Sin recta final. La herencia de los hábitos

Ricardo Peralta Saucedo México correcto, no corrupto
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Cuando existe un determinado estímulo hay una respuesta comúnmente del mismo calibre. Hay una enorme diferencia entre instinto y hábito, los instintos se integran de diversos comportamientos, los seres humanos cada vez tenemos menos instintos que el resto de los animales, hemos desarrollado de manera diferente los hábitos, aunque mucha gente sigue creyendo que son instintos, no es así, los hábitos socialmente los hemos aprendido y los practicamos consuetudinariamente.

En los animales, los instintos son permanentes y no pueden variar, los hábitos pueden ser modificados en cualquier momento, por ello, los instintos y los hábitos no pueden ser heredados, lo que persiste son las condiciones del entorno. Los buenos hábitos son un legado pleno cuando la sociedad comparte costumbres sanas.

Los instintos se fueron perdiendo en la raza humana por la propia convivencia social. Los satisfactores y la necesidad, son factores que han hecho a las personas desarrollar su capacidad de discernimiento, de elección, de libre albedrío.

Los hábitos en todos los casos son adquiridos, incluso los que dañan la salud, la vida o la sociedad forman parte también de las perversiones de una colectividad donde la pereza o el conformismo les hacen repetir conductas tóxicas, por ejemplo, no participar en una contienda electoral, o elegir opciones que han degradado al desarrollo humano u olvidado a sectores vulnerables, en México, a los pobres.

La disciplina es un elemento esencial de los hábitos, es parte de una cultura, es un arte tener buenos hábitos, porque habla de coincidencias mentales y emocionales.

¿Cuáles son los nexos, las tendencias que hacen incrementar los hábitos? La necesidad de compañía, de ayuda, de lucha, de solidaridad, de curiosidad, de apoderamiento, de altruismo, de simpatía, todas las formas de convivencia son válidas para inclinarse hacia un fin común.

A diferencia de lo que causa la soledad dentro de una multitud cuando no hay conexión entre sí, estamos viviendo en México una enorme efervescencia por el movimiento social, donde se encuentran coincidencias. Si se percibe el porvenir incierto, la unión de miles de personas converge para buscar la protección colectiva. La incertidumbre ancestral en una sociedad como la nuestra provoca que las masas se emancipen en torno a un líder, a un proyecto; formar parte de él modifica el ánimo de la gente, empieza la gran euforia nacional.

Mañana se celebra el último de los debates de los candidatos a la Presidencia de la República, se habla de la recta final, pero eso se refiere a una carrera donde hay una meta, que en este caso es la primera magistratura, habla de un cierre apretado, una justa de dos o más competidores.

Aquí no hay recta final. Porque a diferencia de Andrés Manuel López Obrador, quien tiene muy bien definida la ruta y la meta, seguramente, será Presidente de México, tiene además, una clara y enorme ventaja sobre los dos adversarios, donde la meta de éstos no es llegar a la Presidencia de la República Mexicana, sino alcanzar un lejano segundo lugar que convierta a su coalición en una “oposición competitiva“.

A tres semanas de la elección, hay más escándalos de corrupción sobre el segundo y tercer lugar que propuestas de campaña. Sus malos hábitos se han convertido en terribles instintos que los acercan a la quiebra institucional.

Llevarán como talud, al vacío, todo tipo de escombros: dinero público, privado, corrupción, lavado de dinero, homicidios, violencia exacerbada, traiciones, desvelos inoficiosos, promesas incumplidas, sueños políticos rotos y, sobre todo, un enorme reto de reconstrucción o autodestrucción hacia su interior, ideológica, financiera y estructural.

No siempre lo que se aprecia con los ojos es verdad, no todo lo que se escucha debe creerse. La esperanza y la voluntad transforman el pensamiento humano, nos ABRE MÁS LOS OJOS para actuar por instinto o cambiar al país mediante el buen hábito de la razón.

 

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