorado. Esta situación inédita podría vulnerar la viabilidad de nuestra industria y la seguridad humana en los estados fronterizos. La sequía puede convertirse en la primera gran crisis fronteriza ocasionada por el cambio climático, así que el gobierno de México ha trabajado para formular soluciones de conservación y gestión del agua. Bajo el liderazgo de la Conagua y a través de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), exploramos varios proyectos de tratamiento, reciclaje y desalinización del agua en las cuencas hídricas de la frontera.

La Cancillería mexicana continuará promoviendo e impulsando la cooperación entre el sector privado, público y la academia en beneficio del desarrollo de nuestro país y de América del Norte.

 

                *Abogado y maestro en políticas públicas.
                Jefe de la Unidad para América del Norte
                de la Secretaría de Relaciones Exteriores

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